Solitario

El Ermitaño y la gente

Y así andaba por ahí, entre la gente,

e iba hablando por todas partes

de lo que hacía, sabía, tenía y podía,

para que, si Dios quería, alguien la ayudara.

Porque estaba totalmente sola en este mundo,

se había quedado completamente sola.

Y nadie le aconsejaba, le ayudaba o le mostraba [el camino].

Solo la escuchaban y ya está,

luego se iban y lo olvidaban todo.

"Que se vaya a acostar," [pensaba],

"que no se meta en mi alma."

Así andaba aquel ermitaño,

y empezó a odiar

a esa gente, a esos animales,

que todos lo habían dejado solo hasta la muerte.

Lo abandonaron como a un perro,

"aunque se rompa una pata,"

"aunque no coma ni beba,"

"que no muera de forma natural."

Pero la verdad es esta:

El ermitaño tenía negocios [o asuntos],

y era bastante rico,

pero no confió en nadie

y puso a prueba la bondad de todos.

Y como no pasaron el examen,

se quedó con todo para él.




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