Tanto la Duquesa como Beth terminaron sus encargos y se dirigieron a Flower House estaban exhaustas, Elizabeth nunca había hecho tantas compras escogido tantos adornos y encargado tantas cosas. Esa noche durmió como un bebé.
Y debido a que desde que había llegado a Londres solo se la pasaba encerrada, a la mañana siguiente se tomó solo unos sorbos de té y pidió a Saly que le prepárese su traje de montar, su doncella la ayudo a vestirse, llevaba un hermoso traje azul que combinaba muy bien con un sombrero del mismo tono con lazo blanco haciendo juego con los volantes blancos que llevaba el traje en el escote, este iba hasta el cuello, Saly le recogió el cabello en una trenza sencilla, para que pudiera estar cómoda le abrocho los guantes de cabritilla, la acompaño hasta el amplio vestíbulo y ayudo a Elizabeth a colocarse la capa para protegerse de la fina lluvia que caía esa mañana, se despidieron.
Y Elizabeth se dirigió a las cuadras y como aún era muy temprano el mozo se encontraba dormido recostado en uno de los cubículos en donde no había ningún caballo, de puntillas fue hasta donde se encontraba emperatriz, le obsequio una manzana y la acaricio le hablo dulcemente como siempre lo hacía y luego ella misma la ensillo, adoraba hacer esa clase de cosas, era una forma de demostrar que podía valerse por ella misma además de ir contra la corriente, cosa que le gustaba aún más, como toda niña traviesa observo a hurtadillas si el joven seguía dormido, le sorprendió no haberlo despertado con todo el jaleo que hizo al preparar su montura, saco a emperatriz de las cuadras y la monto a horcajadas, odiaba montar a la amazona, no podía hacer que su yegua corriera a sus anchas y ambas necesitaban hacer ejercicio.
Recorrió Grosvenor Square donde se encontraba la casa de los Duques para luego dirigirse hasta Hyde Park , había escuchado tantas veces a Daniel decir que era el mejor lugar para montar, definitivamente no entendía a su hermano, pues cuando hablaba de ese lugar lo hacía con cara de granuja y sonrisa de mequetrefe, bueno es un hombre ellos simplemente son asi, ambas iban felices, emperatriz corría como si su vida dependiera de ello, Beth necesitaba penar, necesitaba sentirse libre y en ese momento con emperatriz se sentía menos ansiosa y agobiada, pero aun persistía en ella el sentimiento de ansiedad, era como si estuviera por pasar algo, como si fuera algo grandioso, tal vez es hambre pensó y comenzó a reír, espoleo a su yegua y esta respondió como esperaba con brío y agilidad, cuando vio un lago se detuvieron eran las orillas del Serpentine, disfruto de la briza y de la delicada película de humedad que dejaba en su rostro las gotitas finas de lluvia que caían, se sintió viva, el paseo había sido una buena idea, debo hacerlo todos los días se dijo y vivió a reír, menos mal que a esas horas no había persona alguna a excepción de ella en el lugar o la creerían loca por hablar sola y reír como tonta.
Este fue uno de esos recorridos revitalizantes, condujo a emperatriz por la orilla del lago trecientos cincuenta acres solo para mí pensó con expresión picaresca y volvió a reír esta vez con bastante hilaridad como la niña traviesa que es, paseo por gran parte del parque, lo mejor que había hecho desde que llego a esa ciudad, anduvieron hasta ambas quedar exhaustas, decidió encaminarse nuevamente hasta la casa de los Duques.
Pero nada más llegar a Flower House, pudo notar que solo para ella la mañana comenzó ¡más que bien!, en la entrada a las cuadras Barnaby acompañado por el mozo la aguardaban con cara de pocos amigos.
-Mi Lady estábamos muy preocupados por usted, por favor no vuelva a hacer eso, si el Duque se entera ambos perderemos como mínimo la cabeza. Un agobiado Barnaby la regañaba mientras la ayudaba a desmontar.
-Agradezca Lady Elizabeth que el resto de los que habitan esta casa no se percataron de su ausencia y por todos los cielos que formas son estas de montar, usted es una dama que pasaría si alguien la viera Mi Lady, su reputación estaría en boca de todos, Londres no es como Hertfordshire, aquí la lengua de los nobles puede descuartizar a una jovencitas como usted más de lo que lo haría la espada de un bárbaro. Prométame que no volverá a salir sin su carabina y un sirviente que las escolte, esta ciudad es peligrosa y estamos cerca de su presentación, debe ser consciente de que una jovencita de su posición no puede andar por ahí y mucho menos sola y montando de forma tan… “escandalosa”, prometa Mi Lady que usted no volverá a hacer algo como esto, se lo suplico.
-Barnaby no pensé que fuese algo grabé, usted lo describe como si hubiera cometido un pecado, solo estaba montando. La voz de Elizabeth sonó bastante molesta con el ceño fruncido observo a ambos hombres.
-Seguramente si fuese yo un hombre no me estaría usted regañando y seria yo quien estuviera reprendiendo a las personas que tengo como ayudantes por hacer tales afirmaciones. No cree que es injusto, no he hecho nada malo, Santo cielo solo estaba montando, ¿cómo eso podría poner en duda mi reputación?. Estaba molesta, estaba por hacer un berrinche y cuando iniciaba sus peroratas no había quien la parase, había erguido la espalda y puesto sus brazos en jarras era una pose entre amenazante y cómica debido a que Barnaby era un hombre mayo, ¡sí!... pero bastante corpulento y ni se diga de Kenny el mozo de cuadras que parecía ser tan ancho como una pared, mientras Elizabeth era menuda y delgada pero ambos hombres notaban que en ese pequeño cuerpo había mucho carácter.