Solo déjate amar

Capítulo 2.

Al día siguiente , despierto con el mensaje de Carolina. 


Buenos dias! Paso por ti en 30. No me hagas esperar. 
Caro.”


Me doy una ducha rápida y luego voy a la cocina por algo de comer. 

 


—Buenos días.—saludo a mi padre. 
—Buenos días. ¿Te aceptaron?—pregunta. 
—Aun no lo sé , día de prueba.—digo.  
Me preparo un té , junto con un pan de queso y jamón. 
—¿Y como amaneciste?—le pregunto a mi padre mientras me siento en la mesa y comienzo a comer . 
—Bien.—responde. 
Termino el desayuno.  
—¿A qué hora irás?—pregunta mi padre. 
—Carolina pasará por mí. 
Mi teléfono comienza a sonar , es Carolina. 
—Ya llegó. Nos vemos luego. Adiós.—me despido de mi padre con un beso en la mejilla. 
Bajo las escaleras del edificio. Me encuentro a mí mejor amiga en la entrada. 
—Hola tomatito.—la abrazo. 
—Buenos días nariboo.—me sonríe.—Sabes , pienso pintarme el cabello.—habla mientras comenzamos a caminar. 
—No. Ni se te ocurra , ese rojo es precioso. Y lo mejor que es natural.—digo rápidamente. 
—¿Por qué todos me dicen lo mismo?—bufa. 
—Estas totalmente prohibida pintar o hacer cualquier cosa a esa hermosa cabellera roja. 
—Bien.  
Llegamos en veinte minutos. Ambas vivimos cerca así que no hubo necesidad de tomar un bus o taxi.  
En cuanto llegamos la amable señora Russell me explica lo que tengo que hacer , los horarios y todo lo demás. Lo que más me va a gustar se trabajar aquí es que tendré almuerzo y dulces gratis.  
—Oh , santísima mierda.—digo cuando lo veo.  
—¿Qué acabas de decir?—pregunta Caro.—No puedes bendecir a la mierda. 
Agarro su rostro y lo giro , logrando que observe a Alejandro. 
—Cúbreme , por favor.—suplico. 
—Por supuesto que no. ¿Se conocen? Bueno supongo que si por qué está viniendo hacia aquí.—dice pícara.—Tienes que contarme. 
—Lo haré , si. Después de que entierre tu cabeza en la tierra. 
—Que cruel.—sonríe.—Algún día me lo agradecerás nariboo. 
—Buenos días señoritas.—saluda Alejandro cuando llega a nuestro lado. 
—Hola.—respondo al unísono con Carolina. 
—¿Puedo hablar con usted señorita de cabello castaño? 
—Me llamo Madison. Mi apellido es Miller.—digo. 
—Bueno señorita Miller. ¿Por qué fingió ser otra persona? 
—Estaba aburrida. ¿No cree que debería recibir un gracias? 
—Aburrimiento. Claro. ¿Es tan inteligente como dijo ser?—se detiene un momento—¿Por qué le tendría que agradecer? 
—Si , lo soy. Bueno pues será que gracias a mí , usted no perdió su tiempo. 
—Pensé que se lo dige el otro día. Cuando Silvers  lo hizo. 
—Realmente usted pidió que me agradeciera por no ser despida. Usted no lo hizo . 
—Esta bien. Gracias. Y dejemos de usted. Me puede decir Alejandro o Señor Darío. 
—No es muy importante para mí , así que no pienso decirle señor. Le diré Alejandro. 
—Mucho mejor señorita Silvers , digo , señorita Miller. 
—Jaja , que gracioso.—digo sarcásticamente. 
—¿Qué hacía ahí? Si se puede saber  
—No. No se puede saber. 
—Ya veo.—se quedó pensativo. 
Después de segundos en un silencio incómodo felizmente alguien vino a interrumpir. 
El chico con capucha me entrega un libro. Veo la portada mientras paso el libro debajo de la máquina.  
—Un libro feminista ¿Eh? ¿Quieres impresionar a una chica?—digo. 
El chico alza la mirada y se encuentra con la mía. 
—Woau.—digo. Sus ojos son de un hermoso color café . Estoy prácticamente hipnotizada. 
—¿Tengo algo en la cara?—pregunta. Su voz es ronca. Pero no lo quita lo idiota. 
—No. Son 25 dólares.—el chico deja un billete de cincuenta dólares y se retira. Malditos pijos. 
—Tengo que irme. ¿Cuándo volveremos a tener esta agradable conversación señorita Miller?—habla Alejandro.  
—¿Que le hace pensar que quiero volver a hablar con usted?—pregunto. 
—La curiosidad.—responde. 
—¿Sobre que? 
—Del porque estaba algo ebrio ayer. 
—Bueno está bien. Tengo una pregunta. 
—¿Si? 
—¿Cómo supo que trabajo aquí?—en realidad aún no se si trabajaré aquí. 
—Lo hablaremos en la cena. 
—¿Cena?¿Que cena? Yo no acepte ninguna cena. Pensé que volveríamos a hablar aquí. 
—Creo que sería mejor algo formal. 
—Como sea. ¿A dónde iremos? 
—Sera sorpresa. Ten.—me entrega una tarjeta.—Llámame si necesitas algo.—se retira. 
—Chiquita me tienes que contar ahora mismo.—habla Carolina , recordarme que todo el tiempo estaba a mi lado. 
—¿Tiene alguna idea de que le pasó al chico con capucha? Estaba con los ojos llorosos.—digo tratando de hacerle olvidar el tema. 
—No. Siempre viene a comprar un libro. No habla con nadie , unas cuantas veces le ofrecí mi ayuda pero solo me ignoro. Tienes la suerte de que gracias a ti abriera la boca. Bueno…¡¿Crees que no me doy cuenta que tratas de evitar el tema del chico bombón?!  
—¿Siempre?¿Eso no es raro? Aunque sus ojos son lindos—Carolina me lanza una mirada desesperada. —Esta bien, me rindo. Lo conocí el día en el que supuestamente me encontraría con mi madre. No fue y me hice pasar por otra persona. Es todo. Además es un chico cualquiera , no tiene importancia. 
—¿Un chico cualquiera?¡¿Un chico cualquiera?! ¡Parece un modelo de Calvin Klein!—exclama. Yo río. 
—Baja la voz. Hay gente leyendo. Y no es para tanto. 
—Esta bien. ¿Cómo es eso de que tu madre te dejo plantada? 
—Pues lo normal , me canceló. 
—Lo siento.—dice Carolina con una cara triste. 
—Estoy acostumbrada.—digo. 
El reloj marca las seis. Hora de irme. Pero antes tengo que hablar con la señora Russell. Así que me acerco a ella. 
—Buenas noches. Mmm cómo decirlo. ¿Me quedo con el trabajo o no?—pregunto tímida. 
—Claro que sí. Además no creo que haiga otra chica tan linda como tú que atraiga gente.—me ruborizó por su comentario. 
—Muchas gracias. Bueno me tengo que ir hasta mañana.—la señora Russell también se despide y se da la vuelta a hacer las cosas que hacía antes de que la interrumpiera. 
Espero unos minutos a Carolina para irnos juntas , está noche haremos una pijamada. 
—Tanto tiempo en el baño. Ya te he dicho que no debes estar con el celular mientras vas al baño.—digo riendo cuando la veo. 
—Cállate y vámonos nena. —reímos mientras salimos por la puerta principal. 

---- 
Llego a casa , saludo a papá explicándole que Carolina se quedará a dormir. El parece dudar pero termina aceptando. 
—Muy bien. ¿Qué veremos hoy?—pregunta Caro una vez dentro de mi habitación. 
—Bueno no tengo televisor. El único que hay está en la habitación de mi papá. Tendremos que ver algo por el celular.—digo. 
—Muy bien. ¿Nariboo?—me llama. 
—¿Si? 
—Trae algo de comer. 
—Jaja bien.—me levanto del suelo , salgo de mi habitación. 
Busco algo entre los estantes. Y encuentro una bolsa de maíz. Genial. Mientras que escucho las bolitas de maíz explotar y chocar con la tapa de la olla , puedo oír la voz de mi madrastra. Esta discutiendo con mi padre en voz baja. Trato de ignorarlos y regreso a mí habitación con el maíz listo. 
—¡Huele riquísimo!—exclama Caro.—Trae eso aquí.—palmea a un lado suyo. 
—¿Has elegido algo?—le pregunto mientras me acuesto al lado de ella. 
—Noup—habla de forma infantil.—Te esperaba para escoger juntas. 
—Aww linda.—digo.—Veamos una peli , ya que si buscamos una serie no pararemos hasta acabarla  hoy mismo. 
—Que inteligente resultaste.—bromea. 
—Si… porque yo no pienso con el hígado como tú. 
—Eso no rima.—se queja. 
Cuando Caro pone  play a la película. No escucho la melodía de la intro , escucho los gritos de mi padre y madrastra. 



 



#7463 en Joven Adulto
#30678 en Novela romántica
#5095 en Chick lit

En el texto hay: amor, amistad, secretos y miedos

Editado: 26.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.