Sólo Déjame Amarte

Capítulo 58. Te vas parte II.

Venecia

El día ya estaba claro. Salimos temprano a la academia sin decir absolutamente ninguna palabra, sin atisbos de ninguna emoción, sumidos en nuestros pensamientos. En el viaje ninguno hablaba tampoco, seguíamos sumidos en nuestros pensamientos. Isaac estaba con su mirada perdida porque sentía que le había fallado a Sergey, sin embargo yo no pensaba que eso fuera así, Isaac hizo todo lo que estuvo a su alcance, pero lo que tenía que cambiar era en el consejo

— Che, perdón, sé que vos no te rendiste, solo que, entendé, viejo — pidió Mel. Este la miró con una sonrisa triste — por cierto que fue eso de la sucesión o tu sucesor — Isaac suspiró

— El consejo quiere que yo deje el puesto de director y pues me dieron un tiempo determinado para hacerlo, y este sucesor tiene que cumplir con ciertos requisitos, puestos por mí y por el consejo

— Ahhhh bueno, pero tenemos la racha, definitivamente, el pendejo que se va a Rusia, vos que ya no sos más nuestro director, ¿qué falta? Que la mafia nos gobierne — comentó Vico con rabia

— Esas son las reglas chicos — añadió Isaac

— A la puta madre las reglas, Isaac a la puta madre — la respuesta de Vico fue con enojo, opto por cruzarse de bazos mientras Isaac se rendía ante la indulgencia de Vico y Theo. Mel lo rodeó con los brazos

— De acuerdo con Vico

— Chicos yo sé que les enoja eso, también estoy enojado ya que — Isaac cortó la frase — no sé qué decirles

— No digás nada — dijo Mel

— ¡Bueno ya! No es culpa de mi viejo, ni de nadie, no se dan cuenta que descargando la ira que tienen contra él no ganan nada — defendía a Isaac

— Sí, Nessie tiene razón, aparte ya, deberíamos dejar de pensar en eso, no se puede hacer nada en dos días, no pensemos — Vico y Mel voltearon a ver a Sergey — más bien ponte una buena canción y cantemos como si fuéramos críos pendejos en un viaje de excursión — el pedido fue a Theo y Abi se puso a buscar en las emisoras, volteé a ver a Sergey y este me dio un beso en la nariz.

Al llegar a la academia, había tres camionetas negras

— ¿El consejo? — pregunté a Isaac, este miro bien

— Sí, creo que — bufo irritado — ¡La puta! ¡La gran puta! En serio quisiera matar algún día a muchos de esas personas, no tienen sentimientos — abrió la puerta — Nessie me podrías llevar ahora mis cosas para la oficina — se bajó sin esperar respuesta

— ¿Debería ir? — preguntó Sergey

— Y si no dijo nada, será mejor que te quedes — Sergey asintió a Theo quien agarraba las maletas del baúl.

Dejé las maletas encima de la cama, Mel y Abi no hablaban, las miré a ambas

— Ni que fuera un entierro — intentaba hacerme la fuerte, Mel volteó a mirarme enojada

— ¿Sabes por qué intercedí? Por vos

— ¿Ahhhh?

— Mereces tener una bonita relación, de esas que pintan en cuentos de hadas. Odio la idea que esos imbéciles llamados humanos del consejo, no miren las cosas que hizo el chico en este año que pasó, él cambió

— Mel, pero la ley

— Que se vaya a la mierda la ley, Venecia, ya perdiste demasiado

— ¿Qué decís?

— No te hagas la idiota — la miré sorprendida — perdiste a tus padres cuando tenías 7, es verdad que con la vida nos ganaste a nosotros, pero los padres no se cambian. El idiota del que pensaste que te habías enamorado, tuvo sexo con vos y luego te mando a la mierda, yéndose al equipo malo, conocés al amor de tu vida y los hijos de puta sin corazón quieren que se devuelva a Rusia y encima de todo te das cuenta que tus viejos te mintieron con respecto a tus padres biológicos — me enojaba el hecho que me echara todas mis malas experiencias en cara

— ¿¡A dónde vas con todo esto!? — medio exclamé, medio pregunté

— A que por primera vez en tu vida luchés por lo que amás, sin poner por encima a la puta ley

— ¿Quieres decir que no lucho por lo que quiero?

— Nunca te he visto hacerlo, siempre pones por encima lo correcto — su rostro era impasible — Nessie te amo como si fueras mi hermana y por eso te lo digo, intercede antes de que sea tarde, luchá por lo que quieres y por primera vez manda todo a la mierda y no pienses, dejá la racionalidad a un lado y mándate de nuevo al vacío como lo hiciste por él, lo merece — tenía rabia — y vos también




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