Solo aparece en estas fechas. -
En la noche de los espectros, donde todo se festeja con vestimentas, el barrio de Lynch se lucía de trajes y bromas al mérito del dulce o el truco. Muchos niños y adultos tocan las puertas para recibir en la nocturna oscuridad algún que otro premio. Personas que vienen de otros sitios anonadados por las sorpresas que se ofrecen. Es el barrio más popular de toda la región. Lo que los oriundos de otros paramos no sospechan que existen monstruos que descansan en la mente de las personas. Una familia tumultuosa de sonrisa cordial, y sentimientos macabros está presente como recepcionistas del terror. Conocida como la familia de los Mc Coy, de lúgubre aspecto que esperaba impaciente que uno de esos seres distraídos tocara a la puerta. Se encuentran apartados del perímetro de festejos. Son personas normales como muchos otros ciudadanos. Padre y madre de familia, con dos hijos y la abuela. Nunca han tenido problemas, o esas son las historias que se esconden en un poblado en el cual la corrupción es un arma infalible y del cual muchos otros personajes se encuentran confabulados.
Al encontrarse su casa alejada, los turistas se pierden entre nieblas y aquelarres de brujas que van y vienen. Es mentira expresan con relación a ellos, de que no hay que alejarse de la parte céntrica de Lynch. Un nimio personaje se dirige en solitario. Un niño que camina el sendero entre calabazas y pastizales. Los búhos lo observan y los cuervos cantan su deceso. Tiene pintado con rush, el rostro con una sonrisa tierna y sus ojos color café ilusionados con su bolsa pequeña de golosinas. Allí encontró la casa de los Mc Coy, que poseía unas luces, y fuera de ella una estatua de un payaso descolorida con musgo alrededor.
Ellos aguardaban. Tenían preparado como maniacos una sorpresa diabólica.
Del otro lado de la ventana, se veía un pequeño de menos de un metro con una bolsa con rasgaduras. La siniestralidad y excentricismo de las lenguas hablaban de secuestros, pero no se les ha podido probar nada. Aquí descansa el anonimato. -
Aquel niño ingresa del otro lado del cual se podía ver con penumbra una mesa de living vieja cerca de las paredes gastadas de humedad y revoque caído. No saludó, ni produjo expresión alguna. Delante un cuadro viejo de los antecesores. Una señora sentada en una silla de ruedas se reía sin dejar ver sus dientes. El pequeño se inmuta al verla en medio del plutónico escenario de las caras payasescas de los Mc Coy. -
Ever sintió algo extraño en el pequeño, pero sin importar la situación lo depositó en la bolsa con un golpe sintiéndose la mano Ever, mientras Clotilde lo sostenía. Y la sellaron con un gran cordel.
Al colocarlo en el suelo, fue por un cuchillo.
A su regreso, la bolsa había desaparecido.
Con un tajante corte, clava en el ojo derecho de aquella mujer que se resiente.
Editado: 25.10.2024