¿ Solo eso pasó? Las citas de Ro y chico Brown #2

Date 3♥ Piccolo.

 

 

Definitivamente esto se siente bien, más que bien es lo mejor que una persona puede sentir y no, claro que no hablo de algo carnal, pero sí que es muy placentero al cuerpo ver que no hay nada de gente en la cafetería. Creo que llegó la parte del verano en que nadie quiere hacer nada o salir de sus casas porque simplemente hace demasiado calor.

La cafetería tiene aire acondicionado, pero también tiene grandes ventanales ya que después de todo es como ese tipo de cafeterías que se parece en estética a las que aparecen en las series o películas estadounidenses.

—Vaya cliché —digo al aire y sigo limpiando la barra una vez más.

—Si sigues limpiando esa barra se desgastará —escucho a Carolina detrás de mí.

—Los siento, supongo que es para no aburrirme con la falta de clientes—me escuso.

—¿Ya intentaste con las demás mesas? —pregunta con burla y su casi siempre elevada ceja.

—Todas limpias, Carolina.

—¿El piso está limpio? —preguntó con un dedo en mentón.

—Carolina, no ha pasado ningún alma por acá —le respondí sin evitar poner los ojos en blanco —, así que sí, el suelo se encuentra más que limpio incluso reluce de limpio.

—No seas sarcástica conmigo —advirtió.

—¿Qué tal si así lo quiero? —pregunté, pero justo cuando su boca se abrió para responderme la campanilla de la puerta que anuncia un nuevo cliente sonó y se detuvo.

 —Te ha salvado la campana.

—Ya lo noté, Carolina —le dije y me giré para ver al cliente —. Chico Brown…

—¿Quién es chico Brown? —me preguntó y al no recibir respuesta de mi parte miró hacia donde yo —Así que ese es chico Brown.

—Sí, es él —contesté —. ¿Chico Brown qué haces aquí?

—Hola a ti, Ro —saludó y yo alcé mi ceja —ya que tu papá no me deja verte o salir conmigo aún, vengo a tu trabajo.

—Ohh… Ya veo —le dije.

—¿No te alegra? —preguntó preocupado.

—No es eso, claro que me gusta verte de nuevo por fin —contesté rápidamente y le sonreí —, solo que no me lo esperaba.

—Yo tampoco, pero el verano va a comenzar el segundo tiempo y me di cuenta de algo —dijo tomando asiento en uno de los bancos de la barra que se encontraba frente a mí —, ¿no me preguntarás?

—Nop —dije sonriendo —, mejor espero a que tú me digas.

—Muy Ro esa respuesta —dijo y suspiró dramáticamente recargando su mentón en sus manos que se encontraban puestas sobre la mesa —, pero no me demoro más…

—Eso espero —le dije haciéndolo rodar los ojos, tuve que reír, me gusta hacer eso con las personas, y además luce lindo —, pero vamos dime de ese algo que te diste cuenta.

—Por favor, que ella suena muy cursi —dijo Carolina a mi lado ocasionando que la mirara mal —, uy ¿y esa cara qué, Romina?

—Solo no te metas, por favor —le pedí.

Ella bufó y se caminó hacia la puerta de la cocina dejándonos solos.

—¡Al fin solos!, chico Brown —exclamé en voz baja —, ahora habla —me miró con una ceja alzada —por favor.

—Que tengo ya tiempo sin verte y saber que entré Christie Moore High contigo y no lo celebré contigo me hace sentir… —se detuvo cerrando los ojos por un momento —¿Miserable? ¿Se puede sentir alguien miserable por no ver a su novia en varios días y no celebrar un logro?

—Eso depende de que tan dramático seas, ¿novio? —pregunté con duda, rara palabra en mí.

Todo lo que hay entre él y yo me sigue resultando raro. Pero sonreí de inmediato para que no notara mi incomodidad y me incliné sobre la barra para recargar el mentón de la misma manera que él.

—En ese caso, creo que sí, me siento algo miserable —contestó con una sonrisa, pero de esas que no muestras tus dientes y si eres afortunado unos lindos hoyuelos aparecerán en sus mejillas.

Él los tiene. Muy lindo. Mucha cursilería para mi corazón virgen de amor.

¿Dios? Sí existes, por favor apiádate de mí quieres.

—Pobre de ti, chico Brown —le dije e hice un mohín con la boca —. Es una suerte que hoy la clientela se olvidó por un segundo día de que existe Piccolo y estoy para escucharte atentamente.

—Sí, eso es bueno —dijo y se levantó de la barra e hice lo mismo —. Tendremos hoy una cita y cena de celebración aquí en Piccolo.

—Bien, supongo que puedo iniciar mi descanso —contesté haciendo la alusión a unas comillas con los dedos —, solo deja avisarle a Spencer.

—Claro, yo esperaré pacientemente aquí —dijo con una sonrisa enorme en su rostro y señalando la barra con su dedo.

—Dime que comeremos, para decirle a Mary y Henrry —le pedí antes de caminar hacia la oficina donde Spencer seguramente estaba pasándola mal con las malas ventas —. Aquí está el menú.

Lo tomó y lo miró lo que decía, parecía concentrado. Por mi parte yo lo observé y saqué mi libreta y lapicero para anotar lo que pediríamos.

—Dos malteadas de helado de chocolate —dijo luego de un rato y después me miró con los ojos muy abiertos —¿Sí te gusta el chocolate? —me preguntó.




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