Sólo Déjame Amarte

Capítulo 4.

Venecia.

Solo he visto 3 chicos desnudos en toda mi vida, contando al ruso. El primero fue Vico, a los 16, porque salió sin el traje de baño de la playa puesto que una ola se lo llevo; ese día, lloré de la risa, estaba medio ebrio y salió corriendo y gritando que el monstruo del lago Ness se lo llevó, ¡jamás olvidare ese día!

<< El segundo fue Luca, la primera vez que lo hicimos, hace 6 años y por último, fue el ruso, definitivamente se lleva el premio al más sexy de todos, no tengo de donde comparar, pero se puede decir que tiene un tamaño “colosal”, para no sonar tan ordinaria, y pues qué más da, admito que lo vi, pero, ¿quién no lo vería? Tiene un cuerpo que no deja nada que desear y la mayoría de este, está tatuado, algunos son extraños. Su cuerpo es muy diferente al cuerpo de Luca, ya que este último era delgado, el “ruso”, sin ser muy grande tiene el cuerpo fibroso, completamente marcado. Alcancé a ver que tenía algunas marcas, como cicatrices, en gran parte de su cuerpo, supongo que el tipo habrá peleado durante gran parte de su vida. 

Al entrar al baño me desvisto y me miro al espejo, siempre me he considerado una chica normal, no me considero fea, nunca me he visto así, pero tampoco creo ser del tipo de chica para alguien como Sergey, la idea me desilusiona un poco, no es que haya pensado en estar con él, pero en mi vida siempre he querido tener algo diferente a como soy, me considero una mujer simple. Al pasar un tiempo observándome, me hago un moño para no mojarme el cabello, y me intento despejar de aquellos pensamientos, me adentro en la ducha, dejo que el agua caliente me humedezca el cuerpo, no dejo de pensar en la imagen de Sergey desnudo, no sé cómo carajo haré, pero lo sacaré de mi cabeza, aunque bueno, imaginar no hace nada malo, igual ¡ya céntrate mujer, es tu compañero y más nada! Regañarme internamente me sirve un poco, además demorar un rato más en la ducha también era buena terapia.

Al salir, agarro mi toalla, me seco el cuerpo y me dejo el cabello en el moño que tenía, tengo el pelo corto, a la mitad del cuello así que el moño no es muy grande y más bien parezco como garota en carnaval carioca pero, ¿qué le hago?. Termino de vestirme al ponerme los pantalones tipo "hippie" y me dejo la blusa holgada, la verdad que me gusta más la ropa que te haga sentirte fresca y que no muestre mucho. Me retoco un poco la cara, me acomodo las botas, más que estar arreglada, parezco estar en pijama con botas. Al hacer todas esas cosas, sigo pensando en el ruso que está en la habitación.

Sergey.

Mientras espero que Venecia se duche y se arregle, me pongo un pantalón de sudadera entubado, un saco que me queda bastante bien. Voy hacia la mesita de noche de Nessie, veo el libro que un rato antes se llevó al balcón y al cogerlo, me encuentro impresionado, pues ¿quién no? Es la "Divina Comedia", uno de los primeros libros que leí, aunque ya no lo recuerdo mucho; está un poco desgastado y viejo, lo abro y veo en el primer capítulo una nota, no es que yo fuera chismoso pero me llamo la atención, lo leo en voz baja:

"Pequeña y dulce, Nessie, ya estas cada día más grande, más hermosa, tenés 7 años, cada vez que te miro, que veo esos ojos cafés, puedo ver la bondad que llevas en ellos, puedo ver la profundidad de tu alma y con solo ver eso, sé que estas destinada a algo grande, no sé si duremos mucho con vos, espero que sí, si no es así sé que estarás en buenas manos con Isaac, tu padrino te adora y vos a él; lo único que te digo es que si te sentís sola, abrí este libro y leé la nota, en ese momento te darás cuenta que estoy con vos, quiero que cuando estés grande y tengas tus propios hijos, los eduques con amor, ya que con amor y solo amor, podrás lograr ganar las batallas más grandes y peligrosas que hay, también te diré que jamás dejes de creer y de ser niña, no está mal, se puede ser niña y adulta a la vez, y un último consejo mi pequeña niña, es que los libros te darán todo el conocimiento y toda la sabiduría que debes tener, siempre y cuando ese conocimiento lo apliques en tu vida diaria. Te amo, no te imaginas cuanto mi hermosa y pequeña hija... Carpe Diem.

Tu padre

Pablo De Agostini

Después de haber leído la nota, seguí viendo el libro, había anotaciones en todo lado y el separador era una imagen de una mujer con un hombre junto a dos chicos pequeños, uno de los cuatro lo pude identificar, pues sigue teniendo los mismos ojos marrón, me hace acordar al color que lleva la Coca Cola, era claramente Venecia, ¿qué habrá pasado con las otras tres personas? Estoy casi seguro que esa era su familia, sus padres y al parecer su hermano. Levanto mi cabeza al oír un ruido de la cerradura y me apresuro a dejar el libro tal cual estaba, no quiero que me tomen de chismoso, enarco mi ceja al nuevamente escuchar un grito proveniente del baño. Salgo corriendo y Venecia está en el suelo boca abajo retorciéndose de dolor, con un ¿pijama y botas? Lo cual es grotesco y gracioso, porque ya dos veces en un día la he visto tropezarse y caer




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