Sólo Ámame

Prólogo

Alana Lennox, una chica ambientalista que ama altamente a la naturaleza y tiene a Dios en su corazón.

Conoció el amor desde muy joven, y desde entonces ha creado un vínculo muy especial con su amado; John Spencer.

Felices preparaban su boda, y ambas familias hacian los arreglos para tan magno evento.

Alana descubre que está embarazada dos meses antes de la boda, ella y su prometido deciden mantenerlo en secreto hasta después de haber contraído nupcias, pero un acontecimiento inesperado crea un desacuerdo entre los novios y rompen el silencio.

—Alana, tu embarazo no está bien —dijo el doctor en completa preocupación.

—¿Qué dices doctor? —ella borró su sonrisa y su corazón latió muy fuerte sosteniendo ella la mano de su prometido.

— Su corazón está débil, no…

—¿Usted dice... que mi hijo va a... morir sin haber nacido? —dijo soltando el nudo que se formaba en su garganta.

—¡No, no es lo que quiero decir! ¡Mira Alana, te pido que te calmes…mejor hagamos más estudios y…consultaré con otros colegas…!

—Tranquila mi amor —dijo Spencer y la abrazó estando aún en la camilla— todo estará bien…

—Nada está bien ahora, yo no quiero perder a mi bebé, desde que supe que está conmigo…sueño con él…quiero conocerlo…lo amo desde entonces y ahora…

—Estoy contigo mi amor —dijo en un susurro Spencer y Alana lo abrazó sintiéndose protegida.

Luego de varios estudios los médicos llegaron a una sola conclusión, era una opción necesaria interrumpir el embarazo.

Alana Lennox salió de aquel consultorio médico con el corazón dolido.

Nada de lo que dijera Spencer era consuelo para ella. Su mundo se había vuelto muy pequeño.

Entró de manera silenciosa a su hogar, ni siquiera saludó a sus padres.

—Seguro se disgustó con su novio, es muy común por lo cercano de la boda —dijo su madre.

—Spencer la consiente mucho — respondió su padre sin quitar la vista de ella mientras subía  a su habitación.

—Se aman, ella es muy afortunada, siempre lo ha sido —dijo la mujer con una inmensa sonrisa— la adoro…será muy feliz, lo merece.

—Tan afortunada que tiene dos madres amorosas; la del cielo y tú…soy afortunado de haberte conocido y que mi hija te haya amado desde siempre —ambos se abrazaron llenos de un inmenso amor.

La puerta de la habitación se cerró y Alana fue hasta su mesa de noche, puso la mano en la biblia y cerrando los ojos de rodillas, lloró.

—Dios…mi señor…tu poder es grande sobre este mundo, todos vivimos por ti…todos respiramos por ti mi señor...no creo que tu voluntad sea que yo ponga fin a la vida de mi hijo…no lo haré —una rebeldía llenó su corazón — ¡No lo haré, nunca haré tal cosa! ¡Si quieres que yo aprenda una lección házmela saber… pero, no marchites este amor que nació dentro de mí!

 

 

"El amor se define por sí solo en esta historia, 

porque amar es una gran decisión, pero ser amados

 a prueba de todo ya es una bendición".

Magna Barrios




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.