Llegada a Londres…
Para Beth no fue nada fácil despedirse de su familia y dejar su hogar, no pronuncio más de diez palabras en todo el camino, por más que Lady Samanta quiso meter conversación, pero esta no necesitaba mucha respuesta pues su perorata solo trataba de cosas banales que debían hacer, segun parecía Elizabeth era un elemento secundario. Sus planes iban desde frecuentar a las grandes matronas que tuvieran hijas casaderas para compartir experiencias y pareceres según decía ella, pero Beth sabía muy bien que eso significaba ir a por los últimos cotilleos y claro está que debían hacer una visita a Madam Colette una modista francesa de exquisitos gustos, ver sus creaciones es un deleite, hasta la mujer menos agraciada puede lucir excelsa con algun modelo suyo, la Duquesa estaba empeñada en que el joyero debía ser la segunda persona a visitar al llegar a Londres.
-Una mujer sin joyas es una mujer que va desnuda y nosotras no podemos darnos el lujo de que nos vean desnudas mi querida niña, debemos elegir las mejores joyas para lucir increíblemente en los bailes, me han dicho que los rubíes resaltan mi mirada, así que me comprare algunos. Todo eso solo causaba mareos y pánico en Beth, ¿y si todos en Londres eran como Lady Samanta?
¿y si ella era en verdad demasiado simple y no encajaba?,
¿decepcionaría a su familia y quedaría solterona para siempre?,
Porque era más que obvio que no era relevante si ella fuera mínimamente inteligente o que pudiera identificar las semillas para una buena siembra, elegir el mejor ganado o que se haya especializado en todo lo que se refiriera a la compra de equinos. No! Eso no importaba.
Las mujeres no necesitaban saber acerca de eso, las mujeres solo debían saber llevar una casa, parir hijos y no agobiar a sus maridos, anexo a eso era clave saber gastar el dinero que ganase este.
Nunca se había preocupado por su apariencia se creía agraciada, pero. ¿y si no lo era?,
Daniel siempre le decía gatita, ¿acaso tenia cara de gato?
– Lizbeth tu eres una gatita que quiere ser un león. Le decia.
¿Qué querría decir con eso??
¿Acaso era muy peluda?,
Nunca se había percatado de ese detalle, Elizabeth comenzó a mirar sus brazos y tocar su rostro. Tenía cara de cervatillos asustado, tanto que Saly que iba sentada frente a ella la miro asustada y con los ojos agrandados sin decir palabra solo con un gento de esos que pueden compartir dos personas que no necesitan pronunciar palabra para hablar, pregunto ¿qué le ocurria?
Beth solo se quedó con los ojos fijos en el rostro de Saly, pero sin verla... parecían vacíos y llenos de pánico.
-Oh por Dios!... no sé nada de este lugar ni de las personas que viven aquí, no sé nada de los hombres, esperen un momento… he dicho hombres… (se decía para sus adentros)
El pánico fue en aumento, era verdad ella venía a buscar marido,
¿éste la alejaría de su familia?
¿y si no era un hombre bueno?,
-Yo no quiero un marido, no sé qué haría si tuviera uno, no sé cómo actuaria. Pensó.
Y miro a la Duquesa y su mundo se derrumbó, esa mujer era lo único conocido que tenía en ese lugar, era la única persona que tenía para que la pudiera conducir y ayudar, por más que Saly estuviera ahí, era una niña igual que ella y no conoce a nadie en Londres.
- Santo cielo había caído en la cuenta de que esa mujer tan poco sensata, vanidosa y superficial era lo único que tenía. Beth no pudo apartar la mirada de la mujer que seguía hablando sin parar y sin prestarle la más mínima atención a ella. Pero Saly vio como el rostro de su Lady se volvía todo un poema, aunque nunca había ido al teatro le parecía estar viendo una obra de tragicomedia, pues el rostro de Beth le parecía cómico por cada gesto de pánico, susto y de angustia.... iba de un estado a otro, decir que estaba pálida seria mentir, porque su rostro iba del pálido al morado de este al verde y al rojo, creyó que en cualquier momento caería al suelo muerta, fue por eso que le tomo la mano haciendo que Beth vuelva a la realidad y buscara en los ojos de su amiga algo de consuelo, Saly le sonrió dulcemente y le dijo en un susurro.
-Mi Lady no olvide que son ellos los que deben estar preparados y que no existe cosa que usted no pueda hacer, estoy aquí, estamos juntas en esto. Al terminar de decir esto le acaricio el dorso de la mano enguantada con el pulgar a modo de consuelo.
Elizabeth asintió con la cabeza sin estar muy convencida, pensó Saly que eso pasaría una vez que se acostumbrara al lugar, era la primera vez que ambas se alejaban de la Phillips house, así que tan solo es la impresión y la sensación de sentirse sola lo que debía tenerla en ese estado.
Siguieron su viaje en silencio pues después de tanto parloteo la Duquesa se había quedado dormida, Saly le dio una patadita a Beth para que la mirase ya que esta iba contemplando el paisaje en penumbras por la ventana del carruaje, al volverse y mirar a su doncella esta última hizo un gesto señalando a la dama que las acompañaba, estaba despanzurrada en sus asientos durmiendo con la boca abierta y emitiendo pequeños ronquidos, ambas rieron y eso corto un poco la tensión que sentían, cuatro horas después el carruaje paro y alguien dio pequeños golpecitos a las puertas del carruaje, eso significaba que ya habían llegado a Mayfair pues la casa de los Duques se encontraba a dos calles de Grosvenor Square, Beth dio pequeñas palmaditas a Lady Dorset pero esta dormía tan profundamente que no las sintió, entonces la sacudió fuertemente y cuando una aturdida Lady Samanta despertó Beth le dedico la más dulce e inocente de las sonrisas y con una vocecilla suave le informo que habían llegado.