Sólo Ámame

Capítulo VIII

Alana se apresuró a mirar a Champions, quien ocupaba el puesto trasero del auto, éste miraba por la ventanilla baja, llevando unos lentes oscuros como todo un galán.

—¡Me encanta doctor Matthew! — ella repetía llena de emociones— Tuve uno igual pero no creció y...

—Ven Alana —la tomó  por la mano como si ella era parte de su vida—no lo adules que es muy creído — hizo un secreteo cercano al oído de la chica y ella rió con más encanto— ve que no hace ningun gesto, le fascina que lo admiren...

—Doctor Matthew, yo no tendría problemas de elogiarlo, está muy hermoso y además parece todo un señor.

—Yo te aconsejo que no lo hagas, es muy atrevido y ya te puso el ojo... está muy serio ahora, pero dentro de poco se va a poner meloso contigo, déjame presentartelo mejor —el médico abrió la puerta — Mira Alana, te presento a mi mejor amigo, se llama Champions, es muy exigente cuando sale a la calle, si no le pongo lentes y corbatín no sale.

—¡Es muy apuesto, ¿Puedo acariciarlo?! —dijo ella moviendo sus manos con delicadeza para tocarlo.

—Puedes hacerlo, Champions es muy presumido, pero estoy seguro que tú le encantaste, solo que debes irte con cuidado, lo de atrevido es verdad y es muy serio.

—Tu eres encantador Champions —dijo Alana con dulzura— ¿Quieres ser mi amigo? —el perro subió una de las pata delantera y se acercó moviendo alegremente la cola— ¡Qué lindo!

—¡Bueno Champions, es hora del paseo —dijo el doctor y éste le hizo un ladrido de disgusto — ¡Deja de ser tan meloso y comportarte como el caballero que eres! — siguió diciendo Matthew fingiendo una seriedad y su amigo tomó su posición, ésto le permitió a la señorita Lennox reír llena de admiración y felicidad.

De inmediato el doctor abrió la puerta y Alana subió al auto, no dejaba de mirar a Champions, frecuentemente volteaba hacia atrás.

—Eres muy inteligente Champions...seré una gran amiga para ti ¿No hay problemas verdad,  doctor Matthew?

—Ni lo digas, ya es tu amigo...y no le hables de inteligencia, capaz y se ofende, todos deben dar por hecho que es inteligente, es un caballero, ¿Acaso no lo parece?

—¡Oh sí, por supuesto...me encanta tener un amigo así doctor Matthew...!

—Alana Lennox, creo que me pondré celoso, te iba a pedir que fuéramos amigos, y me dijeras Matthew, sin tanto formalismo, pero veo...que Champions me ganó de mano...

—Somos amigos Matthew, muy amigos y eso me gusta mucho...

—A mi también Alana, ¿Puedo poner tu cinturón de seguridad?

—Si, claro...ya me lo pongo...gracias...

El médico la ayudó y ambos sintieron que los miraban y al voltear, Champions estaba mirando fijamente a su amigo el doctor, ya no tenía los lentes.

—Champions, Alana va a tener un baby, tú y yo debemos protegerla...

Champions dió un ladrido muy comprensivo para el doctor Matthew Harper, y Alana Lennox sonrió llena felicidad.

...

—Estamos alejándonos mucho —dijo Alana un poco extrañada— No conozco para acá...

—Te va a fascinar —dijo muy encantador el doctor— es un poco campestre con un hermoso clima, siempre vengo con Champions, solo que es muy enamoradizo y me hace pasar vergüenzas...¿Confías en mí, Alana? 

—Confío Matthew...¿por qué  dices que Champions te hace pasar vergüenzas?

—Alana...no hagas que Champions se enoje conmigo si te cuento, además es vergonzoso —rió— se molesta rudo y pasa días sin saludarme...

Ambos rieron cuando Champions gruñó en el oído del doctor.

...

El recorrido fue muy corto para lo que suponía Alana Lennox que sería, igual se apresuró encantada en el paisaje bajando del auto.

Las arboledas regalaban no solo su verdor sino un oxígeno muy saludable con olores a frutas.

—Matthew, realmente ésto es muy hermoso...

—Ven Alana —nuevamente la tomó de la mano, de inmediato escucharon el ladrido de celos que hizo Champions al sentirse abandonado.

El doctor Harper volteó a mirar y rió con travesura al verlo en su pose de galán, pero herido.

—¿Champions, está celoso? — preguntó muy tierna Alana Lennox.

—Claro, dejastes de adularlo para elogiar la naturaleza...y aparte te tomé de la mano. Se siente desplazado...

—¡Ven Champions! —gritaba Alana con alegría y éste obedeció siendo muy presumido, caminaba con aires de ser un gran señor— ¿Estás bien, precioso? —ella se volteó y lo abrazó tiernamente, cosa que hizo pensar al doctor.

Seguro era lo que quería, aprovechándose de ella para presumir que a él lo abrazan. Descarado Champions — sonrió el doctor observando la forma en que su amigo lo miraba.

Esa tarde fue de gran ayuda para Alana, supo vivir la magia de la naturaleza al lado de su  amigo el médico, quien la complacía dándole los alimentos pertinentes para su salud y haciéndola descansar muy cerca de un hermoso riachuelo.

—¿De quien es esta hacieda? Es muy hermosa la casa...




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