Solo él [#1]

•PRÓLOGO•

Así que... esto era una fiesta.

Parpadee mirando a mi alrededor. No sabía que hacia aquí. No sabía en donde se había metido mi mejor amiga en este momento, pero lo que si sabía es que, cuando la encontrara, la esperarian demasiados sermones de mi parte.

¿Por qué?

Bueno, puede ser porque nuestros padres no nos dejaran venir a ninguna fiesta teniendo sólo quince años cada una o porque sabe que no me gustan los lugares con tanta gente o, simplemente, porque no conozco ni a la mitad de las personas que están aquí.

Si, serán los mejores sermones que escuchará en su vida y espero la mejor de las explicaciones, aunque no soy la mejor para decir eso ya que me escapé de casa esta noche, ups.

Había gente de mi clase, incluida la dueña de la casa que era mi compañera, pero nadie con quien tuviera la confianza suficiente como para ponerme a charlar, excepto Emma, mi mejor amiga.

De repente, una oleada de aire me golpeó la cara y vomité todo lo que había consumido esta noche, desde mi cena hasta las bebidas de recién. Era la primera vez que tomaba algo con alcohol y ya me había descontrolado.

¡MIS PADRES ME VAN A MATAR!

Cuando solté todo, ví que alguien se acercaba a mi, se detuvo justo a mi lado, pero estaba bastante ocupada tratando de esconder mi cara roja de vergüenza.

Segundos después, decidí levantar mi cabeza y decir algo coherente para que no pensara que estaba demasiado tomada, por que no lo estaba. ¿O si?

─Hol... ─mire mejor a esa persona y ví que era un chico, un muy lindo chico─ wow, hoooola.

Bueno, tal vez si estaba algo tomada.

Me concentré en la persona que tenía en frente, lo primero que me llamó la atención fueron sus ojos. Eran negros, pero tenían un brillo especial en ellos. Su cara era voluminosa y de tez blanca. Su cabello era negro.

Era muy guapo.

Esbozó una sonrisa y me di cuenta de que me le había quedado mirando como una maldita acosadora.

¡Genial, Clara, siempre arruinas todo!

─¿Qué tal? ¿Estoy muy drogado o tu has estado vomitando?

Su voz me dejó emboba... espera, ¿Dijo que se había drogado? Eso explica el brillo en sus ojos...

─Emm... no, yo sólo... estaba... ─el esbozó una sonrisa, me puse roja al instante.

─Tranquila, no eres la única que anda mal, ─señaló a un par de personas que estaban igual o peor que yo─  ven, te ayudo a levantarte. ─me tendió su mano y yo la tomé, me tambalee un poco al levantarme.

Su mano era tan suave que por algún momento no quería que me soltara, pero el lo hizo.

─Bueno señorita, fue un gusto salvarla, por así decirlo.

El hizo un ademán de irse hasta que tome su brazo.

─¡Espera! Emm... tú... me...─Dios ¿Por qué no podía hablar? Me sentía intimidada. El enarcó una ceja, respiré hondo─ te quería dar las gracias por ser tan amable conmigo.

El sonrió.

─Oh, no es nada. Por cierto, me llamo Marco.

─Un placer, Marco, mi nombre es Clara.

Al momento pensé que se iría, pero fuimos a dar un paseo por ese jardín tan grande que tenía la casa de mi compañera.

Hablamos de varias cosas. Me contó que tiene dieciséis años, es de Italia, estaba de vacaciones por acá en Argentina y que en tres días se iría a su hogar. El había venido a la fiesta con el hermano mellizo de Emma, Lucas. Sus familias eran amigas y ellos venían seguido para acá. Se quedaban en casa de la familia Ross ─la casa del padre de Emma.─

¿Cómo es que no nos conocíamos hasta ahora?

─Así que, Clara, no te gustan las fiestas...

─No me gustan las personas en sí. ─le corté.

─¿Y cómo es que estas hablando conmigo hace cincuenta minutos y no me has dicho que no te gusto? ─esbozó una sonrisa.

Esa sonrisa me estaba gustando demasiado para ser sincera.

─Bueno, pues... no me caes tan mal que digamos...

─Ya lo sabía igual.

─Oye, que engreído eres. No me gusta la gente engreída, a no ser que la engreída se llame Emma Ross.

Los dos soltamos unas carcajadas hasta que me fijé en su cuello, bueno, más bien, en lo que tenía en el...

─Lindo dije. --─comenté.

─Oh gracias, era de mi madre.

Silencio.

─¿¡Era!? ─ tragué fuerte, el asintió─ Oh, lo siento mucho, yo no sabía... es que... como me dijiste que tu familia se conocía con las familia de Lucas... yo pensé que eran tu madre, tu padre y tú... lo sient...

─Descuida, ─me interrumpió─ fue mi error no comenzar por el principio. Si, vivo con mi padre, pero vivimos con su madre también, mi abuela.

Y ahí es donde me siento lo más tonta que se puede.

─Lo siento mucho Marco...

─Oye no, está bien... ─hizo una mueca─ bien... el dije era de mi madre, me lo dio antes de fallecer.

─Está muy lindo. ─le dije.

De repente, se tensó y parecía nervioso.

Comenzó a mirar para todos lados. ¿Qué le sucede ahora? ¿Hice algo mal?

─Oye...─comentó atrapando mi atención y sacándome de mis pensamientos─ ¿Te gustaría ir por un helado mañana?

Sonreí al instante.

─Claro. ─le dije.

─Bueno, emm... ¿Te parece bien si paso a buscarte a las siete?

─Claro que si... pero...

Vi confusión en su mirada.

─¿Qué pasa? ─preguntó.

─¿Seguro que tú mañana querrás salir conmigo? Digo... porque ahora me puedes ver bien, pero mañana... ─bajé la cabeza avergonzada.

El rodó los ojos.

─Clara... ─murmuró, llamando mi atención─ Claro que quiero salir contigo. ─él se acercó más a mi─ Si tú quieres, prometo que iré.

Y nos miramos, estábamos frente a frente, muy cerca. Hasta que el cerró el espacio entre nosotros abriendo paso a un beso lentamente.

No había dado muchos besos en mi vida, pero este fue el mejor y les aseguro de que esto no era sólo por el alcohol.

Todo era lindo, hasta que me acordé que pronto, el tenía que volver a su hogar y yo estaría sola otra vez.

Me separe cortando el beso, sentí algo en mi estómago y fue horrible, tenía ganas de llorar y me sentía muy angustiada. Bueno, quizás si estoy subestimando demasiado esas botellas de alcohol que bebí.




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