El doctor Matthew Harper estaba muy contento de haber escuchado la felicidad y las buenas energías de su paciente Alana Lennox.
Ella sonreía llena de tranquilidad y alegría de solo mirarlo a él, siendo que le inspiraba seguridad.
—¿Alana, quieres ir conmigo a respirar un poco de aire fresco? Hay un parque cercano...
—Mi abuela espera por mi doctor Matthew, ¿Puede ser mañana? Bueno...disculpe, sé que tienes muchas ocupaciones y...
— Iré por ti mañana a esta misma hora, te hará bien distraerte. ¿Está bien?
—Por supuesto...
—Además quiero presentarte a alguien, estoy seguro que te va a encantar.
—Gracias..
Ambos salieron del consultorio, Alana se despidió de la secretaria y el doctor la acompañó hasta el estacionamiento en donde Aura la esperaba.
El doctor Matthew Harper al quedarse solo se apresuró a llegar nuevamente al consultorio, de inmediato se arregló y tomando su portafolio pretendía salir cuando su hermana lo miró de frente.
—¿A dónde vas? — preguntó ella.
—A la conferencia, voy tarde...
—Dijistes que la pospusieron ¿Lo olvidaste?
—No puedo creerlo, sigues buscando cosas que no...
—¿Por qué mientes? — interrumpió con una pícara sonrisa su hermana.
— Pensé que se sentía mal y jamás la dejaría en esas circunstancias — rió la mujer incrédula— ¿Qué te pasa?
—Pero la querías llevar al parque...
—¡Me estás molestando, tendré que despedirte...andas muy loquita e intensa, he escuchado mucho de las tóxicas, pero no sabía que el tema llegaba hasta las hermanas! — rió el doctor al verle la cara como si quisiera descubrir algo nuevo en él— ¡Hermana, ya basta ¿Si?!
—Ve despacito si tiene novio, ella también tiene algo especial en su corazón por ti...
—No digas tonterías, soy su médico...
—Y también quien le saca las sonrisas más espléndidas que quizás ella haya tenido.
—¡Adios hermana paranoica, estoy tarde...!
La mujer sonrió sintiendo una especie de felicidad al verlo partir y repuso con naturalidad.
—Nunca lo había visto nervioso, alegre, tampoco daba explicaciones para justificarse y mucho menos hacía planes al parque con ningún paciente... está muy raro, sino es amor, entonces se parece mucho.
***
Ya muy tarde el doctor hacia su entrada a su apartamento y allí estaba Champions esperándolo que entrase para saludarlo.
—¿Cómo estás amigo? — los abrazos no se hicieron esperar — Tengo cosas que contarte, ven aquí —el doctor dejó su portafolio y desató su camisa en un suspiro de descanso en casa sentándose cómodo mientras Champions se preparaba a escucharlo poniendo sus patas en cruces acostado en el piso y no dejaba de ver a su humano— Hoy la ví amigo, más hermosa que nunca, muero mil veces cuando la veo sonreír...su sonrisa hoy la sentí mía...y mi hermana me lo confirmó ¿No me estaré haciendo ideas, verdad?— Champions tapó sus ojos con sus patas en cruces— Amigo sé lo que te dije...pero si Alana ama a ese novio que tiene igual él es un idiota que no está a su lado...claro, ella y yo solo somos amigos... quiero que la conozcas Champions...
***
Alana procuraba dormir, pero el recuerdo de su prometido no abandonaba su pensamiento despertando en ella una especie de temor.
—Dios, mi Señor, te pido que domines mis pensamientos y tomes el control de mis sueños. Saca de mi vida todo tipo de temor que sea piedra que me haga tropezar, soy tu hija, creación tuya, sé que no merecemos nada, por naturaleza pecaminosa hay maldad en nosotros, pero Jesús, murió por nosotros para que tuviéramos esperanza, sé tú en mi vida mi Señor, te lo pido por tu Hijo Amado Jesús quien reina en gloria, amén.
Alana Lennox se durmió profundo, su abuela pasó a su habitación y la arropó culminando con el beso de buenas noche mientras su pensamiento se escapaba en diminutos susurros.
— Estarás bien mi niña, Dios te ama...nunca dejes de creer, nunca Alana, te amo...
***
Muy temprano el doctor llegó a trabajar, hizo un chequeo de los pacientes que tenía para ese día.
Decidió atender a las emergencias y Pospuso para el día siguiente los que consideró chequeos de rutina.
—Hermano, es extraño que hagas ésto... tú atiendes a todas tus pacientes y creo que debistes...
—Está perfecto —le interrumpió satisfecho— tengo cirugía en dos días...
—Pero a las mujeres...
—Son chequeos, me dedicaré mañana, hoy haré las emergencias y saldré con la señorita Lennox...—la mujer sonrió haciéndolo callar.
—Me agrada la señorita Lennox para cuñada y prometo que amaré a mi sobrino el que viene en camino...
— Estás paranoica...
—¡Es amor y no lo niegues!
El doctor se encerró en su consultorio huyendo de las palabras de su hermana, de inmediato los recuerdos hicieron de la suya haciéndolo sonreír irremediablemente.
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Editado: 30.10.2023