La luz que había iluminado mi camino, comenzó a desvanecerse. La ausencia se hizo más profunda, y la oscuridad regresó con más fuerza que nunca. Me sentí perdido, sin rumbo, sin la guía de tu amor.
Intenté recordar las palabras que había escrito, las palabras que habían brotado de mi corazón y alma. Pero ya no las sentía, ya no las creía. La oscuridad me había robado la fe, me había robado la esperanza.
Me encontré sumido en un mundo de dolor y tristeza. La memoria de tu amor se hizo más lejana, más difusa. Ya no podía sentir tu calor, ya no podía escuchar tu voz.
La oscuridad se hizo más densa, más opresiva. Me sentí atrapado, sin salida. La luz que había permanecido, se había apagado. Y yo me quedé sumido en la oscuridad, sin nada que me guiara.
Lloré, grité, me desesperé. Pero nadie me escuchó, nadie me respondió. La oscuridad era mi única compañía, mi único consuelo.
Y en medio de esa oscuridad, supe que te había perdido para siempre. Supe que la luz de tu amor se había apagado, y que ya no volvería a brillar. La oscuridad era mi nuevo hogar, y yo era su prisionero.
#3052 en Otros
#778 en Relatos cortos
soledad tristeza, soledad dolor recuerdo, soledad tranquilidad
Editado: 22.03.2025