Sólo Déjame Amarte

Capítulo 49. Una charla inusual con alguien inusual.

Sergey

Estaba con el cigarro en la azotea del edificio de investigación, era el edificio más alto y el que tenía mejor visión. Aproveche para sumirme en mis pensamientos completamente, mi celular vibró en mi bolsillo, no me fijé qué o quién era. Un rato largo después, sentí que alguien se ponía a mi lado, cuando vi las rastas, me sorprendí ya que no creía que Dante me fuera a encontrar, a seguir o si quiera a buscar; volteé la mirada completamente hacia él y este solo veía al horizonte, de forma calmada, Dante siempre me pareció un tipo extraño, parecía alguien que golpeara a la gente por gusto, pero resultó que era el dueño de una campaña a la que llama “No A La Violencia”

— ¿Qué se supone que haces acá? — dejé de observarlo y posé la vista al frente y terminando de calarme el cigarro

— Venía a hablar con vos, ¿no es obvio? — fue tan sarcástico que quería tirarlo por el edificio, Dante me caía mal y solo porqué le tenía celos, al saber que gustaba de Venecia

— Si es muy obvio, pero no entiendo el por qué — contesté bruscamente

— Cálmate viejo, vengo en son de paz

— Si ya, no me acordaba que eres el tipo hippie que dicta una clase llamada No A La Violencia, el cual parece un matón con la ropa que se viste, sí, lo siento por no acordarme — contesté de vuelta y él se rió, el hijo de puta se rió, lo miré de mala gana

— Perdón, me parece graciosa la forma en que saltas a la defensiva

— Perdona, pero ¿quieres morir? Porque no te entiendo, si me haz seguido, sabrás que vengo de una conversación bastante molesta y quería calarme un puto cigarro en paz, sin que el hijo de puta el cual gusta de mi novia me moleste con sus charlas caritativas de "No A La Puta Violencia"

— Estas siendo algo impertinente, Sergey, solo vengo a hablar — aún estaba calmado cuando me contestó — y por Venecia no te preocupes, estoy intentando las cosas con alguien más — me sorprendí cuando me dijo eso

— ¿Con quién?

— Pensé que no te importaba

— No me importa, pero se la clase de tipo que eres, eres de esos tíos molestos que no se va hasta hablar así que estoy intentando hacer eso un poco más ameno y menos incómodo para ambos

— Es Natasha

— ¿Natasha? Perdón que me meta y lo diga, con todo el respeto irónico que te tengo, pero no creo que Natasha sea de la clase de mujeres que le gusten las relaciones — lo miré y le hice un gesto con la boca

— Está cambiando, es un poco más abierta a las cosas y desde que está suspendida, hemos tenido algo así como terapias, y pegamos onda

— Si ya, córtala, no me interesa tu vida amorosa y menos la de esa chica

— ¿Por qué eres así? — Preguntó serio — ¿Qué es lo que tanto te agobia?

— Dante, no querrás saber sobre mi vida, al igual que yo tampoco sobre la tuya, no te gustará y no estoy de ánimos para que me juzguen

— Pero si la gente acá no te ha juzgado, mirá a Venecia, ¿por qué te juzgaría yo? — me reí por la comparación que hizo

— No te compares con Venecia, estas lejos de tener la bondad que tiene ella

— No me comparo con ella, solo digo que también tienes el apoyo de otras personas aunque no lo creas

— Okay — suspiré derrotado, Dante no dejará de joderme la vida y yo quiero hacer esto menos mortificante — En dos meses me devuelven a Rusia independientemente que cumpla o no con la misión, todo lo que tengo lo perderé y lo peor de todo es que me siento tan egoísta porque no quiero perderlo, no quiero perderla — dije lo último en un susurro, y lo observé, él estaba tranquilo y me pareció extraño

— Lo sé, sé que te devuelven a Rusia, estoy al tanto — me quedé mirándolo fijamente con la ceja levantada

— ¿Cómo que lo sabes? ¿Sabes quién soy? — pregunté irritado

— Si lo sé, Valencia me tiene al tanto de todo, y realmente como te dije antes, yo no soy quién para juzgar, tanto tú como yo, fuimos planes desde el principio, yo no llegué a la academia así de la nada, siempre habrá un propósito de cada quien, el mío es mostrar que se pueden lograr las cosas con poca o sin violencia y el tuyo es derrocar un imperio mafioso, todos los correlacionamos, Sergey, esa es la razón por la cual no debe haber enemistades entre ninguno de nosotros, no te lo digo para que digas ¡ay pobre idiota! Lo digo porque lo creo y tanto como tú, yo tengo mis convicciones — estaba serio y si hubiera sido otra persona o si me lo hubiera dicho de otra forma, me le hubiese reído en la cara, pero hubo algo en lo más adentro de mi corazón o mi cerebro que le creyó, realmente le creyó y ese algo creyó en esperanza o algo parecido a eso




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