¿ Solo eso pasó? Las citas de Ro y chico Brown #2

Rompiendo las reglas ♥ Pidiendo permiso para un Helado

Vaya que han sido unos días de locos, en donde definitivamente no he disfrutado casi nada de mi verano. Se supone que debe de ser un verano genial, uno donde mi bronceado debe ser un poco más pronunciado y hacerme lucir preciosa sin parecer un camarón; pero al contrario la mayor parte del tiempo me la he pasado castigada.

Así que si ya estoy castigada será mejor que rompa un poco las reglas y le diga a mi mejor amiga que salgamos y vayamos, aunque sea al centro comercial a comer un helado. Algo que no involucre Piccolo o yo estando en una cafetería.

Pero debo de admitir que no puedo solo salirme eso empeoraría las cosas, aun así tengo ganas de pararme de mi cama tomar mi bolso con dinero suficiente y escabullirme hasta salir de casa e irme corriendo por mi libertad. Justo como una fugitiva de una cárcel, pero eso sí que sería mala idea porque ahora mi casa parece alcatraz y por ningún motivo pasaría desapercibida.

Menos siendo la única hija en casa porque Clarisa se fue oficialmente, papá la acompañó hasta su universidad fuera de este estado.

Ni siquiera importa a qué estado se fue porque de todas maneras ella ya es libre de alcatraz. En cambio yo sigo aquí, como reclusa de celos y actitudes demasiado infantiles hasta para mamá.

¿Qué puedo hacer? ¿Me quedo aquí acostada en mi cama viendo sin ver la serie que corre o aprovecho que solo somos mamá y yo y le pido permiso para que me deje salir con Cecilie?

Podría quedarme aquí a fundirme con la cama, después de todo parece que el proceso ha iniciado.

Aunque… quisiera ver a mi amiga. Quiero ver a mi amiga.

«—¡Entonces llámala, Romina y sal de ese estado de mediocridad en el que has hundido!»

 

Pero que cruel me he vuelto conmigo misma, pero sí debería llamarla o mandarle un mensaje.

 

Si te dijera que tengo permiso para ir a un centro comercial y pasar un momento de libertad, ¿aceptarías ir conmigo por un helado? 4:35 p.m.

 

Le doy enviar y espero con poca paciencia, tarda demasiado en contestar.

Decido que es mejor bloquear el celular y miro de nuevo a la pantalla esperando entender algo; pero no tardo demasiado en volver a tomarlo y desbloquearlo para abrir el chat.

Le ha llegado, ¿Por qué no lo lee?

¿Acaso no se da cuenta que de ella depende que yo salga de mi confinamiento? Bloqueo de nuevo el teléfono y lo lanzo lejos de mí en la cama.

Siento la cama vibrar y debo decir que me avergüenza la forma en la que rápidamente lo tomo para ver si es ella.

 

Sabes que sí. Todo sea porque dejes de lucir tan mediocre. 4:36 p.m.

 

Eso es ofensivo, quiero reclamarle.

 

¿Ya lo tienes?  4:36 p.m.

¿El qué? 4:37 p.m.

 

Pregunto confundida, aunque no tardo mucho para captar y no me detengo a escribir rápidamente que ya entendí y decirle que ya mismo estoy yendo con mamá para ver si tendremos suerte. Claro que ella me responde con un tendrás suerte porque dice que me den permiso o no irá por un helado y comprará uno más en mi honor por el soldado caído que ahora soy.

Por mi mente pasa contestar con algo ingenioso, pero eso es perder tiempo así que poniéndome unas sandalias de manera rápida salgo de mi habitación para ir donde mamá. La busco rápidamente por la planta alta, pero no la encuentro así que corro hacia las escaleras y bajo de rápido aunque no corro en ellas porque sé ella odia que corramos en las escaleras.

No tardo en encontrarla, está en la cocina preparando la cena así que entro sin darme tiempo para retractarme. Yo nunca me retracto, además los retos son buenos.

—Hola mami —saludo sentándome en uno de los bancos altos de la isla de la cocina. Qué cliché nuestra casa.

—Hola mi niña —me saluda sin dejar de prestar atención a los vegetales que corta. —, ¿qué pasa? Nunca vienes a hacerme compañía en la cocina y nunca me llamas mami.

—Me ofendes.

Respondo en medio de una risa genuina, pero sobre todo una risa nerviosa porque es cierto lo que dice.

—Ofensa que mis niñas ya no me llamen “mami” —dice remarcando la palabra con unas comillas imaginarias en sus dedos —, así que dime Ro ¿Qué es lo que quieres?

—Ya que insistes —digo de manera más natural posible y ella deja de cortar los vegetales para observarme —, me preguntaba si me darías permiso para ir por un helado al centro comercial con Cecilie.

Ella me observa callada y con esa mirada que siempre le daba a Clarisa y no a mí; se siente raro obtener esa mirada que escrutan todo de la persona que la recibe. Le doy una sonrisa tímida al menos por unos segundos y después no puedo sostenerla porque parece que algo en mí comienza a fallar como todo lo demás.

—¿Por qué me pides permiso, Romi? —¿Cómo?

—Pues estoy castigada, duhh —contestó con obviedad.




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