Grayson
No pude dejar de mirarla.
Desde que la vi entre el público, con esa expresión de hielo derritiéndose en los bordes, supe que algo no cuadraba. Era ella. Claire. La mujer con la que pasé la noche más intensa y absurda de mi vida. La que se había ido al amanecer como si nunca hubiera estado allí.
Y ahora estaba frente a mí. Con una bata de médico, en mi maldito hospital patrocinado.
Después de la presentación, fui tras ella. No sé si fue una corazonada o simple necesidad de respuestas. La alcancé en el pasillo, justo cuando entraba a una sala de descanso vacía. Cerró la puerta con una calma que no sentí nada casual.
—Así que eres tú —dije, cruzando los brazos.
—No estaba tratando de esconderme —respondió, sin mirarme directamente.
—¿No? ¿Entonces por qué desapareciste sin una palabra?
Silencio. Solo el zumbido del fluorescente.
—No iba a cambiar nada —murmuró al fin. Y fue esa frase, dicha con tanta resignación, la que me hizo notar lo que estaba ocultando. Sus ojos estaban oscuros, cansados. Pero había más. Algo físico. Instintivo.
La observé de arriba abajo.
—Estás… distinta.
Ella bajó la mirada. Una pausa. Un suspiro.
—Estoy embarazada —soltó, sin adornos.
El mundo se detuvo. Sentí como si la habitación se encogiera de golpe.
—¿Qué?
—Estoy embarazada, Grayson. Desde esa noche.
Me reí. Una carcajada breve, incrédula. No podía ser. ¿Esto era una broma?
—¿Y me lo dices ahora?
—¿Qué esperabas? No sabía tu apellido hasta hace una semana. Fue solo una noche, ¿recuerdas?
—¡Claire, por Dios! ¡Esto no es un maldito accidente menor! ¡Es una vida!
Ella se tensó. Se acercó con esa elegancia helada que tenía cuando quería clavar un cuchillo con palabras.
—Y es mi vida la que está en juego. Yo tengo que cargar con esto. Yo tengo que tomar decisiones. Tú solo estás aquí porque el destino se burló de nosotros.
Nos miramos como si estuviéramos en trincheras opuestas.
Por primera vez en años… me sentí completamente perdido.
Editado: 01.07.2025