Sólo Ámame

Capítulo III

¿A dónde iremos abuela? — la mirada de Alana fue directa hacia la mujer  confiando en su auténtica y fortalecida personalidad.

—Mañana, a recorrer la ciudad si es posible,  hasta llegar al  consultorio del doctor Matthew Harper— rió  feliz la abuela dándole esperanzas a Alana — Milagrosamente está en la ciudad desde hace un año...estuve llamando desde que tu padre me dijo lo que te sucedía, pero es difícil hacer citas con él, es un médico muy ocupado...

—Iremos entonces a buscarlo, me agrada esa idea  abuela...sabía que tú me entenderías...

—¿Cómo no entenderte, Alana? Cuando queremos salvar a nuestros hijos, vamos hasta el fin del mundo si es necesario...me pasó con tu madre.

La mujer sonrió para fortalecer a su nieta pero era innegable la tristeza que aguardaba su mirada.

— Sí, lo sé abuela... y fue la voluntad de Dios..que se fuera con él..y se convirtió en mi madre del cielo, pero...—sus lágrimas bajaron repentinamente  y la abuela las secó— No quiero perderlo abuela...tengo miedo a que...

—Alana...mi niña, no te martirices... y que tu alma esté en paz, estoy segura que vas a estar bien.

— Sí abuela...

...

El olor a cacao caliente llegó hasta la habitación, Alana abría sus ojos descubriendo a la abuela de rodillas en oración.

Se levantó lenta y  silenciosamente, e inclinándose al lado de su abuela, elevó sus manos al cielo para agradecerle a Dios por todo cuanto hacia por ella.

Ambas terminaron de orar  a su Padre Celestial,  se levantaron y terminaron abrazadas.

—Hoy es un gran día Alana, tu fe debes activarla y tú corazón debe estar presto a escuchar todo cuanto hay para trabajar en el proceso de sanación...Dios va a obrar en ti.

— Amén abuela...yo creo firmemente que todo estará bien, tú me ayuda mucho.

—Vamos a desayunar, y luego iremos y conquistaremos a ese  Doctor Matthew Harper, estoy segura que lo convenceremos...

—Dios te oiga abuela...Gracias por estar siempre a mi lado —dijo y volvió a los brazos de la mujer.

—Tu madre está muy preocupada por ti, me pidió que la incluyeras en todo este proceso...

—No quiero abuela, ella es muy sensible y sufre.

—No puedes apartarla, es tu madre, jamás pensé que alguien te amaría como lo hizo mi hija porque  naciste de ella. No cabe duda alguna que esta buena mujer te ama desde que te conoció, tu padre es un hombre con muchas bendiciones.

—Ellos son muy felices, papá...ríe siempre, ambos  están muy unidos como si fueran uno —la mujer sonrió de manera muy agradable.

— Él merece lo mejor....es un hijo para mí.

...

Durante el sayuno Alana encendió su teléfono, varios mensaje de John entraron y ella al leer objetó.

—Abuela, debemos irnos pronto.

—¿Qué sucede mi amor? — preguntó la sabía mujer  y su mirada reflejaba una inmensa ternura 

—John viene para acá y no quiero verlo..

—No puedes evitarlo —dijo la abuela fijando la vista en ella — falta poco para la boda y..

—Abuela, te digo que debemos apresurarnos — interrumpió la chica mientras abandonaba la mesa.

—¡Espera Alana, ¿qué sucede?! ¡La boda ya está muy cerca y....!

—No puedo casarme ahora abuela, desde que supe lo que me acontece con mi embarazo…no estoy feliz de casarme, quiero alejarme de John…él tiene mucha debilidad, su posición de resignación no me gusta ¿Me entiendes?

— Está bien, luego hablaremos de estos asuntos, salgamos de inmediato.

Se apresuraron y salieron evadiendo encontrarse con John Spencer, quien venía dispuesto a estar con ella para hacerla entender de su error.

La abuela conducía su propio auto y era  muy feliz entonando a todo pulmón una canción cristiana, Alana la acompañó y ambas reían a carcajadas.

Recorrieron la ciudad y al llegar al sitio indicado, la mujer se estacionó pero antes de bajar, no dudó en hablarle a su nieta.

—Alana Lennox —la tomó del brazo— nunca olvides que también llevas el apellido de tu madre, y la familia Steven somos gente de Dios...la fe debe prevalecer en nuestros pensamientos, y estar arraigada a nuestros corazones,  nosotros creemos que... Jesuscristo murió por todos nosotros y que todo lo  malo que nos pasa,  nos conduce a cosas buenas, Dios a ti te ama, en el momento que sientas miedo, solo recuerda lo generoso que nuestro señor ha sido contigo.

—Si abuela...lo haré.

—¿Lo prometes Alana?

— Sí abuela, lo prometo —dijo la chica y abandonó el auto.

La mujer cerró sus ojos e inclinó su rostro mientras pensaba.

—Señor...fortalece  mi corazón porque soy yo quien teme por mi nieta...

—¡Abuela no tardes! — gritó la chica sacándola de contexto.

La mujer salió del auto y caminó a su lado, ambas mujeres  tenían fe en que encontrarían ese día al doctor Matthew Harper.




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