Me parece extraordinaria la manera en el corazón y especialmente el cerebro parece confabular para hacerte perder la batalla contra algo llamado amor; también me parece extraña la forma en la que parece no salir de mi cabeza a quien llamo novio hoy en día.
Me asusta y también me parece tan abrumador cómo de un momento a otro pasamos de ser seres individuales para después solamente existir con el nombre y la sensación de atracción y deseo por otro. Aunque también se encuentra el hecho de que si tenemos suerte pasamos a la sensación de atracción y deseo desmedido entre un nosotros; y esa claro que es la palabra clave para definir el amor.
No es que seamos débiles a voluntad, es que nos volvemos susceptibles a las sensaciones que nos genera el otro individuo y de cierta manera nos volvemos adictos a la forma en que se siente pensar en ello y cómo hace que nuestros cuerpos de un momento a otro se deseen. Eso me sucede con él.
Pasé de solo existir sin pensar en algo llamado amor a sentir curiosidad por el nuevo individuo que asechaba los pasillos de Christie More High y a verme envuelta en la curiosidad de descubrir a que clasificación podría pertenecer este chico misterioso que parecía en un principio no percibir lo que muchos una vez me dijeron era la clave de mi éxito como la reina de las Mezclas Raras, el muy selecto grupo de personas con las que mantenía una relación.
Pronto de una manera que yo no planearía me vería envuelta en tener que ayudarlo a pasar el examen de aptitudes de este colegio pomposo y distinguido al que todos pertenecíamos, porque sí, todos de alguna manera éramos pudientes con dinero en cuentas de banco o puede que no, pero con aptitudes que nos permitían sobresalir en esta ciudad. Éramos el cliché del estado, éramos simplemente lo sobresaliente porque así como teníamos talentos que nos hacían merecedores de pertenecer a un colegio de alto renombre -pese a que yo lo sintiera como una simple escuela más- teníamos algo en común. Las hormonas en cuerpos poco desarrollados, en desarrollo o muy desarrollados.
Contábamos con todos los tipos de adolescentes que puedan existir, desde los ratones de biblioteca, las porristas bellas y de cuerpo espectacular, populares malcriados y populares decentes, cerebros que brindaban premios y más renombre al Christie More High; artistas que se podrían tomar como prometedores, bullys que solo vivían para fastidiar a aquellos que simplemente no sabían cómo externar su confianza y también hablamos de los deportistas que había buenos decentes como idiotas y pervertidos. Contábamos con todo tipo y aún así no nos escapábamos de lo que suponía ser un adolescente.
Musculosos o debiluchos, con cuerpo de ensueño o desgarbados todos absolutamente todos nos poníamos idiotas cuando de alcohol se trataba, cuando una chica o chico se ponía más bueno o cuando alguien nos gustaba.
Éramos los raros de este árbol llamado ciudad, éramos los ricos y pudientes que muchas veces nos comportábamos como tal y también somos los afortunados que no conoceríamos lo que era no cumplir un sueño o una meta porque los recursos los tenemos.
Entonces cuando somos adolescentes pudientes, con coches que muchas veces pueden pasar como coches y camionetas de lujo es indiscutible que no caigamos en las garras de algo llamado amor y hormonas también. Porque hay que admitirlo nos dejamos llevar por la tentación y el descaro de nuestro cuerpo al sentirnos atraídos.
Así que volviendo a mí, no terminaba por parecerme completamente extraño que siendo yo, la reina de reinas de la escuela sin serlo realmente y sin llamar de más la atención como las veces en las que los rumores hablaban de mí y de cómo parecía que quería quitarle el novio otra reina; era de suponer que en algún momento caería en las garras del amor. Ahora lo puedo decir sin tener este especia de espasmo que me hacía sentir vulnerable por no saber que pasaba conmigo o con los crecientes y muy acelerados latidos de mi corazón.
Estaba conociendo a alguien y me parecía tan enigmático que por primera vez no pudiera comprender la estructura de su comportamiento y cómo parecía no encajar en ninguna de mis de niveles de esta clasificación jerárquica.
No había pasado mucho tiempo para darme cuenta de que por primera vez me estaba resultando complicado y casi imposible no poder descifrar a alguien. No me gustaba la idea de fallar así que con todo en contra seguía creyendo que no caería y que los coqueteos que manteníamos conforme pasaban nuestras asesorías y salidas; solo serían coqueteos.
Ahora que ya tengo su atención, que recibí un castigo por mis acciones, que me enfrenté a mi padre y parece que abrí una brecha entre él y yo; pero sobre todo me comencé a apagar comienzo a dudar y si este amor que existe entre el enigmático chico Brown y yo es bueno para mí…