Solo eres mía y de nadie mas

▲ capitulo 48 ▲

 OMNISCIENTE 

en toda la boca de Calabria solamente se podía escuchar sobre la tan esperada boda del hombre más poderoso de Calabria. cristaldo Cannizzaro con una hermosa mujer de clase, alcina de lorenzo siendo motivo de envidias de todas las mujeres como falsos rumores de una magnifica pareja sin sabee exactamente la otra cara de la verdadera realidad sobre esta unión forzada de estos dos.

a tan solo unas horas de que la ceremonia se llevara a cabo, la mañana siguiente que los pajarillos cantaran las campanas de la iglesia sonarían marcando el inicio de la gran ceremonia. la futura esposa, aquella joven italiana se encontraba sentada en un sillón viendo hacia las ventanas del balcón cerrado. el cielo oscuro estrellado con una hermosa luna, sintiéndose en un laberinto donde cree encontrar una salida solamente es una trampa donde cae a un abismo más profundo al creer que podría finalmente escapar.

fallando en suicidarse, fallando en sus intentos de escapar y confiando tontamente en personas. cayo resignándose a aceptar su trágico destino. ser la esposa de cristaldo Cannizzaro, pero posiblemente había una última oportunidad de poder salir de esto, una última solución para evitar que esa ceremonia de lleve a cabo.

levantándose de aquel sillón para colocarse un cambio de ropa; un pantalón de vestir de color negro, una blusa de manga larga, unos tenis cómodos y una pequeña bolsa además de atar sus cabellos en una coleta. ya estando lista salió de aquella habitación para ir a donde su futuro esposo se encontraba trabajando.

todos los hombres de seguridad miraban a la joven italiana vestida lo que le hacían sospechar, estando frente a las puertas oscuras golpeo una de ellas esperando el permiso de poder ingresar.

-adelante_ se escuchó del otro lado, entro viendo al hombre al teléfono con un folder con algunos documentos que el hombre avaricioso al notar la presencia de su futura esposa cerro aquel folder_ te llamo después_ colgó dejando todo en el escritorio_ mi rosa dorada_ se acercó a ella abrazándola y besado su mejilla_ gracias por venir a verme, me hacía falta verte antes de mañana

-compartimos habitación_ respondió sin ánimos

-lo sé, pero, aun así. tenerte entre mis brazos antes de mañana me es magnífico_ sonrió tiernamente hacia la mujer_ en que te puedo ayudar mi rosa

-mañana es la ceremonia cristaldo y.… quería saber si podría salir

- ¿salir? ¿donde?

-a caminar o a un lugar. como mi fiesta de -despedida de soltera_ se rio en bajo_ de acuerdo amor, te puedo asegurar que no tendré yo una. pero tienes razón, la labor de una esposa con un apellido tan importante como el mío tiene muchas obligaciones. claro que puedes ir amor, pediré a los hombres que...

-no_ la miro_ quiero ir sola, por favor_ sonrió

-de acuerdo amor, ten cuidado_ asintió, se acercó besándola tiernamente, la joven italiana salió de la oficina de su prometido que la sonrisa tierna del hombre se formó una mueca seria

-señor_ sus hombres entraron a la oficina_ la señorita de lorenzo ha pedido un taxi, quiere que la sigamos

-no_ se acercó a beber un poco de licor_ déjenla respirar un poco de aire fresco, mañana será mi esposa_ miro por la ventana como un auto llegaba a la mansión_ y nadie se atreverá a alejarla de mí. alcina será mi esposa, solo será mía y de nadie más. de eso me encargo yo_ afirmo con una gran frialdad

después de que aquel taxi dejara a la joven italiana quien caminaba entre la gente, pasando entre ellas como la roca en un rio. con la mirada perdida y con un gran desconsuelo en su alma por saber que su vida ahora será una mierda total, estar atada ante un hombre que jamás ha amado y amara, pero esta salida puede ser la última oportunidad que tenga para salir de este maldito mundo.

caminando con una sola dirección en mente, la última salvación que tiene. al finalmente haber llegado a la estación de trenes donde las ultimas personas bajaban y abordaban sus trenes la joven italiana entro acercándose a la caja.

-buenas noches señorita

-buenas noches, un boleto a véneto

-claro cincuenta liras _le pago que aquella mujer le entrego el boleto_ gracias

-que tenga un excelente viaje_ se alejó pasando los torniquetes para poder ir a los trenes.

estando frente a los rieles antiguos del tren, miraba a las personas metidas en sus asuntos. ignorándola totalmente, con algunas lágrimas comenzo a acercarse a la orilla donde la línea marcaba un alto en pasos pequeños. un temor se presentaba en su cuerpo, pero del mismo modo una voz en su interior que le gritaba hacerlo la estaba haciendo caminar. a tan solo un paso de poder caer en aquellos rieles y tablas viejas además de girar la mirada a la locomotora que hacía escuchar su chiflato la joven italiana tomo un fuerte suspiro antes de cerrar los ojos dispuesta a suicidarse.

pero unos brazos la tomaron haciéndome retroceder viendo la locomotora pasar frente a ella, bajando la mirada a aquellos brazos reconociéndolos. se giró aun con lágrimas en los ojos viendo sus ojos inundados en lágrimas.

-no lo hagas alcina, por favor..._ su suplicas corrompieron más a la joven italiana quien solamente pudo girarse abrazando a aquel piloto

-Luigi...

-no quiero perderte_ manteniéndose abrazados siendo vistos de manera extraña por los demás pasajeros sin sospechar del dolor que los dos jóvenes enamorados sentían en ese momento.

perder a aquella persona que realmente aman.

de tan solo unos minutos en quedarse en aquella estación de trenes, yendo los dos a un pequeño departamento de baja calidad, donde se escondía de la oscura maldad de Cannizzaro. abrazando a su amada niña mientras ella seguía llorando desconsolada de hablar de toda lo que ha vivido alado de aquel hombre.

-mi linda niña_ seguía abrazándola tratando de reconfortar aquel llanto_ ya no llores, estoy contigo ahora_ la joven italiana se separó del pecho del joven piloto fijando sus miradas.




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