Solo Mía

Prólogo

Sábado, 3 de junio, 2017.

Se dice en el mundo licántropo que no hay nadie más importante que una Luna, un Alpha, un Beta y una Mate. Y en la parte de Mate no se equivocan, es esa persona que te llega de repente y te amarra sin querer. Es esa persona que pasa contigo buenos y malos momentos y aun así no se separa de tu lado. Es esa persona destinada para ti, con la que sabes que vas a pasar el resto de tu vida y no es que te importe, es más, te encanta.
En resumen, es el amor de tu vida, tu compañero, tu confidente y al final se convierte en tu todo de un sopetón con solo oler su aroma y ver sus ojos.
Sin embargo para Jason Night, el chico sentado en la mesa con sus padres, no es algo que le haya llegado aún. Tiene diez y ocho años, y a pesar de que su transformación a un licántropo completo fue a los diez y seis (la edad en la que la mayoría encuentra a su Mate), él no la pudo encontrar y eso francamente lo tiene casi al borde de la locura y su familia lo sabe, sin embargo su padre no es precisamente alguien que controle su lengua, menos siendo el Alpha de la manada Night Moon.
—No puedo creer que aún no tengas Mate— soltó de repente llamando la atención de su esposa, la Luna, y de su hijo, el heredero. Su tono de voz hizo al chico apretar la mandíbula y el tenedor en su mano derecha.
—No me lo recuerdes, es frustrante esperar al amor de tu vida...precisamente toda tu vida y no poder encontrarla— la mirada del chico castaño estaba perdida en su comida, movía el tenedor de lado a lado, esparciendo su comida por el plato. Está frustrado, herido y cansado. El tema no deja de surgir cada vez que alguien lo mira. Sin embargo, en parte, el chico lo comprendía, no es común que un Alpha aún no conozca a su Mate, es por eso que se aguantaba estas conversaciones, aunque no le gustacen.
—Lo siento— suspiró— simplemente me preocupa, sabes que la situación se volvería complicada si no la llegas a encontrar dentro de los cinco años establecidos para buscarla— Jason dejó caer el tenedor al plato, se recargó en el respaldo de su silla y pasó sus manos por su cara y posteriormente por su cabello, completamente disgustado con la dirección de la conversación.
“¿Cómo es que siempre llegamos a este tema?”, se preguntó.
—La encontrarás, estoy segura de eso— la voz de su madre, tranquila y dulce, resonó en la sala, como siempre su madre provocaba que sus problemas parecieran más pequeños de lo que realmente eran.
—No sé mamá, yo también estoy preocupado— suspiró— me gustaría que Gabi estuviera aquí— admitió al tiempo que su ánimo se le fue al suelo. El tema de su Mate es uno de esos de los que es mejor no hablar debido al incómodo ambiente que se produce. El tema de Gabriela también pertenece a uno de esos temas.
—Volverá.
Gabriela Mont tiene 15 años de edad, es hija de un Beta, hermana del siguiente Beta de la manada White Moon y la mejor amiga de infancia de Jason. Hace tres años que su padre tuvo que resolver unas cuestiones políticas con una manada extranjera de Europa y llevó consigo a su familia completa.
— ¿Has hablado últimamente con ella?— la pregunta de su padre lo descolocó. Nuevamente su padre es el que comienza las conversaciones más incómodas y frustrantes del mundo.
El chico no había hablado con ella desde hace tres años, trataba de llamarla pero no contestaba, tampoco lo hacía con los mensajes, tres años insistiendo y sin respuesta, los intentos por contactarla disminuyeron hasta el punto de desaparecer.
—No, no he hablado con ella— un sentimiento de tristeza invadió su cuerpo, no tenía ni idea si ella pensaba en él, no sabía porque no le contestaba ¿Estará enojada? ¿Habrá hecho algo malo? ¿O dicho algo malo? No lo sabía, lo que si sabía es que la extraña y quiere a su amiga de vuelta— si me disculpan, quiero dormir— dicho esto se paró de su asiento y sonrió leve. El impulso por desaparecer rápidamente de ese lugar le estaba ganando, sin embargo de igual manera se despidió de sus padres— con permiso— se dirigió hacia su madre y le beso la mejilla en forma de despedida, luego chocó manos con su padre y se retiró del lugar.
"Y si no la encontramos, ¿Qué haremos entonces?", Kean, su lobo interno, esa parte animal de él que por alguna razón también tiene consciencia a pesar de ser un animal, formuló una pregunta que él lleva tratando, desde hace mucho tiempo, encontrarle una solución.
Algo curioso sobre los licántropos es que tienen “links” mentales ya sea con sus lobos, entre el Alpha con su Beta y entre Mates. Su lobo es como otra personalidad es en quienes se convierten al transformarse y contra quienes combaten por el control de su cuerpo de vez en cuando.
"No sé Kean, realmente no sé", la preocupación de ambos aumentaba cada vez que alguien sacaba el tema.
Jason se recostó sobre su cama y miró el techo, sonrió inconscientemente al recordar el porqué de las pegatinas de estrellas fluorescentes pegadas en el techo de su habitación. Grabiela se las regaló para su cumpleaños número diez, aún recuerda las palabras de aquella pequeña chica de ocho años "Míralas cuando te sientas sólo. Te darás cuenta de que yo estoy ahí" y ahí estaban, las estrellas pegadas en el techo con recuerdos en ellas, pero sin Gabriela.
—Te extraño Gabi— dijo en un susurro. Extraña demasiado a su mejor amiga y no lo negaba, es más lo aceptaba, la pregunta aquí era si ella pasaba por lo mismo. Claro, que aquel chico no lo creía, pues varios motivos le había dado Gabriela para pensar en eso.
Pero, en la otra punta del mundo, Gabriela Mont estaba igual de triste. El constante recuerdo de sus amigos de la infancia no la dejaba en paz, sobre todo el de Jason. El cariño tan grande hacia el chico le provocaba una punzada en el corazón, por eso, aquella chica morena, había decidido distanciarse de él y eso implicaba el no contestarle el teléfono y mensajes, pero la insistencia del chico no le ponía la tarea nada fácil. Cambió de número, cerró su cuenta y se alejó de él.
No lo negaba, le dolía hacerlo, pero ella sabía que era por su bien mientras estuviera lejos de él.
—Gabi— la voz de su padre la sacó de sus pensamientos.
—Dime.
—Sabes que falta poco para anunciar el nuevo Alpha y Beta de la manada— el hombre, parado frente a su hija, escogía con mucha cautela las palabras adecuadas para decirle lo que estaba por pasar.
—Sí ¿Qué con eso?
—Tendremos que volver a Oregon— la mirada de la chica reflejaba más que sorpresa, miedo. Miedo de volver a ver a Jason, miedo a que él esté enojado con ella, miedo a que no la quiera ver más, miedo a encariñarse con él nuevamente y se tenga que marchar otra vez, miedo a él y a lo que pueda pasar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.