¿ Solo eso pasó? Las citas de Ro y chico Brown #2

Conversación al atardecer ♥ Tú me gustas, Ro

Previo a fiesta…

Estoy sentada en la arena cerca de la orilla y el sol se está poniendo, llevo horas en la playa y ni siquiera me he terminado de arreglar, aunque no creo que deba de preocuparme por eso cuando lo que importa es que terminaré sudada y seguramente con mucha arena pegada al cuerpo.

Estoy sentada en arena y estoy acompañada por alguien que hasta hace unas semanas me hacia dudar de mi cordura; porque sí, chico Brown no fue el único en hacerme dudar de mi cordura referente a lo emocional. Así que sí, estoy viendo un atardecer y no es con mi novio, quisiera que fuera con él; pero que le podemos hacer no es como si le estuviera siendo infiel o ¿sí?

No sé que pensar de eso, porque soy nueva en esto y me confunde demasiado todo lo referente al amo. ¿Qué es lo que está mal y lo que está bien?

—¿Entonces has estado castiga? —habla mi acompañante, pero no me mira.

Lo estoy mirando luego de permanecer por mucho tiempo viendo la inmensidad de uno de mis lugares favoritos en la Tierra. La playa y el mar.

—Sí, he estado castigada por dos semanas —digo en voz alta por primera vez —, nunca me habían castigado, rey.

—No soy un rey, Ro —me recuerda y yo sonrío mirando su perfil —. ¿Por qué te castigaron?

La sonrisa que tenia en la cara se vuelve floja y casi la dejo en el olvido, pero es mejor no dejar de sonreír o eso me digo a modo de autocompasión. Dejo de mirarlo y vuelvo la vista al agua y al sol ocultándose frente a nosotros.

¿Cómo volveremos sin perdernos?

—Por chico Brown —respondo, lo siento mirarme.

—¿Quién? —pregunta confundido.

Lo observo y realmente parece no saber de quién hablo.

—De Tobías Brown —aclaro.

—Ya veo —responde y vuelve la vista al frente —. No sabía que eras cercana a él, reina.

—Mira a diferencia tuya a mi no me molesta que me llamen reina —bromeo dando un leve empujón con mi hombro al suyo, pero mi expresión se vuelve seria luego de unos segundos —. Era su tutora Walter, me hice cercana a él y pasaba mucho tiempo con él.

—Ya veo —dice y yo lo observo.

—Coqueteamos, me invitaba a comer o a cenar —vuelvo a hablar. ¿Por qué parece que me estoy justificando? —, su familia se hizo amiga de la mía y mamá parecía estar más feliz que nunca teniendo una nueva amiga; él realmente me agradaba y el hecho de que no pudiera clasificarlo me lo hacía más interesante.

—No tienes que contarme tu historia con él, Ro —me interrumpió y me di cuenta de que él tenía la razón.

—Pero quiero hacerlo, Walter —contesté mirándolo brevemente y el asintió sin verme. El sol estaba a nada irse —. Chico… Tobías me llamó una noche, casi estaba por amanecer me dijo que si quería caminar con él y yo acepté.

Me llevó a la playa, a mi lugar favorito, al que siempre voy —seguí contando — y dio una primera cita muy bonita en donde vimos el amanecer y pasamos una mañana espectacular o al menos lo fue hasta que papá me llamó molesto…

—Te fuiste sin avisar Romina, era obvio que estuviera molesto —me interrumpió de nuevo.

—No seas duro, Walter —pedí observándolo —. Yo salgo más veces de lo que crees a la playa casi al amanecer, supongo que a papá le molestó que estuviera con un chico. Que estuviera con Tobías sola.

—Solo está siendo protector, Ro —sugirió.

—El pensó que me fui acostar con él, Walter —confesé —. No soy tonta ¿sabes?, lo vie en su mirada, ni siquiera lo conozco del todo bien como para acostarme con él. Mucho menos me siento preparada y no puede suponer que no sé cómo cuidar mi cuerpo y bienestar.

Lo confronté luego de que me obligara a colgar una llamada que mantenía con Tobías —le dije y pasé mi manos por mi cabello para quitarlo de la cara —. Walter, está bien sentir celos o se protector, pero él sabe muy bien que sé como cuidarme y que soy bastante responsable conmigo misma, ¿Por qué crees que Clarisa siendo la mayor no tiene auto y yo sí?

—No lo sé, Ro.

—Porque Clarisa pese a ser la mayor y no tener problemas académicos es despistada, no sabe medirse muchas veces y es por eso que a mí me tienen más confianza —le aclaro y sigo viendo su perfil. No me ha vuelto a observar —. No puede perderme la confianza alegando falta de albedrío cuando ni siquiera nuestras pláticas tocan ese tema.

—Es mayor, Ro.

—De la edad de Clarisa —respondo.

—Mira no quiero discutir contigo y dejarte de hablar —advierto —, por favor mírame —pido y él no cede —. Walter por favor, mírame.

Tarda un poco en ceder, pero finalmente lo hace.

—Tú me gustas, Ro —confesó mirándome a los ojos para después apartar la mirada y meter una mano en uno de los bolsillos de su pantalón, no pierno ningún movimiento, saca de él su celular y enciende la linterna de este —y sabes es difícil para mí escuchar a la chica que me gusta desde hace un par de meses que gusta de otro que no soy yo, y que le dio la oportunidad a alguien que ni siquiera conoce bien.

Pero dejemos de lado mis sentimientos —dice y se da la vuelta para quedar sentado frente a mí. —, supongo que nunca tuve oportunidad de conquistar ese corazón.

—Walter —digo su nombre, pero él me interrumpe y niega con su mano.

—Tranquila, no necesito de tu compasión.

—Pero no quería compadecerte —intento escusarme, pero él deja ir una risa floja que de alguna manera me llega y me dice que me calle porque lo estoy lastimando.

—No sabías, nunca te dije y no tengo derecho a ponerte en esa situación —dice mirándome a los ojos, toma mis manos entre las suyas —. Ro quiero ser tu amigo, quiero que confíes en mí y que dejes atrás lo que acabo de confesarte sin me que me lo pidieras; así que escúchame por favor.

Asiento y él también lo hace mientras noto como su agarre se aprieta un poco más en mis manos.




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