Solo puedes ser tu

Capitulo IV

Recuerdos que duelen

 

-Mi Lord, está listo su caballo y la señora Marry le ha preparado una canasta bien surtida para su almuerzo, ¿necesita algo más Mi Lord?

-Por el momento con esto es suficiente, me llevare algunos libros, en caso de que Lord Stirling me necesite, podrán encontrarme en el lago Graham.

-Muy bien mi lord, si el duque pregunta le hare saber.

William monto el corcel que le habían preparado, y condujo a este rumbo al lago, iba a un trote lento, dejando que la brisa acaricie su rostro y haciendo que el semental disfrutara también del paseo, atravesó gran parte de las tierras de su amigo, recordando…

 Llegando su corazón y su mente con recuerdos, recuerdos que aún le resultaba difícil asumir que formaban ya parte de su pasado. El lago se encontraba al norte de la propiedad, las vistas eran magnificas, el lugar era un paraíso de tranquilidad, después de recorrer bastante llego hasta un claro a orillas del lago, amarro a su caballo como para que este  pudiese beber y descansar, extendió su manta y coloco la sesta, una vez más la señora Marry exageraba con la cantidad de comida que le había preparado, al ver que en su mayoría era fruta fresca y queso, en su rostro se dibujó una sonrisa torcida, la señora Marry siempre lo había tratado como si de un hijo se tratara y nunca los había juzgado.

Se tendió sobre la manta y con el brazo izquierdo tapo sus ojos, si se concentraba podría escuchar su risa, ese lugar estaba inundado de su esencia, estar ahí era como estar cerca de él, ya habían pasado muchos años, pero aun lo recordaba como si lo hubiera visto por última vez ayer y lo extrañaba, extrañaba tanto el poder escucharlo, el abrazarlo el sentir el latido de su corazón… extrañaba tanto que dolía… dolía como si fuera una herida que estuviera abierta y expuesta. Antoni era lo mejor que le había pasado en la vida, el día que lo conoció no lo olvidaría jamás.

Fue cuando llegaron a Eton, William estaba sentado en un banco mirando sus pies tratando con todas sus fuerzas de no llorar, se sentía solo, ya no tenía a su madre y su padre se había olvidado de él.

- ¿De verdad crees que podrás ver tu reflejo si lustras tus botas con ahínco?

William giro el rostro hacia el lugar de donde venía esa voz y por un momento creyó estar soñando, o tal vez ya se había vuelto loco, pero que lo aspen si lo que estaba frente a sus ojos no era un ángel. Era un joven de cabellos tan rubios que al llegarle los rayos de sol a la espalda parecía estar resplandeciendo, su rostro parecía esculpido, era como una de esas estatuas de mármol en donde los rasgos eran perfectamente cincelados, sus ojos eran de un color casi celestial, eran de un celeste casi cristalino, pero lo que lo hacía parecer irreal era su sonrisa, era… era como ver a un ángel. No pudo hablar solo se quedó callado observándolo, tenía miedo de que si emitía algún sonido el hermoso ser que se encontraba frente a él desapareciera.

- ¿Oye puedes hablar?, o es que… dime ¿acaso te asuste?, si ese es el caso permíteme disculparme.

 ¡Oh pero que torpe he sido!, déjame presentarme, mi nombre es Antoni Filding ¿y el tuyo es?...

William todavía no salía de su estupor, ¿es que acaso en verdad era real?

-Mi… mi… mi nombre, mi nombre es Will… No era capaz de hablar fluidamente.

William…

William Davenfor…  En realidad, mi nombre mucho más extenso y si agrego el peso del título lo es aún más. Logro decir.

-Bueno pues yo te llamare Will, me gusta, tu pareces un Will. Alguien que no debe tener ningún peso y debe ser libre.

-Creo que te ves cómo alguien que podría llamarse Will.

William sonrió, no se dio cuenta de cuando paso, pero ese ser que tenía delante si era real o no pudo conseguir que sonriera.

-Antoni, así que aquí estas, llevo rato buscándote, debes pagarme la apuesta, te dije que conseguiría que nos pusieran en la misma habitación. ¿Qué haces aquí? Y ¿quién es él? Dijo el recién llegado haciendo un gesto con la cabeza para señalar a William.

- Él es Will, lo acabo de conocer, será nuestro amigo.

Tomas puso los ojos en blanco y bufo.

-Dime … Will …  ¿tienes algún nombre?, dudo mucho que seas “solo Will”.

-Mi nombre… Dijo en un tono casi inaudible. – Mi nombre es Jhon William Arthur Henry Davenfor Marques de Milford. Termino diciendo de trompicón.

Antoni soltó una carcajada y dijo. –Mayor razón para llamarte solo Will.

Tomas fingió toser y Antoni volvió a reír.

-Bueno Will este que está aquí es mi buen amigo Tomas.

-OYE cómo puedes?, recuerda de quien estás hablando.

-Bueno lord Milford, usted tiene el agrado y el gran placer de conocer a Edward Tomas Stirling, Duque de Stirling, Conde de Lindsay, puedes llamarme Lord Stirling.




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