Sólo Ámame

Capítulo II

Un silencio permanecia en la casa de los Lennox, solo los padres de Alana conversaban en voz muy baja preocupados por el futuro de su hija.

—Le llevaré la cena y…—dijo su madre y un nudo se alojó en la garganta de la mujer—  Dios...no sé qué decirle…está susceptible y…voy a llorar al verla.

—Iré yo —expuso con preocupación su padre, poniendose de pié— sé que es duro pero…hay que buscar el modo de qué ella entre en razón…mi hija debe saber que cuando los médicos se reunen para llegar a un acuerdo en un diagnóstico, es necesario que los pacientes obedezcan con lo que se les pide por su bien.

...

El hombre llevaba la cena, se detuvo como si escuchara el silencio, continuó caminando despacio hasta tocar la puerta, pero nada se oía.

Rodó el picaporte y la vió moverse escondiendo el rostro, volteandose en la cama.

—¿Princesa…estás bien? — preguntó muy suave.

—Umjun…

—Traje tu cena…necesitas alimentarte…

—¿Papi…estás enojado conmigo?

—No, yo nunca me enojo con mi princesa, aunque debió decirme antes lo su  embarazo…

—Perdón papi —dijo sentándose en la cama, secó sus lágrimas y sonrió de forma forzada— ¿No vas a felicitarme? Quizás abrazarme y decirme que estás feliz como yo porque…voy a ser mamá…no importa lo que diga el mundo entero papi…él está aquí — llevó su mano a su barriga y volvio a sonreir  — merece que su abuelo también lo consienta como lo hacías conmigo cuando yo estaba en la barriga de mamá ¿Lo hacías verdad?

—Es cierto…lo hacía, Alana...estoy muy orgulloso de saber que tengo una hija valiente…tan valiente como lo era su madre.

—Ella estaría feliz…yo lo sé, yo estaba muy pequeña pero recuerdo su sonrisa, sus historias…siempre me decía que Dios tiene propósitos santos para sus hijos.

—Así es mi amor…vamos a cenar, traje todo nutritivo y muy sano, todo lo preparó tu mamá…

—¿Mamá está decepcionada de mí, verdad?

—No, pero no es valiente sabiendo lo triste que estás…

—Papi, te juro que si John, estuviera de mi lado, si me apoyara, yo sería muy feliz…

—Alana, mi princesa…todos tenemos miedo…te amamos.

—Papi, si tú me amas…mantente en silencio y respeta esta decisión, no vayas tú en contra de la voluntad de Dios.

Su padre la miró y ella le sonrió como si todo estuviera perfecto y empezó a comer.

Alana tenía conciencia que debía alimentarse muy bien, su padre sonreía observándola cenar con muy buen apetito. 

El hombre recogió la charola cuando Alana terminó su cena, y luego de besar a su hija en la frente, bajó muy contento.

La noche avanzó y cada quien ocupaba su espacio, pero Alana pensaba mucho y no podía conciliar nuevamente el sueño.

... 

Mi hija es  muy hermosa —suspiraba el hombre recordando sus palabras— ella es muy valiente, como su madre del cielo, como ella misma le dice.

—Ella va a estar bien mi amor, debe estarlo... nosotros estaremos siempre a su lado.

Ya muy tarde en la noche la chica se levantó con las mismas energías de antes y entró a la habitación de sus padres.

—¿Mami? — sonrió con travesura al verla.

—Alana, mi bella niña de ojos grises…

—¿Puedo dormir un rato contigo como cuando era niña?

—¡Claro mi amor! ¡Ven mi niña…! No quiero que estés triste Alana, aquí está tu padre y yo para cuidarte…

—Lo sé, ya no estoy triste mami…ahora tengo todo lo que necesito.

Los arrullos fueron hermosos llenando el corazón de Alana de amor y restaurando sus esperanzas.

***

En la mañana siguiente, muy temprano Alana Lennox salió apresurada y a escondida de la casa.

Sus padres al darse cuenta que no estaba, llamaron de inmediato a John Spencer, pero él negó de manera preocupada que estuviera con él.

Marcaron al teléfono de Alana repetidas veces, pero estaba fuera de señal, su madre lloraba con mucha preocupación.

—Seguro fue con la madre de tu difunta esposa, siempre que anda triste se va para allá.

—La llamaré, ella debe entender que debe estar tranquila —objetaba su padre y no paraba de caminar.

—Ella no está tranquila, cariño…es muy difícil para ella esta situación, Alana…necesita de nuestro apoyo, debemos ir con los médicos y…

—Mujer, iremos allá de inmediato, es posible que quiera seguir buscando la posibilidad de salvar su embarazo…¿recuerdas cuando se le murió su cachorrito?

—¿Cómo olvidarlo? Alana es sensible…eso me da miedo.

Spencer no dudó en acompañarlos en la búsqueda de Alana, después de ir al hospital nuevamente, pero nada supieron de ella, ni su abuela tenía información.

—¿En dónde estás cariño? —se preguntaba Spencer perdido en una melancolía.

***




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