La música de este lugar parece que hará volar las paredes, es impresionante como el alto volumen y la gran cantidad de decibeles solo hace vibrar los cimientos de su estructura y cómo también logra que cada célula de mi corazón se active y comience una carrera por sentir todo lo que pueda.
Cada parte de mí y cada uno de mis sentidos se encuentran en alerta de todo lo que me rodean, pero a la vez son tan perceptivos de cada centímetro de piel que es tocada por él.
Estoy segura de que el volumen que manejan en este lugar debería ser ilegal, pero se siente tan bien porque provoca sensaciones en mí y en mi acompañante que hacen que me envuelva el cuerpo con sus manos y guie mis movimientos al ritmo al que él se mueve logrando que cada célula y centímetro de piel desnuda que toca la mía envuelva mi alma y mi cuerpo haciéndome conocer el motivo del porque estamos, estoy viva.
Me hace sentir viva.
Entonces cuando caigo en cuenta de que me encuentro envuelta en esta especie de humo psicodélico inducido por la música, descubro que todo a mi alrededor es caótico y en efecto muy descontrolado, pero ni siquiera me preocupo porque no se siente mal ser parte de este momento de descontrol absoluto en donde el alcohol me hace desvariar en ocasiones de paz y tranquilidad casi inexistente. Ni siquiera lo analizo porque no tengo la fuerza de voluntad para llevarlo a cabo ya que todo mi cuerpo y sistema nervioso se encuentra enfocado en sentir cada roce entre nosotros.
Pasan las canciones y el único ritmo que soy capaz de percibir es el de él y más allá de eso lo único que alcanzo a notar son los escasos momentos en que mis oídos notan las ondas bajas de mezclas que ni en un millón de años pude haber creído que sonarían bien juntas.
No pienso más y vuelvo a dedicarme a amar cada segundo de este baile psicodélico en el que me he visto envuelta sin saberlo, pero que disfruto en cada aspecto y sonido que lo conforma.
Puedo decir sin pensarlo que este lugar me encanta, desde su ambiente, su música y las personas que hoy nos acompañan; pero decido dejar ir atrás la idea de un amor a primer odio y sensación porque sé que nunca volverá a ser igual. Así que simplemente termino de desconectarme y sedo al alcohol en mi sangre y disfruto del baile que ni siquiera guio por completo y de las personas que bailan alrededor nuestro; pero sobre todo de sus brazos rodeando mi cintura desde atrás.
Son movimientos guiados al ritmo de la música que él escucha y que yo a duras penas noto, pero todo termina cuando de manera rápida y casi de manera imperceptible hasta que cierto ritmo y letra de una canción que nunca había escuchado me hacen notar con aún más intensidad cada parte de su cuerpo que abraza el mío.
Entonces de un momento a otro en medio de personas que bailan y gritan eufóricas porque el dj ha acertado en poner la canción correcta, me detengo y la analizo por un momento para después sonreír y seguir con los suaves movimientos que mi novio causa. El momento y la canción se vuelve tan impactante para mí que de un momento a otro solo me dejo llevar una vez más por los movimientos y por el ritmo que me inunda causa que quiera girar y ver su hermoso rostro; sin embargo, permanezco de la misma manera en la que he estado en los últimos minutos disfrutando con los ojos cerrados.
Había pasado al menos un minuto de la canción que me había enrollado en cuerpo y alma, minuto que se sintió eterno, pero que de un momento quise sentir todo de él. Deseé que sus movimientos deseos de seguir el ritmo se convirtieran en movimientos que incitaran a concebir el más grande los pecados que el humano puede hacer. Estaba extasiada y nadie que nos prestara atención podría negarlo, porque de algo estaba más que segura, estábamos montando un show mediático en donde ambos nos fusionábamos entre los pasos más excitantes que pudieran haber en ese lugar.
Quise por un momento en donde la lujuria que nunca había sentido que los pasos que nos hacía dar al ritmo de la música se volvieran caricias verdaderas y que a su vez estos se transformaran en acciones que reflejaran los oscuros deseos que en el fondo sabía tenía pensando en mí.
Dios santo, yo no era para nada el reflejo de la Romina alegre que bailaba con ritmo y descaro de vez en cuando en las fiestas a las que asistía, este no era mi usual descaro y coquetería que ponía en práctica para salirme con la mía. Eran por el contrario mis deseos más íntimos reflejados en una especie de danza con mi novio en medio de una pista abarrotada de gente con alcohol en la sangre y mujeres a las que su maquillaje las traicionaba gracias al bastardo sudor del éxtasis celestial de estar ahí.
De hecho, no tardé demasiado para cambiar el panorama de su vista y hacer que su rostro quedara cerca del mío y tentarlo a que rompiera la barrera de la imaginación y del deseo contenido en una realidad que nos llevara a un éxtasis profundo, pero al contrario de todo lo que pude haber imaginado en esa fracción de segundos, Tobías hundió su rostro en mi cuello y acerco más mi cuerpo al suyo.
Ni siquiera quería imaginar lo extraño que nos mirábamos, pero eso no me preocupó demasiado cuando sin pensarlo lo llamé:
—Tobías…
Era apenas un susurro que ni siquiera sabía si había escuchado, pero reflejaba mi embriaguez sensorial.
—¿Sí?
Me había escuchado.