Alana Lennox estaba emocionada de poder darle las buenas nuevas a su prometido, indudablemente recuperó su alegría y sus ganas de tenerlo de vueltas en su vida.
—¡Me gusta este recibimiento —dijo John tomando sus manos entre las de ella— estábamos distanciados pero he pensado mucho en ti y no quiero estar lejos nunca mi amor —ella se abrazó a su pecho buscando un refugio y sintió sus manos recorrer con suavidad su espalda mientras recibía un beso en su frente.
—Te he extrañado John, hemos estado tan unidos siempre que...eres parte de mi.
—¡Tú me complementas mi amor, yo no sé vivir sin ti, es por eso que temo perderte...!
—No me perderás...
Ambos se sentaron juntitos y muy abrazaditos a consentirse, el amor era mágico y John necesitaba tenerla con él.
—Alana, retomemos los preparativos de nuestra boda, ya todo está listo, la fecha pautada está un poco cerca y esto nos servirá para compenetramos más y...
—¡Mi amor! —dijo Alana mirándolo con una hermosa sonrisa— ¡Nuestro bebé va a estar bien! —el prometido borró su sonrisa haciendo un repentino silencio— ¡El doctor Matthew Harper, el mejor y más especializado para tratar mi embarazo me está atendiendo...vamos a lograrlo John, tendremos a nuestro hijo, Dios es muy bueno con nosotros! ¡Moría por decírtelo!
—¡Alana...no te des falsas esperanzas, eso es lo que me preocupa...¿Es que no te importa tu salud?!
—Te explico mi amor...—fue interrumpida cuando John se levantó repentinamente.
—¡¿Cuál es la parte que no entiendes, Alana?!
—No digas más John —sus lágrimas recorrieron sus mejillas y su bocas se secó — por favor...no vuelvas aquí...
—Alana...mi amor....
—Me haces...daño John, mucho daño , no vuelva nunca más.
La chica se apresuró hacia la habitación y él quiso seguirla pero la voz de la abuela lo detuvo.
—¡No puedo creerlo...¿eres tú el mismo que quieres jurarle estar con ella en las buenas y en las malas hasta que la muerte los separe?!
—Abuela...
—¡No soy tu abuela John, me acabo de dar cuenta que no vales la pena que...!
—¡No alimentes en Alana una esperanza que puede llevarla a la muerte...¿Acaso quiere usted perderla como a la madre de ella?
—¡Eres un...infeliz! — gritó la mujer sorpresivamente.
—Señora.... Aura... perdóneme por favor....
—¡Vete de mi casa y es ya!
—¡Oiga, ¿No crees que exagera? Alana merece...!
—¡Mi nieta merece lo mejor y ese no eres tú, siempre lo supe...nunca estuve equivocada!
—Soy el prometido, nos vamos a casar y....
—¡No, nunca te casaras con ella, eres muy poca cosa...lo único que tienes es dinero! ¡Tú no tienes la envergadura para ser esposo de mi nieta!
—¡¿Por qué me ofende usted? Si a ella le pasa algo, usted será la única culpable...!
—¡Fuera de mi casa!
—Señora Aura...no se ponga así...
La mujer lo hizo salir a como diera lugar y aún John Spencer estando ya en su auto conduciendo no se explicaba el porqué de la reacción de la abuela de Alana.
—Señor...perdone mi enojo —dijo Aura mientras respiraba profundo— si es tu voluntad, alejalo pronto de mi pequeña valiente.
...
Alana lloraba en silencio mientras abrazaba una almohada, permanecia aislada y solo hablaba en su pensamiento a Dios tratando de entender el porqué de las cosas, pero la abuela llegó a ella y estirando su mano le entregó el hermoso girasol.
—Abuela... está hermoso —dijo y aura besó su frente.
—¡Tú eres hermosa Alana, y solo lo nota quien sabe valorar quien eres en realidad...no puedes llorar así por ese... infeliz.
—¿Tienes girasoles acá? — preguntó secándose las lágrimas.
—Noooo...— rió muy dulce la abuela conquistando su interés — te lo dejó el doctor Matthew Harper —la chica puso los ojos muy grande.
—¡¿Vino aquí y no me dijistes abuela?!
—Tenia prisa y tú estabas con...John...pido perdón a mi señor porque no puedo utilizar descalificativos para nombrarlo, pero deseo hacerlo...
—Es un hermoso detalle que haya venido — sonrió feliz Alana mientras olía el girasol.
— Prometió estar pendiente de ti y lo está cumpliendo... Alana, estoy muy agradecida que siendo un hombre tan ocupado, saque tiempo para ti...eso lo hace nuestro señor...ve qué importante eres para nuestro Dios.
—Lo sé abuela...ojalá pudiera tocar el corazón de John...
—Eso ya es un misterio de nuestro señor...es posible que él no sea el hombre que quiere a tu lado...no lo afirmo porque solo Dios lo sabe, pero estoy por creerlo.
***
—¿Viste a la señorita Lennox ayer? — preguntó la secretaria.
—No.
—¡¿No fuistes a buscarla?!
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Editado: 30.10.2023