Sólo Déjame Amarte

EPÍLOGO

Sergey

— ¿Qué haces acá? — estaba sorprendido, ella volteó a verme con su maravillosa sonrisa

— Me aburrí de esperar en Argentina y decidí venir por mi cuenta

— ¿Y decidiste esperarme — la observé de arriba hacia abajo, mirando todo su cuerpo  así?

— ¿No te gusta? — su voz era seductora y me hizo un puchero — podría quitarme esto y pues ver si te gusta más — señaló su chaqueta y yo tragué saliva con fuerza. La miraba, en realidad la admiraba, me estaba volviendo loco la corta distancia que teníamos. Sentía que el tiempo se volvía a paralizar. Mi sangre hervía de deseo y más después de una semana de no tocarla, era infinito

— También te podrías quitar esto — me acerqué a ella, señalando el hilo que tenía puesto como bragas, ella miró hacia abajo y lo agarro

— ¿Tampoco te gusta esto? — Sonrió pícaramente y empezó a jugar con las bragas, me miró — siéntate — ordenó, le hice caso sin reprochar, estaba que moría por besarla y ella quería tener un juego de seducción

— Como mande, capitana — dije de la misma forma que le dije después de hacer el amor en la ducha aquella vez. Mantenía su sonrisa. Me senté y ella me vio todo el tiempo, sus mejillas estaban rojas, sus ojos brillosos, me decían tantas cosas, Sólo necesitaba mirarlos para darme cena de la cantidad de emociones que ella tenía guardadas, pero no necesitábamos palabras, nuestras miradas hablaban por sí solas.

Empezó a caminar lentamente hacia mí, verla caminar de esa forma hizo que mi erección empezará a querer salir, volví a tragar saliva y solté mi bolso, que anteriormente había recogido del piso, ella se sentó a en mi regazo con las piernas a cada lado de las mías, ambos sexos estaban juntos y la tela era quienes los separaban, quería romper esa tela

— Hola — puso ambas manos en mi cuello y acercó su boca a la mía — te extrañé, mi amor — me estaba volviendo loco cada minuto, cada segundo que pasaba

— Yo más — salió como un gemido de mi boca, no podía articular ninguna otra palabra y ver a Nessie tan segura de sí misma, me hizo querer devorar cada centímetro de su boca, de su piel, de su cuerpo

— Me alegra — ella también trago con fuerza y sonreí — ¿querés besarme? — preguntó intentando sonar segura, pero al conocerla estos meses, me di cuenta que solo era un intento y que ella estaba nerviosa, pero quería seducirme, lo que no sabía es que yo ya estaba seducido

— Mucho — posé mis manos en su espalda y ella gimió, la atraje con fuerza hacia mí, uniendo mis labios con los suyos. Se dejó besar, incluso me beso con más ansias, después de unos minutos,  la falta de oxígeno empezó a hacer presencia en mi organismo, así que me despegué de ella — ¿qué haces acá?

— Vine a llevarte a casa — respondió y sonreí

— Estando contigo ya estoy en casa — sonrió aún más, mostrando su perfecta sonrisa

— Basta de palabras — dirigió sus manos a la chaqueta que tenía puesta, pero no se la quitó, sólo me dejo ver que no se había puesto sujetador debajo de la chaqueta. Se levantó de mi regazo y me miró, poniéndose el cabello detrás de la oreja, puso una música suave, empezó a bailar, ¡estaba matándome! ¡Bailaba demasiado bien!

Estaba con la boca abierta y mirándola, miraba cada uno de sus movimientos y atrapé ese momento en mi cabeza, agradeciendo al viento por aquella mujer.

Después de bailar por un tiempo, quería levantarme y quietarle toda la ropa, pero ella no dejaba que me levantara, empezó a bajar la parte superior de la chaqueta, se volteó, dándome la espalda y la resbaló, cayendo está al piso, seguí su movimiento, si espalda baja tatuada en casi toda la región se veía hermosa, un tatuaje que tenía, terminaba en su muslo izquierdo, me mataba

— ¿Me volteo? — estaba agitada, la observaba con firmeza, seriedad y deseo

— Sí — mi repuesta fue simple. Se volteó, dejándome ver sus pechos no tan grandes pero que para mí eran perfectos, su cara tenía una sonrisa tímida, esta vez me levanté y me dejó ir — te amo

— Yo te amo a ti — mis labios volvieron a juntarse a los de ella, la llevé a la cama sin dejar de besarla. Como pudo quitó sus zapatos altos y quedó solo en bragas para mí. Me encantaba que a pesar de haber hecho el amor muchas veces, yo aún tenía efecto sobre ella. Toqué todo su cuerpo, absolutamente todo, ella quitaba mi ropa como podía, y yo me dejaba sin problema.




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