Claire
Mi turno estaba por terminar cuando la jefa de pediatría me pidió que asistiera a una presentación especial. Un nuevo patrocinador había donado una suma impresionante para construir una nueva ala pediátrica. “Importante para la imagen del hospital”, dijo. Traducción: sonrisa, presencia y diplomacia. Nada que me apeteciera.
Entré al auditorio con la bata abotonada hasta el cuello y un leve dolor de cabeza. No dormía bien últimamente. El bebé aún no era más que una sombra en las ecografías, pero ya comenzaba a demandar cada gota de energía que me quedaba.
Lo vi antes de que hablara.
De pie junto a la directora del hospital, impecable en su traje azul oscuro, con el mismo aire de suficiencia que recordaba. El mismo cabello peinado hacia atrás. La misma mirada aguda.
Mi corazón se detuvo un segundo.
No. No podía ser.
—Con ustedes, el señor Grayson Locke, CEO de Locke & Associates —anunció la directora, sonriendo como si acabara de presentar a un dios.
Locke.
Grayson Locke.
Por supuesto.
Me quedé helada.
Él tomó el micrófono con una sonrisa leve, profesional. Empezó a hablar de filantropía, de inversión social, de “ayudar a los más vulnerables”. Cada palabra era elegante, controlada, vacía.
Hasta que sus ojos se encontraron con los míos.
Y, por un instante… vacilaron.
Lo vi fruncir el ceño.
Inclinar apenas la cabeza, como si intentara recordar algo.
Y entonces lo supe.
Me reconoció.
Yo también.
El aire entre nosotros se volvió denso. No había sonido en la sala que pudiera competir con la tensión que acababa de instalarse.
Él no sabía nada.
Todavía.
Pero el juego estaba por comenzar.
Y ninguno de los dos saldría ileso.