La noche llegó, inesperada para Alana, quien pudo conciliar el sueño después de un duro día.
Dormía y parecía muy plácida en un profundo descanso, y su padre prefirió dejarla dormir en el momento que fue deseando consentirla y traerla con él a la hora de la cena.
Spencer no paraba de llamarla, pero ella había decidido desconectarse del mundo y descansar sintiéndose al resguardo de su Dios.
Su madre antes de morir le había heredado la fe de creer en un Dios único y poderoso capaz de transformarlo todo, pero Alana la había perdido a ella desde muy joven, y asumió que era la voluntad de su creador, y es precisamente a esa voluntad a la que teme su corazón ahora que se encuentra en medio de una dura prueba.
Despertó y bajó por las escaleras, quiso devolverse al ver a la familia de Spencer reunida con sus padres.
—Mi amor —dijo su novio y la alcanzó demostrandole toda su atención, pero ella no dudó en preguntarle con la voz muy baja mientras él tomó sus manos con delicadeza y besó.
—¿Qué hacen acá? — se inclinó ella escondiendo la mirada.
—Cariño, debemos hablarles, tu familia y la mía debe saber lo que nos pasa —ella jaló sus manos repentinamente dentro de las de él.
—Es cosa nuestra John, no quiero cuestionamientos, no ahora — dijo de manera sublime.
—Están en todo con nosotros, Alana. Somos una sola familia, los necesitamos, ellos serán un apoyo y podremos tomar una sabía decisión…
—¿Decisión? — preguntó mirándolo y su voz de intensificó —¡¿No creerás que he cambiado mi manera de pensar?! ¡Me conoces John y sabes que nunca lo haré! ¡Jamás iré en contra de lo que yo siento en mi corazón...!
Las palabras de Alana llegaron hasta las dos familias, de inmediato se pusieron de pie.
—¿Sucede algo con ustedes? —preguntó el señor Spencer— Si es así hablen ya…
Alana bajo varios escalones y miró a sus padres, luego bajo el rostro respirando profundamente, retomando su posición y su mirada .
—Estoy embarazada —dijo— tengo nueve semanas...estamos consiente que nos apresuramos un poco pero...
—¡¿Embarazada?! — preguntó la madre de Alana con lágrimas en los ojos y ella afirmó moviendo la cabellera— Bueno... son buenas noticias ¿No es así? — sonrió la mujer en medio de la confusión.
—El señor Lennox parecía muy serios ante los padres de John Spencer, y éste se vió obligado a romper el silencio.
—Pero no está…bien —dijo el novio— el bebé viene con problemas serios de salud y…
—¡¿Qué dices hijo?! — preguntó de inmediato su madre— iremos al médico, buscaremos soluciones…John...
—Ya lo hicimos madre…y no una opinión, varias opiniones médicas con el mismo resultado...no hay solución…debemos interrumpir el embarazo pero Alana…
—Hija, dijo su padre y junto a su madre corrieron a su lado y la abrazaron ante las palabras de su prometido.
—¡No voy a perder a mi hijo! —dijo con firmeza— ¡Nunca voy a autorizar a que lo dañen, es mío y ésta es mi vida!
—Estamos contigo mi amor —dijo su madre.
—¡Eso mismo dijo John, pero al escuchar a todos los médicos cambió de opinión…es un hombre de poca fe y no quiero que esté a mi lado mientras yo enfrentó está prueba...!
—¡Cariño, estamos juntos en este problema...porque aunque lo llames prueba de Dios, es algo inevitable, ese bebé va a morir...!
—¡Cállate John! ¡Los médicos que digan lo que quieran...¿pero tú Spencer? Es tu hijo…nuestro hijo...debes amarlo yo...!
—Estás susceptible…pasa cuando estamos en embarazo…yo creo que debemos reunirnos y hablar —la madre del novio estaba conmovida ante la situación— Hija...escuchar no está demás...hay tantos tristes testimonios, historias...
—No me importan las historias triste, me importan los milagros, las buenas cosas que Dios hace por sus hijos...y yo quiero creer que de todo ésto, viene algo bueno...es mi fe.
—Hablemos hijas, Alana.... John también es....
—Ahora no — interrumpió el padre de Alana— dejemos a mi hija descansar y luego hablaremos al respecto…no es el momento.
—Suegro, no tenemos mucho tiempo, ésto es hasta un peligro para ella…los médicos nos lo advirtieron...
—¡Y yo te lo dije John…es mi vida!
Alana subió las escaleras volviendo a su habitación, estaba convencida de sus palabras, pero Spencer la siguió y antes de entrar la sostuvo con delicadeza…
—Podemos tener otros hijos…Alana, mi amor…no quiero que te pase nada malo, escuchaste a los médicos…
—No quiero otros hijos…quiero al que tengo ahora en mi vientre ¿Me oíste? Y no me importa nada más…John , si vuelves acá que sea para hablar de otra cosa que no sea esa descabellada idea…si no cambias de opinión, no vuelvas…me haces daño…
—¡Nooo! ¡Tú te haces daño! — gritó desesperado el joven— ¡¿Estás tentando a Dios, y dices creer en él? Y no me mires así porque eso parece! ¡Tientas a Dios!
—¡No estoy tentando a Dios! — lloró de impotencia la muchacha—¡Yo solo creo en él, y busco dentro de mí la fe que tú pretendes robarme destruyendo mi capacidad de esperar la bendiciones de tener a mi hijo…tú no me ayudas Spencer…
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Editado: 30.10.2023