Solo enamorate de mí

Capítulo # 1

Capítulo # 1

Una semana después.

Fiorella se encontraba en el club italiano, jugando sola al tenis, se encontraba furiosa por los regalos que le había estado enviando Máximo de hace una semana, se sintió extrañada y furiosa a la vez. ¿Qué le estaba diciendo?, ¿qué podría comprarla con regalos caros? Sintió deseos de ir a su departamento y golpearlo hasta cansarse. No se iba a rebajar y menos con él.

Máximo se encontraba en el club italiano con sus dos hermanos y su cuñada, en sus brazos sostenía a su pequeña sobrina Selena. Quien era su mundo.      

—Hermano, dime, ¿cómo va la conquista con Fiorella? —preguntó su hermano menor.

—No lo sé, Mariano —respondió con seriedad—. Ni siquiera me ha llamado. Pienso que boto todos mis regalos.

—Cuñado —habló sonriendo—. Las mujeres nos gustan que nos envíen flores o que nos llamen —aclaró con rudeza—, no enviándoles joyas.

—Eso no es, lo que les gusta a las ¡Mujeres! —exclamó su otro cuñado.

—Claro que no, Mario —respondió con seriedad—. No todas las mujeres, no somos interesadas como las mujeres que metes en tu cama.

Mario no pudo evitar enojarse.  

—¡Rosalie! —exclamó su esposo.

—Perdóname, por ser sincera.

—No vayan a discutir —intervino serio Máximo—, somos una familia.

—Me voy a dar un baño —anunció Mario alejándose de ellos.

—Es un prostituto —soltó ella—. No sé, cuando dejara a sus mujeres. 

—Es un Greco —soltó burlón su cuñado.

—Entonces, mi esposo no es un Greco —comentó seria—. No me ha sido infiel.

Mariano sonrió. 

—A mi hermano, le cambiaste el cerebro —dijo bromeando.

Rosalie arqueo la ceja. 

—Más o menos.

Máximo bajó de sus brazos a la pequeña Selena, quien se parecía a su hermano y a su cuñada, la pequeña tenía los ojos azules, cielo y su cabello de color amarillo como lo de su madre, su piel blanca y sus mejillas rosaditas, su pequeña carita se notaba sus fracciones finas como la de su madre y algunas de su padre. Desde que Selena llego a la familia, Greco hizo poner su mundo de cabeza, a pesar de que tiene dos años, era traviesa y muy despierta a su edad. La adoración de toda la familia. 

—Me voy a la piscina —anunció alejándose de ellos.

—¡Tío! —grito la pequeña, quería salir corriendo, pero su madre la tomó entre sus brazos.

—No, amor, tío Máximo, irá a darse una ducha.

—Sí, mi princesita —habló su padre y mirándola con amor—. Ven con papá —extendiéndole los brazos.

Selena se fue con él.

.

.

En la cancha de tenis.

Fiorella se encontraba descansando un poco, jugar al tenis, la dejo agotada, sentía ganas irse a darse una ducha, tendría que esperar un poco.

Se levantó de la banqueta de donde se encontraba, tomó sus cosas y salió de ese lugar, camino un poco más y vio la figura conocida.

¿Por qué tendría qué conseguirlo allí? Pidió a Dios que no la viera, camino más rápido, pero alguien la detuvo agarrándola por la cintura. Maldijo por adentro.      

—Mi Fiore —hablándole al oído.

Fiorella se estremeció, conocía esa voz perfectamente. 

—¡Suéltame! Máximo —le pidió furiosa.

—Para qué —dijo pegándola más a su cuerpo.

—Me sueltas o grito —dijo amenazándolo.

Él la soltó, si no lo hacía. Gritaría y no quería meterse en problemas.

—Estás muy agresiva, preciosa —dijo girándola para mirarla a los ojos. 

—Solo lo soy cuando una persona “DESCONOCIDA” me toca —aclaró muy seria—. Esta tarde, te enviaré tus regalos.

—No te gustaron, preciosa —soltó con arrogancia—. Son las joyas más caras del mundo. Eres una mujer difícil.  

—No soy una prostituta —le recordó con seriedad—. No soy una de tus mujeres para que me estés enviando regalos. ¿Y para la próxima qué me envíes algo? ¡Te denuncio! —exclamó alejándose de él, dejándolo atónito de nuevo.

Su mente quedó en blanco, Fiorella era una mujer muy peligrosa y difícil de enamorar.

Fiorella podía sentir las chispas en sus ojos, estaba muy, pero muy furiosa, tenía ganas golpear algo con sus propias manos. Que su ira se fuera.

Camino un poco más y sintió un llanto, miró hacia abajo, encontró una pequeña niña llorando, se veía perdida, con cariño la tomó en sus brazos y la arrullo. Al sentir que la niña dejó de llorar le habló:

—¿Qué pasa cariño? —preguntó con dulzura.

—Me peldí —balbuceó la pequeña.

—Oh —dijo mirándola con preocupación—. ¿Y cómo te llamas?

—Selena.

—Selena, es un hermoso nombre —dijo sonriendo—. Y dime, ¿cómo se llama tu mami? Es que necesito buscarla.

Selena la miró.

—Rosa.

—¿Rosa? —murmuró extrañada—. ¿Estás segura qué se llama así?

Ella asintió.

—Mmm, es un nombre raro —dijo con tranquilidad—. Vamos a buscarla.

—Sí.

Fiorella se regresó de nuevo.

.

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En el club.

Rosalie y Mariano se encontraban desesperados buscando a su pequeña hija, la habían dejado saboreando un helado, cuando regresaron. No estaba, corrieron por todo el lugar sin parar.

Máximo y Mario se unieron en la búsqueda, pero no la encontraban,

Máximo sentía que le faltaba el aire, amaba a esa pequeña con locura, es su razón de vivir, tenía que encontrarla como fuera de lugar. Corrió de nuevo por los lugares más peligrosos del club, su temor era que la niña hubiera caído y estuviera lastimada, tan solo pensarlo se sintió destrozado.

Fiorella venía caminando y él chocó con ella.  

—Auh —dijo quejándose con la niña en brazos.

—Lo sien —no termino la frase, al ver a su sobrina en sus brazos—. ¡Gracias a Dios! —exclamó quitándose de los brazos.

—Oye —dijo seria, pero su seriedad cambio al verlo como abraza con fuerza a la pequeña, quedó muda al verlo como las mejillas de él se llenaron de lágrimas.




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