Capítulo # 5
Una semana después.
En la mansión Greco Di Rossi.
—Adiós —dijo dándole un beso a su esposo en los labios—, que te vaya muy bien, tu primer día.
—Gracias —dijo sonriendo a su esposa y terminando de arreglarse la corbata—. Nos veremos a la hora del almuerzo —dándole un beso de despedida.
—Buenos días, señora —habló desde la puerta Juliana.
—Buenos días, Juliana —contestó sonriendo.
—Vengo a informarle, que el desayuno está listo —anunció con suavidad.
—Gracias, en cinco minutos estaré abajo.
—Con su permiso.
Fiore se levantó de la cama, se colocó un vestido pegadito al cuerpo, se pintó un poco los labios, se hizo una cola alta, unas sandalias altas, bajo las escaleras y se dirigió a la cocina.
—Buenos días —dijo mirando a Olivia que se encontraba preparando el desayuno.
—Buenos días, señora —dijo colocando la comida en la bandeja—, espero que le guste.
—Verá que sí —aseguró sentándose en la silla, probo un poco de huevo con queso y un poco de jamón—. Mmm está delicioso, ¿qué es esto? —preguntó mirar una cosa redonda que se encontraba en su bandeja.
—Eso se llama arepa —contestó Olivia sonriendo—. Pruébelo, le va a gustar.
Fiore mordió la masa un poco dura, le gusto lo adentro noto, que estaba rellena con un poco de mantequilla, queso y un poco de huevo.
—Está delicioso —saboreándolo—, mi esposo. ¿Lo probo?
Olivia asintió.
Ella terminó de desayunar para salir a visitar a su primo Josué, quien había sido operado del corazón. Gracias a Dios, todo había salido muy bien, su primo se estaba recuperando favorablemente, tomó las llaves de su auto y se dirigió a la casa Palmer Montiel.
Al llegar, tocó el timbre, el mayordomo Marco le abrió y le informó que su primo no se encontraba en casa, solo estaba su esposa con el pequeño bebé, subió las escaleras y encontró a Gabriela amamantándolo.
—Hola —dijo acercándose a ella, dándole un beso en la mejilla—. Mi pequeño Xavier está alimentándose.
—Sí —respondió orgullosa su madre—. Antes de irme, le doy el pecho… Pareciera que no quisiera terminar de alimentarse, porque cuando intentó quitárselo, comienza a llorar y tengo que meterle el otro seno —contó risueña.
—Es muy comelón —comentó asombrada—. Succiona con mucha fuerza —sin poder creer lo que veía—, debe de doler mucho —sintiendo un poco de miedo.
—Más o menos —dijo sonriendo por la cara de espanto que tenía su prima—. Al principio sí, después no… Puedes ver que succiona con fuerza y no me duele.
—Qué alivio —soltó suspirando—. Sí, llego a tener un bebé, pensaré en amamantarlo.
Gabriela sonrió y con cuidado le quito el pecho a su hijo, se acomodó la blusa para tapar su seno, le empezó a sacar los gases, en menos de unos minutos el pequeño se encontraba en brazos de su prima.
—Está precioso —dijo dándole un beso en la mejilla—. Eres el bebé más bello del mundo.
—Gracias, prima —dijo Gabriela imitando una voz infantil, se levantó, tomó un bolso, guardo todas las cosas de su bebé y miró a Fiore—, tengo que irme.
—Oh —entregándoselo—. No sabía que ibas a salir —confesó un poco sorprendida.
—Voy al trabajo, tengo miedo en llevármelo allá —comentó insegura, su empresa no era un lugar apropiado para un bebé de pocos meses de nacido.
—Podrías dármelo —dijo con voz serena—. Me lo llevó a mi casa y lo cuidaré, cuando Josué o tú estén disponibles, pueden ir por él —ofreciéndose.
—No quiero molestarte —afirmó apenada—, estás recién casada. ¿Tu esposo, no se molestará? —pregunta preocupada, no quería causarle problemas a Fiore, ella había sido tan buena con ella. No se lo perdonaría.
—No —aclaró alegre—. Está trabajando y me siento un poco sola.
—Está bien —no muy segura—. Cualquier problema me avisas, ¿sí?
—Te llamaré, si llega a pasar algo —dijo quitándole al pequeño y ella le dio su bolso—. Gracias.
Fiorella y Gabriela salieron de la casa, ella subió al bebé en su portabebés, la progenitora le dio un beso a Xavier y se fue.
Se subió a su auto y se dirigió a su casa, de reojo miró al pequeño Xavier y sonrió con el pequeño, al llegar a su hogar sacó al bebé de portabebés para darle mucho amor.
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Horas después.
Fiore le dio un beso a Xavier, le colocó a su alrededor almohadas para dejarlo seguro en su cama, se emocionó al verlo dormido y tan indefenso le dio un vuelco al corazón, lo amaba tanto, solo era su sobrino de cariño, como sería sí tuviera un hijo propio. Le daría su corazón por completo y de eso estaba segura.
Máximo llegó un poco cansado de la oficina, quería almorzar con su esposa. En una semana, Fiorella se había convertido en una maravillosa esposa y una amante sorprendente, que le había demostrado lo mucho que lo deseaba, todo estaba marchando de maravilla, lo único que le preocupaba era que no había usado protección las tres primeras veces, aún no se encontraba preparado para tener un hijo. Subió las escaleras, al llegar a su habitación, quedó quieto al ver a un bebé que jamás había visto en su vida, se acercó a él y lo miró extrañado. ¿De quién era el bebé?
—Hola —habla alegre su esposa y salió del baño—. ¿Cómo te fue?
—¿Quién es él? —preguntó serio.
—Es mi hijo —respondió bromeando, noto el enfado de él—, es…
Xavier abrió los ojos enormemente dejando notar sus hermosos ojos verdes, esmeralda y lloro, Fiorella lo tomó entre sus brazos y lo meció, pero, nada hacía efecto.
—¿Qué pasa Xavier? —pregunta preocupada y acariciándole la espalda con cariño.
—Dámelo —ordeno su esposo, ella obedeció sin chistear. Se lo entregó—. Debe de estar mojado —comentó acostándolo en la cama con cuidado, le quitó la ropa y le quitó el pañal para su sorpresa el pequeño no estaba orinado, sino hecho su mayor necesidad—. ¿Me imagino que trajiste un pañal?