Michelangelo se despertó de golpe, respiraba agitadamente mientras trataba de reconocer el lugar en el que se encontraba, todo lo sucedido volvió a su mente y buscó a sus hermanos con la mirada.
Estaban dormidos plácidamente.
Mikey, se sentó el borde aún con el recuerdo de ese sueño en su mente, no sabía si decirle a Raph y a Donnie, tal vez lo tacharían de loco.
-No, mejor lo hago después…
Incapaz de conciliar el sueño, salió en silencio hacia la cocina, tomó un vaso de leche y se dispuso a regresar, hasta que vio a Leonardo de espaldas, manteniendo las manos en el timón.
-¿Qué haces despierto a esta hora Michelangelo? –preguntó sin dejar de ver al frente, sobresaltando al menor
-Yo…-su tono era vacilante, Leo regresó su mirada hacia él suavizando su expresión, eso provocó un pequeño calor en el corazón del de naranja- No podía dormir…. –admitió sentándose en el suelo
-Te entiendo –el capitán se sentó en el borde del barco cerca de él, Mikey puso una expresión de pánico
-E-el timón ¡Nos vamos a estrellar! –iba a pegarle una patada al de azul para que regresara al mando pero este solo soltó una carcajada confundiéndolo
-No te preocupes, en la noche las aguas son calmadas, y esta corriente en especial dirige el barco a nuestro destino sin necesidad de dirigirlo –el menor suspiró aliviado- Extrañas tu hogar ¿cierto?
-Sí, extraño a mi papá, a mis amigos pero sobre todo a mi hermano
-Pero entonces… Raphael y Donatello no son….
-¡Sí!, digo no, digo los dos, digo, ¡Ahhh!... –Mikey agarró la cabeza con frustración pero se calmó al instante- No es eso, ellos son mis hermanos, pero en realidad somos cuatro solo que cuando vinimos acá lo dejamos en casa, y lo extraño mucho… -dijo haciendo un puchero
-Y ¿cómo es él? -cuestionó con sincera curiosidad
-Él es como nosotros obviamente, pero su piel es color pistache y sus ojos son muy azules, más que los míos, es valiente, inteligente, nos tiene mucha paciencia cuando hacemos travesuras aunque a veces se porta como mamá gallina….-sonrió ante el recuerdo- Pero sobre todo, nos quiere mucho y nos cuida desde que éramos muy pequeños
-Vaya, parce que lo aprecias mucho –le dijo mirándolo con una sonrisa
-Sí –afirmó el menor contento- Y tú ¿tienes hermanos?...
La sonrisa de Leonardo se borró y al instante Mikey supo que no debió preguntar eso. En los ojos del mayor apareció un leve destello de dolor, pero vio la expresión preocupada del desconocido y le sonrió tranquilizadoramente.
-No Michelangelo, yo no tengo hermanos….-se levantó volviendo a tomar control del timón- será mejor que regreses a la cama, está por amanecer y estarás cansado todo el día….
-Leo, yo….-bajó la mirada cuando se dio cuenta que él no lo regresaba a ver- Lo siento…
-No tienes por qué, no has hecho o dicho nada malo o ¿sí?
-No, pero….
-Anda, ve a dormir
-Hai, buenas noches – Mikey se retiró y esta vez, ni bien puso la cabeza en la almohada, cayó en los brazos de Morfeo al instante.
A la mañana siguiente los tres se levantaron con más ánimo, Michelangelo les había contado sobre la plática que hubo entre él y Leo dejándolos confusos. Cuando salieron vieron a todo el mundo trabajando no había uno que no estuviera limpiando, ordenando barriles, cortando sogas o algo de utilidad.
-¿Dónde está Leo? –preguntó Raphael a Slash que pasó justo a su lado
-Está en sala común con Casey y Usagui, creo –les señaló el lugar antes de marcharse
Cuando entraron se sorprendieron un poco, ese lugar se parecía al dojo, en una esquina reposaban varias armas, en otra había varios baúles, en una de las paredes estaba colgada una cartelera con algunos mapas que estaban rayados estratégicamente y por último, justo en el medio una gran mesa en donde estaban Leonardo, Casey, Usagui y Ángel, que se veían muy concentrados, hasta que el capitán sonrió como si hubieran armado un plan perfecto y lo iba a llevar a cabo.
-Sí, ya lo habéis oído entonces, estará libre el bar desde la tarde ¿cierto?
-Sí capitán, ella se ha asegurado de que sea así –respondió Ángel alegre
-Bien entonces, esta noche lo celebraremos Casey –Leo le puso una mano en el hombro
-Pero no tienen por qué arriesgarse tanto…
-Por supuesto que si Casey, somos familia, ya lo consulté con el resto y están de acurdo conmigo –respondió el de azul dejando sin salida- Además merecemos un descanso del mar -Casey sonrió a forma de rendición
-Está bien, ella se pondrá muy feliz –susurró
-Bien entonces regresen a sus puestos, por favor, Usagui te encargo el timón hoy. Tengo que revisar algunos asuntos pendientes
-Hai –después de eso los tres salieron, saludando a sus nuevos amigos
-¿Sucedió algún problema? –preguntó a las tortugas paradas cerca de la puerta
-No pero nos gustaría saber en qué podemos ayudar –Donnie se rascó la nuca con algo de pena
-Y no nos digas que no tenemos por qué, queremos ayudar –replicó Raph conociendo como era su hermano
-Está bien –suspiró algo resignado- Donatello por favor ayuda a Leanderhead con el registro de medicinas, es un conteo de rutina no creo que te cause problemas, Raphel ayuda a Casey y Slash con los barriles de pólvora, puedo ver que prefieres un trabajo más físico, y Michelangelo ayuda a Ángel en la cocina, va a necesitar algunas manos extra
-Sí, señor –canturrearon un poco en broma antes de salir a sus asignaciones
-Estos niños me van a matar un día de estos –susurró el de añil negando con la cabeza mientras una suave sonrisa adornaba sus labios
Con Donatello
-Ya veo, en ese caso agradezco que hayas venido, a veces pierdo las cuentas y debo volver a empezar, es bueno tener ayuda de vez en cuando…
-Leo dijo que era un conteo de rutina, así que asumo que lo haces cada día pero ¿por qué? –Donnie le paso unas cuantas vendas al cocodrilo