Narrador omnisciente
Andrei junto a Lisa y su hermana venían de regreso luego de unos dias alejados de todo, le habían informado que Milena estaba actuando de una manera extraña y poco habitual y eso lo hizo ponerse alerta, cuando hablo con su sobrina no sintió nada raro, pero decidió acelerar su regreso y cerciorarse por sí mismo de que la situacion no fuera preocupante.
Lo menos que le convenía ahora es que Milena descubriera todo lo que tenian guardado en armario, aún no era momento de que todo saliera a la luz, pues deseaba que el dolor que sintieran los holandeses ante su rechazo fuera monumental.
Luego de leer atentamente cada cosa en la carpeta y recibir un correo con otra información respecto a Dasha y que hace en la vida de mi Mila. Mason y Owen, pensaron que parecía una historia escrita por un ser con pocas neuronas en funcionamiento y una imaginación macabra.
Mientras los holandeses cuidaban de una Mila aún inconsciente, pero sabiendo que era normal para el estado en el que estaba, los rusos venían de regreso en su jet privado listo para controlar la vida de Milena.
Lisa escuchó los lamentos y quejidos desde la habitación privada del jet, estaba furiosa porque cada día que pasaba el descaro del ruso no tenia límites. Cuando lo vio salir arreglando su ropa, queria morderse la lengua, pero simplemente exploto.
—Porque ni siquiera disimulas, hasta la tripulación sabe que te coges a tu he…—Lisa fue callada con una cachetada que le hizo caer al suelo, su labio empezó sangrar. El ruso la miro con odio y tomando del cuello la levanto poniéndola a su altura.
—No te metas en asuntos que no son tuyos, todos los que trabajan para mí deben de tener la boca cerrada, pues sino luego de una visita le pueden entrar moscas—esa clara amenaza de muerte hizo que Lisa bajara la mirada al igual que la tripulación del Jet seguía en sus asuntos haciéndose los tontos, ya que nadie queria hacer enojar al ruso, pues sus castigos siempre eran severos y catastróficos.
—Andrei yo solo pensé…
—Lisa no estás aquí para pensar solo para abrirme las piernas y ser quien llevar cuando necesito compañía. ¿Lo entiendes?—musito con una voz baja y tenebrosa, todos querían desaparecer del avión, pero para su desgracia estaban a miles de pies de altura.
—¿Lo entiendes?…—cuestionó enojado ante su falta de respuesta, Lisa lo miro llena de dolor, uno profundo que le hacía sentirse como una alma sin vida.
—Sí, señor—expreso para luego ser lanzada a uno de los asiento como un bulto sin importancia.
Lisa dejo salir algunas lagrimas de dolor, pues aunque antes penso amar a Owen, se había enamorado del ruso que la trataba como la peor basura, esos años junto a él había sido un dulce infierno, pues lo amaba con la misma intensidad que lo odiaba por su maltrato hacia ella y todo por culpa de su maldito amor enfermizo.
Andrei se encerró en el baño, aún respiraba como torro desbocado, el enojo que tenia era supremo, sabía que debía ser discreto, pero había momentos que sentia que solo estando con su gran amor prohibido, sentia paz en esa oscuridad que él mismo se había impuesto y aunque le dolía verla con esas tristeza en los ojos no podía evitar no hacerla suya cada que lo necesitaba.
—Si soy un desgraciado, un maldito bastardo, pero no puedo ni quiero dejar de serlo…
….
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Editado: 21.03.2025