Ha habido palabras que me han hecho preguntarme muchas cosas y hacerme recordar cosas, en realidad son demasiadas las cosas de lo que ha sido este verano y todas las fiestas en las que no he estado y cómo parece haber un contraste entre lo que era la Romina antes de chico Brown y la que hoy es.
A veces no lo entiendo pues no parezco ser yo y eso me desconcierta de una forma que me mantiene pensando por horas en las cosas y acciones que he hecho este verano, la forma en la que he actuado, las ganas que me han dado de llorar desde que comenzó este verano, las pocas veces que he ido a la playa o he salido con mis amigos o por muy loco y extraño que parezca las pocas fiestas en la piscina en las que he sido anfitriona. Toda esta actitud claro que me tiene desconcertada y hasta preocupada.
—¡Oye mamá! —grito desde mi habitación sin pensarlo por un momento —¡Me voy a la playa! —Listo lo he dicho. No hay vuelta atrás y creo que haya necesidad de que se necesite decirle al novio que cargo conmigo de avisarle que saldré sin él porque después de estos días en los que ha decidido alejarse de mí y no mantenerme al tato de su vida con al menos un “Hola mi bella Ro”, deba yo insistir en comunicarme con él.
—No es necesario que grites, Ro —me dice asomándose en la puerta de mi habitación —, pero no hay problema. Tráeme una caracola, ¿quieres?
Yo asiento y finalmente me levanto mi hermosa humanidad de la cama y camino hacia mi armario para tomar un traje de baño lo suficientemente expuesto para tomar sol y por fin tener la fase uno de bronceado perfecto según la reina de las Mezcla Raras.
—Claro mami —le digo y sé que ella asiente antes de alejarse.
No pasa mucho tiempo para que esta Mezcla Rara saliera de su casa y con las llaves de su escarabajo en mano y un par de bolsos con todo lo necesario subiera a lo que es su amado escarabajo y saliera a la carretera camino a su playa favorita. De hecho, puede que se tome como una señal que justo en el momento en que me encuentro deteniéndome a causa de una luz roja reciba una llamada, así que sin fijarme mucho en la llamada la tomo:
—Hola Ro...
Es Tobías.
—Hola chico Brown —contesto —, qué es lo que el viento te llevó a llamarme.
Pude haber sido un poco más linda, pero sinceramente no quería. Me siento molesta de no haber sabido nada de él.
—Veo que estás molesta…
—Lo estoy —contesto manteniendo fija la vista al frente, sin embargo, suspiro al no poder pensar más allá de mi molestia y rindiéndome a la paciencia —, oye ¿qué sucede? ¿Por qué de un momento a otro te desapareces y ahora reapareces?
—Sí…—se interrumpe el solo y yo suspiro —Lo siento, Ro.
—Si bueno, eso no me explica mucho —digo y veo como la luz ahora es verde —. Tengo que colgar, me encuentro conduciendo y solo contesté porque el semáforo se encontraba en rojo. Hablamos después.
Cuelgo la llamada y con el tiempo justo dejo mi celular caer en el asiento y suelto poco a poco el freno para avanzar y evitarme insultos por parte de los otros conductores. El camino es algo silencioso, tan silencioso que comienza a aburrirme, de hecho, me parece raro que no me encuentre escuchando música mientras conduzco, pero parece mucho cuando hay tanto en mi cabeza que procesar.
Casi no lo dejé hablar y eso me hace sentir un poco mal, pero a la vez fui honesta y solo dije lo que pasaba. No debería pensar tanto, no debería estar repasando una conversación cuando voy camino a mi lugar favorito. No debería sentir tanto pesar en mí y eso en definitiva es algo que debo buscar la forma de cambiar porque no me parece lindo sentirme de esta manera tan pesada y sin ganas de hacer nada cuando es de mis épocas favoritas. Vacaciones de verano.
No he salido, he pensado por lo menos la mitad de mi verano que he permanecido castigada y defendiendo una relación con un chico que apenas de apenas conozco de unos meses y que ni siquiera puedo clasificar en mi muy famosa y confiable jerarquía que clasifica a las personas por lo que son y por como se ven. Es tan extraño que él sea el primero al que no puedo clasificar, es terminantemente confuso para mí que ahora piense más en él y haya atrás mi tarea de clasificarlo. Es todo tan confuso que ahora yo la temible y coqueta Ro pase por un atontamiento de amor. ¡Amor!
Así que espero que este día sea perfecto para poder reflexionar sobre la extraña versión en la que me he convertido. Perfecto para volver a conectar conmigo en mi lugar favorito, sin nadie más que mi compañía.
Solo Ro y el mar.