Capítulo # 7
Una semana después, Fiorella y su esposo tuvieron que viajar a Italia para presenciar el matrimonio de sus hermanos, al principio observó el enfado de sus padres. No les dieron tanta importancia, al ver felices a sus hermanos, cada a uno por su parte los aconsejo y le desearon lo mejor.
El matrimonio estuvo sencillo y hermoso, Máximo estuvo ocupado con su sobrina Selena que no la soltó en ningún momento, le gustaba disfrutarla y jugar con ella un rato, Fiore platico un poco con su padre un poco con Gerardo, ella lo notó un poco más cariñoso de lo normal, él le hizo muchas preguntas, como iba en su vida de casada.
Horas después el matrimonio había terminado dejando a los invitados agotados.
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Días fueron pasando y los meses también.
En la mansión Greco Di Rossi.
—Ven acá —dijo Fiore alzando a Xavier, el pequeño sonreía divertido—, es hora de que te bañe —sonriendo.
—Hola, preciosa —habló Máximo llegando y quitándose la corbata—. Y, ¿cómo estás?
—Muy bien —contestó y dándole un beso en los labios—, aquí está el tío Máximo.
Xavier movió sus manitos para que él lo cargara, Máximo lo tomó entre sus brazos y con cariño le dio un beso en la frente.
—Estás enorme —comentó sonriendo.
—Es natural, ya tiene once meses —dijo emocionada.
—¿Y eso que está aquí? —un poco sorprendido, muy pocas veces Josué o Gabriela se lo dejaban a ella.
—Tuvieron que irse para el médico —comunicó—. Gabriela se sintió un poco mal y Josué la convenció para que se fueran a ver al doctor.
—Ojalá que no esté embarazada —soltó sentándose en el sofá y colocando al pequeño en sus piernas—, sería muy prematuro.
—Yo también pienso lo mismo —afirmó sentándose al lado de él.
—¿Y cómo ha estado tu día? —preguntó mirándola, hace unos meses la había notado un poco cansada, le había pedido que fuera al médico, pero se niega, principio pensó que estaría embarazada, pasa los meses y no había llegado la noticia de hacerlos padres… Había pensado seriamente en llevarla para un ginecólogo, así saber qué estaba pasando.
—Un poco agitado, normal —expresó con tranquilidad, aunque era una gran mentira porque desde que Dana y Gabriela le estaban pidiendo ropa para los niños y ella, con gusto se los hacía, la estaban dejando completamente agotada, no quería decirle nada a Máximo para no preocuparlo.
En eso sonó el timbre.
Ella se levantó para abrir, era su primo con su esposa.
—Pasen.
—Gracias —dijeron los esposos.
—¿Y cómo les fue? —preguntó curiosa.
—Muy bien, me dijo; Daniel, que descansara. Tengo un poco de anemia —comentó Gabriela encogiéndose de hombros—. ¿Y cómo se portó? —mirando a su pequeño.
—De maravilla —contestó sonriendo—. Me quedé asombrada, que da pasos.
—Sí —habló orgulloso su primo—, será muy inquieto.
—Eso es lo bueno —sonriendo Máximo, entregándole al niño.
—Hijo te extrañé —confesó abrazándolo con cariño.
Un teléfono comenzó a sonar, Fiorella salió, observó que era su celular y contesto, se fue a platicar en el comedor.
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Dos minutos después.
Ella llegó gritando de emoción y asustando a los presentes.
—¿Qué pasa prima? —preguntó Josué mirándola con seriedad.
—¡Ya! —soltó emocionada.
—Ya, ¿qué? —preguntó su esposo preocupado.
—¡Nació la bebé! —exclamó eufórica—. Me llamo Mariela, nació nuestra sobrina amor —abrazándolo con emoción.
Máximo también la abrazo, emocionado. Era tío de otra hermosa niña.
—¿Y cuándo nació? —preguntó emocionado.
—Hace unos minutos, todo salió bien. Blanca la pudo parir, dice que es muy hermosa, hay que irla a conocer.
—Por supuesto que sí —aseguró—, nos iremos en un avión privado.
—Podemos irnos en el mío —dijo Josué ofreciéndose—, hoy tengo que viajar para ver mis negocios de allá.
—Entonces nos iremos todos —habló su esposa mirándolo—, quiero conocer al nuevo miembro de la familia Di Rossi.
—Entonces, decidido —afirmó Máximo.
—Claro que sí —dijo ella emocionada.
Josué hizo una llamada mientras que Fiorella salió corriendo, guardo la ropa de ella y de su esposo, no sabía exactamente cuántos días se quedarían en Italia, lo importante que conocería a su sobrina, la primera nieta Di Rossi, se imaginó que su padre estaría muy feliz.
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Horas después.
Fiorella tenía en sus brazos a su primo sobrino, mientras que Gabriela no se sintió muy bien, Josué se encontraba con ella tranquilizándola, sentía deseos de vomitar y mareada.
Máximo terminó de dormir al pequeño, Gabriela se quedó dormida luego de tomar una medicina, Fiore no aguanto y se quedó dormida horas después.
Al llegar a Italia Josué se fue para su antigua casa y acostó a su esposa, dejándole al niño a su prima y esposo, tenía miedo de que su esposa se pusiera mal y no sabría qué hacer con el niño, Máximo lo tenía en brazos cuando llegaron a su antiguo departamento, él abrió la puerta y dejo al niño en su antigua cama, salió para guardar las maletas, Fiorella se dio un baño en menos de diez minutos, se colocó un vestido rosado de tirantes un poco suelto, se soltó el cabello dejando notar lo largo que lo llevaba, se puso unas sandalias bajas, no se aplicó perfume y mucho menos sus accesorios.
—Estoy lista —dijo caminando hacia la cocina.
—Estás hermosa —habló él mirándola—, yo también me daré un baño y nos iremos para la clínica. ¿A quién se parecerá, a mi hermano o tu hermana? —preguntó curiosidad.
—Yo también, estoy con la duda —confesó alegre.
—Preciosa, cuida al pequeño, mientras me doy una ducha —ordeno alejándose de ella.
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Media hora después.
En la clínica.
—Dios mío, esta preciosa —exclamó la suegra de Blanca, mirando a la pequeña que tenía en sus brazos—, toda una Greco.