Sólo Déjame Amarte

Capítulo 34. Déjame sentirte.

Sergey

Cuando vi a Nessie subiéndose en la barandilla del balcón y gritar lo mismo que grité yo, sentí que la quería más, que lo único que quería era detener ese momento para los dos solos. Se bajó sonriendo, fue mi fin, quería abrazarla. He besado a cientos de chicas en mi vida, he tenido sexo con muchas de ellas, pero nada se compara con este momento, me sentí por primera vez en mi vida pleno, completo, sentí que después de todo la vida no es tan mala, que sí valía la pena haber pasado todo lo que pasé, que pasaría de nuevo todo lo que tuve que pasar si al final iba a conocer a alguien como Nessie, independientemente si se fijaba o no en mi

— ¿En qué pensás? —  pregunta poniéndome la mano encima de la mía

— En ti, bueno en muchas cosas que llevan a ti — besé la palma de su mano, tenía sus ojos con un brillo especial, supongo que los míos también

— ¿Y qué piensas de mí? — empieza a recorrer mis labios con sus dedos. Sigo sus movimientos con la mirada

— En que todo lo que viví en mi vida lo volvería a vivir si al final te conocería, independientemente de si te fijabas o no en mí, con el simple hecho de haberte conocido cambie, Nessie, cambie para bien y solo el hecho de haberte visto en aquella celda, ya mi vida había cambiado. — Ella tenía los ojos llorosos cuando termine de hablar, era demasiado sensible, aunque me agradaba. Le limpié una lagrima que rodaba por su mejilla, ella me sonrió — Me diste mucho más de lo que creí merecer. Me diste amigos, familia y un amor. Me hiciste dar cuenta de que ya no estoy solo, me diste una oportunidad y eso, pequeña, jamás lo había hecho alguien por mí

— ¿Te das cuenta que sos maravilloso? — suspira. Hace una breve pausa y sonríe — Que a pesar de todo lo que viviste, pudiste encontrar un pequeño espacio para dejar entrar a los chicos, a mí, para dejarme sentirte y a la vez, vos sentirme — no aguanté más, le agarré ambas mejillas y la acerqué a mí, junté nuestros labios, era la sensación más magnífica, ¡mierda! Estaba en el paraíso. Puse mis manos en su cabello y empecé a despeinarlo, quería sentirla más cerca, ella también me estaba despeinando, estaba tan necesitado de ella que se lo demostré en aquel beso, ella estaba igual.

Había una banquita en el balcón, me aproximé a ella sin dejar de besarla, me senté y senté a Nessie en mi regazo, ella lo hizo sin despegarse de mí, estábamos tomando todo lo que podíamos del otro, enredó sus manos en mi cabello, se me erizaba en bello del cuello con su tacto, pero me encantaba. Perdimos la noción del tiempo, estaba completamente perdido en ella y me encantaba. Se despegó de mí, me miró, el vestido lo tenía levemente levantado, vi un poco más de lo que debería, sobra decir que me encanto, creo que había muerto y fui para el cielo, me sentía como un niño chiquito y la emoción que le da la Navidad, Nessie era mi regalo, el más perfecto

— ¿En qué momento pasó? — preguntó entrelazando sus dedos con los míos y recorriendo uno de los tatuajes que tenia

— No sé, Nessie, solo nos pasó y ya, no hay mucho más que debamos preguntarnos, deja de preguntarte y vive el momento como lo hago yo, porque te puedo decir que este, mi pequeña, es el mejor momento de mi vida — sonríe como una niña, junta mi nariz con la suya y aspira mi olor, acción que repetí yo, me repartió besos por toda la cara, yo solo pude cerrar mis ojos, se sentía increíble

— Te das cuenta que cuando estoy contigo, todo está bien, estoy en paz — la observé. Estaba sonriendo con los ojos cerrados, yo me sentía igual, me sentía el hijo de puta más afortunado del mundo, ella me hacía ver las cosas de la forma en que nadie en mis 28 años de edad ha podido, ella logra que no tenga pensamientos malos, incluso logró que viera a los chicos y a Isaac como mi familia, mierda Nessie ha hecho de todo conmigo — ¿Qué sucede? Te quedaste viéndome — preguntó recorriendo mi rostro con sus pequeñas y delicadas manos — siempre quise tocarte — admitió con vergüenza

— En que tú también me das paz, en lo que has hecho conmigo, en que me traes hecho un completo marica y que no me importa — contesté. Sé que soné con deseo, la deseaba así que puse una de mis manos en su nuca y la acerque a mí de nuevo, no quería dejar de besarla, sus labios eran suaves y deliciosos, delicados. Ella enredo sus manos en mi cuello y se acomodó, cruzo las piernas, una de mis manos viajó a su muslo, la acaricie suavemente, tenía la piel como la imagine.

Venecia

Sentí la caricia de Sergey en mi muslo, inmediatamente me tensé, pero quería que lo siguiera haciendo. Me sentía nerviosa pero aliviada, siempre que estaba con Sergey tenía sentimientos locos, tenía un revuelto con ellos, pero me gustaba que él produjera eso en mí. Intenté atraerlo más hacia mi cuerpo, quería que todas las partes que tuviesen que estar justas, estuviesen juntas, quería que este momento se hiciera entreno. Con un solo toque me hacía desaparecer del mundo en que estábamos y crear en nuestro propio, eso me fascinaba. Además que despertaba mis instintos más básicos.




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