El mundo que hoy conocemos es muy diferente a lo que Coraline Lewis y Raziel Zimmerman conocerán en su vida.
En el año 2068 no había nada de lo que nosotros imaginábamos, es decir, autos voladores, tecnología innovadora, etc.; no... no hay nada de eso porque la contaminación ya era demasiado notoria o drástica. En la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya estaba muy preocupado por todo en general, el jefe de toda la organización era Scott Prelimist un señor de cincuenta y nueve años, piel blanca, ojos azules con un tono gris en ellos y cabello cubierto de canas por su edad; él tenía mucho odio a todos, por ello en una conferencia en el que discutían más sobre la contaminación Scott lanzó su mano al escritorio en donde ellos estaban porque en la sala de conferencia era una habitación grande con un escritorio enorme de forma de circulo en los cuales estaban todas las personas que decidían las cosas más difíciles y ahí en la sala era más escritorio que otra cosa.
--¡Todas las personas en el mundo ya están dañadas, tanto psicológicas como moralmente y nada podrá arreglarlo, en conclusión, tenemos que evolucionar!—su grito contenía mucha euforia.
--¿Y cómo piensa hacer eso?—se escuchó en el fondo de la sala; una mujer no más de veinte años, de tez blanca, cabello café claro al igual que en sus ojos pero en su mirada no expresaba nada de vergüenza o arrepentimiento por preguntar; al contrario, demostraba una actitud autoritaria para estar a la contraria de Scott. Él molesto por su pregunta le respondió con una sonrisa fingida:
-- Demasiado simple, lanzamos una bomba que destruya a toda forma de vida—sus palabras contenían demasiada decisión—Aparte, ¿Quién es usted?, ¿Cómo para llevarme la contraria?—los susurros de las demás personas retumbaban a toda la sala haciendo un gran eco.
--Tiene razón, no soy nadie como para pedirle explicaciones, a parte soy una simple secretaria—La mujer salió de la sala con mucho silencio y sin comentarios; los susurros se hicieron más fuertes que antes, hasta que Scott azotó su mano en el escritorio--- ¡Basta!; guarden silencio, ¿no hay nadie más que quiera negar mi idea?—
Todas las personas cruzaron miradas, indecisas si responderle o no, Scott dibujó una sonrisa en su cara de oreja a oreja.
--Eso fue un sí, así que mañana mandare la orden para que se haga todo dentro de dos semanas—-Scott salió aun con la sonrisa mientras silbaba una pequeña melodía.
Coraline despertó abriendo sus ojos cafés perezosamente arrugando su cara al tener un gran rayo de sol de la mañana, se estiró en su cama para al menos no quedarse dormida; la primera imagen que obtuvo fue de su habitación la cual no era como la de cualquier chica: con posters de chicos atractivos, peluches tiernos y lleno de cosas materiales.
La contaminación ya había destrozado casi toda la naturaleza del mundo era un milagro tener aun oxígeno, hacía que todas las personas que salían tenían que ocupar unas mascaras especiales para no morir por la misma falta del oxígeno; las personas ya estaban perdiendo su humanidad ya que sus acciones eran más egoístas que nada; peleaban por tener comida, refugio o alguna cosa para sobrevivir, esto ocasionó que todo servicio público se terminará o cerrará; la primera cosa que sorprendió fue cuando cerraron todas las escuelas del mundo; ya nadie quería ir a ella por medio a morir. Al principio los niños, jóvenes y adultos estaban demasiado felices por no ir a la escuela, sólo que no vieron las consecuencias de esta terrible decisión, la corrupción también destruyo el mundo y aquí es donde los jóvenes empezaban a morir por otros jóvenes que les asesinaban ya sea porque los jóvenes se iban a fiestas o algunas reuniones aleatorias; los niños fueron los que sobrevivieron, bueno algunos de los tantos que existían. Las noticias invadían cada día en los televisores, estos aun funcionaban.
Coraline se quedó en su habitación con una televisión que tenía, mirándola con demasiada atención cuando hubo un corto dejando todo a oscuras, la única luz que llenaba el lugar era la del Sol, la ventaja que tenía en la cabecera de su cama era la transmisora de luz; Coraline se acercó a ella salían todas desorientadas por el suceso tan imprevisto, Coraline regreso para buscar entre sus pocas cosas a ver si encontraba una lámpara para iluminarse en la noche; saco debajo de su cama una caja de cartón llena de álbum de fotografías y muchas cosas sentimentales.
Moviendo tantas cosas se encontró una foto de ella y su familia; Coraline se quedó sentada en el piso un buen rato con la fotografía en la mano llorando sin consuelo. La familia de Coraline había muerto poco a poco: primero fue su papá, él murió gracias a los jóvenes pandilleros; después de la muerte de su padre, su mamá se suicidó, ella había dejado una carta dando las razones pero Coraline y su hermana Scarlet no la abrieron porque se molestaron por dejar a sus hijas solas y sin el amor de una madre; su hermana estuvo cuidando a Coraline por un largo tiempo hasta que Scarlet cumplió veinte años y Coraline dieciocho años, Scarlet quería salir de su casa para buscar un lugar mejor para vivir; esa decisión la invadió por completo así que en una noche Scarlet salió en busca de ese nuevo lugar, desde ese día Coraline pensó que ya había muerto no quería darse ilusiones de que ella seguiría con vida; después de tantos sollozos Coralina se quedó dormida con la fotografía en su pecho estrujándola fuertemente haciendo que se arrugara.