Alianza
-Saly podrías ver si la Duquesa se encuentra en sus aposentos, necesito hablar con ella. Estoy harta de estar sin poder hacer nada es como una prisión, creo que voy a terminar asfixiada.
-Voy en este momento Mi Lady.
Unos minutos después, Saly volvía a la habitación de Beth, para comunicarle que lady Dorset se encontraba tomando tomado el té en el salón amarillo y que la invitaba a que la acompañase, Beth no perdió más el tiempo y fue hasta donde se encontraba la Duquesa.
-Mi Lady, agradezco su invitación he de decirle que estaba muy ansiosa por hablar con usted.
-Niña cuantas veces debo decirte que no seas tan formal al dirigirte a mí, en especial cuando nos encontramos solas. Pero dime que es eso que con tantas ansias deseas decirme.
-Disculpa mi atrevimiento Lady… Perdón... Tía Samanta. Es que Barnaby me ha enseñado toda Flower House y me ha parecido un lugar precioso, pero… Pero me preguntaba si pudiera hacer algunos cambios en mi habitación, no me mal entienda, me encuentro bastante cómoda es solo que extraño mucho mi casa es por esa razón que me gustaría decorar los aposentos que me han designado algo parecido al que tengo en Herfordshrire.
-Oh querida que maravillosa idea, hablaremos con el Duque para que nos permita ir a comprar todo lo necesario, como no se me había ocurrido antes. Siento no haberme ocupado de ti como es debido, pero déjame remediarlo. Esta niña me liberara de este encierro, he pedido al viejo estúpido de mi marido que nos permitiera ir a la modista y al joyero y su respuesta ha sido que no tenemos por qué ir nosotras cunado ellos pueden venir. Siento que moriré sin poder ver el exterior pensó Duquesa.
-Dime Elizabeth, ¿podría yo pedirte un favor?
-Claro que sí, faltaba menos, ¿en que os puedo ser útil mi lady?
¡Perfecto!! pensó lady Samanta.
-Mi marido el Duque es un hombre mayor y no le gusta estar…solo…bueno el no permite que salga de casa, lo hacemos cuando la ocasión es estrictamente necesaria, créeme que si se lo pides tú tal vez acceda a que salgamos juntas, claro debidamente acompañadas. Habla con él. La duquesa tomo la mano de Elizabeth y casi rogándole le dijo.
-Es muy difícil estar casada con un hombre mayor, tiene muchas ventajas, pero él no ve cuanto lo amo y lo cuido, esta haciendo que me marchite con él. Por favor Elizabeth debes ayudarme, prometo que yo también te ayudare, sé muy bien que cuando hagas tu presentación y tengas éxito tendrás muchas propuestas, créeme que te ayudare para alejar aquellos caballeros que no sean de tu interés. Hagamos una alianza, sé que te estoy poniendo en un aprieto, también que no te esperabas esto, en parte he sido algo egoísta al querer ser tu benefactora para la temporada, pero ya no aguanto estar encerrada Elizabeth, mi vida no es lo que he hecho creer a todos, yo me enamore de un hombre pero este ya no existe, con los años se ha ido su juventud y sus celos han crecido, escucha a tu tía hija mía, nunca te cases con un hombre mayor… en ocasiones el corazón también se equivoca, piensa muy bien antes de tomar tus decisiones, no me mal interpretes yo amo a mi marido, pero también me gustaría salir y no estar tanto tiempo encerrada.
Por alguna razón la Duquesa logro conmover a Elizabeth, lady Samanta no era una mujer de su agrado, pero ella entendía muy bien de lo que hablaba, sus miedos se estaban manifestando en la mujer que tenia delante suyo. Lady Samanta solo estaba confirmando los temores de Elizabeth, solo era la prueba de que una mujer debía someterse a su marido, que debía ser el más fiel de sus sirvientes.
-Claro que la ayudare Tía de hoy en adelante cuente conmigo. Pero... es que … ¿es verdad que no la deja salir?
-Solo salgo cuando él debe hacerlo y al único lugar al que puedo ir sin su compañía, es a casa de mi adorada Josefine, pues sabes cuánto mi marido aprecia y confía en tu padre y por lo que me ha dicho tu madre esa confianza es mutua, de lo contrario habría sido muy difícil convencer a tu padre de enviarte sola a nuestra casa. Por eso te pido que hables con el duque y le pidas en nombre de tu padre, sé muy bien que de ese modo no podrá negarse.
-Está bien, así lo hare. No se preocupe mi lady.
- ¡Oh mi niña te lo agradezco tanto, no sabes lo feliz que me haces!
Lady Samanta estrecho a Elizabeth con tanta emoción que casi caen al suelo, pero no les importo ambas rieron, estaban felices, la una por ayudar a una mujer que sufría aquellos que a ella le causaba tanto temor y la otra porque una vez más sus planes estaban saliendo justo como ella lo esperaba.
Esa misma tarde después de almuerzo Elizabeth fue hasta el despacho del duque para hablar con él, sabía que no sería fácil y eso le causaba mucha emoción, era como ser una heroína, estaba haciendo algo que le gustaba, ¡Ayudar!, eso era algo que la caracterizaba, además estaba siendo difícil para ella comportase y estar sin hacer ninguna travesura.
Al llegar a la puerta del despacho encontró que esta estaba entre abierta y vio que el duque estaba repantigado durmiendo en el enorme sillón que se encontraba detrás de un gran escritorio, toco a la puerta y no logro despertarlo, pensó si dejarlo para otro momento o volver a insistir, estuvo dudando por un minuto, pero nadie era más ansiosa que Elizabeth Phillips, entonces volvió a tocar y esta vez logro que el Duque la escuchara, con voz todavía somnolienta dijo al que tocaba que podía pasar. Con la mejor de sus sonrisas de niña traviesa ingreso a la habitación, esta se encontraba apenas iluminada y como si estuviera en su propia casa y hablando con su padre Elizabeth hablo.