Solo Quédate Conmigo

Capítulo 5

Esto no puede estarme pasando a mí. ¿Tan mayor es? Creí que tendría un aproximado de mi edad.

Sin dudarlo y sin permiso una sonrisa idiota se dibuja entre mis labios. Mi corazón no ha dejado de latir a toda marcha, de su parte también me demuestra que le da gusto verme aquí. Algo indescriptible me llena el pecho, una emoción cálida, algo que podría hacer sentir bien a cualquiera.

Me toma unos instantes regresar en el momento actual para hablar:

—No es cierto ¿Verdad? —pregunto con duda.

Su sonrisa sigue intacta mientras busca en su maletín. Vigilo con cautela cada movimiento de sus manos. Revisa con cuidado entre unas hojas del portafolio que acaba de sacar. A pesar que estábamos en medio de la entrada del enorme edificio, a nadie precia importarle que obstruyéramos el paso.

—Lauren Antonia Steel O’Brien ¿Estoy en lo correcto? —asiento.

—No era necesario el «Antonia».

—Carrera de Ingeniería automotriz —dice victorioso guardando sus documentos —. No te preocupes, mi tiempo aquí no es permanente. Solo estoy reemplazando a uno de tus profesores de tiempo real. Conmigo verás física cuántica.

—No estaba preocupada —miento —. ¿Entonces no estas a punto de cumplir los cuarenta?

Trato de cambiar el tema para que mi alterado corazón no termine haciendo un hueco en mi pecho y salir corriendo tras él.

Admito que Ethan es muy guapo, se lleva mi atención en niveles sobrevalorados. Pero es solo eso, una simple —poderosa— atracción. Aunque no esté formal del todo, su manera de vestir activa todas mis atenciones posible a él, provoca que mi vista, curiosa e imaginaria lo examine sin dejar que se pierda ni un solo segundo de cada detalle de él.

—Claro que no —dice en medio de una carcajada —. Estoy en mis dulces veinte tres, cerca de los veinte cuatro.

Sonrío.

De todas las universidades tenía que estar justo él en aquí. Y esa ilusión de encontrarme esos bellísimos ojos azules por mi camino no me molestarían para nada, pero podrían darme un ataque al corazón en cualquier momento.

—De acuerdo, señor en plena flor de la juventud —bromeo —. Su clase conmigo es justamente la última…

—Así parece —me interrumpe —. Ideal para irte a dejar en la cafetería de tus padres y comprar ese muffin espectacular que tienen —iba a contradecir esa idea pero me seguía interrumpiendo —. Sin excepciones, aprovéchame ahora que estaré desocupado.

Se fue sin voltear atrás dejándome con la palabra en la boca. Él piensa que aceptaré.

 

 

La última hora de clase estaba cerca, tenía una hora de descanso por lo que desempaque lo que había hecho mi mamá en la mañana, siempre nos empaca alguno de sus postres para el camino. Otras de las ventajas de tener una cafetería es que puedes comer, traer, llevar cualquier dulce de allí para ti sola, aunque a Justin y a mí se nos complique robarlo en pleno movimiento de la cafetería.

Por ahora es como ir a una secundaria, no conoces absolutamente a nadie, y te sientes más solitaria que otros días, las horas son largas, pero la emoción de ser el primer día no cambia, más aun, sabiendo que la siguiente clase es el joven que a cautivado mi atención por un incidente ocurrido hace tres meses. Todos en la familia tenemos la suposición que fue un asalto por el que pasó Ethan esa noche, por su parte, de las pocas veces que hemos cruzado palabras, no me ha comentado nada desde luego.

Todo a mí alrededor tenía un aire primoroso que podría tropezarme con alguna de las puertas de vidrios creyendo que no hay nada por tanta transparencia, y quedaría en ridículo por las cámaras de seguridad de la universidad.

Me había sentado en un espacioso lugar lleno de áreas verdes, estudiantes recostados en las piernas de otros, escenas románticas, otros leyendo y en mi caso comiendo. El césped tenía un aspecto de estar recientemente cortado, lo que emanaba un aroma a campo y tierra mojada también.

Registraba las publicaciones de Facebook en mi celular para aprovechar —perder— el tiempo hasta la siguiente hora, ya sabía a donde tenía que ir y con cuantos minutos salir, pero esto sé que solo va hacer temporal, luego, comenzaré a llegar con el tiempo justo a las clases por las veces que me quedaré dormida.

Una videollamada oculta la llamada principal de Facebook, sabía que quien llamaba no era precisamente Rosme. Rodee los ojos y contesté.

—¡La bebé contestó! —gritó Austin al otro lado —. ¿Qué tal? ¿Cuántas veces te has perdido? ¿Ya encontraste al chico que tire tus libros y se enamore perdidamente de ti?

—Bien Austin, gracia por el interés —digo ignorando todas sus preguntas.

—Y... —frunce el ceño viéndome con atención —¿Qué tienes sobre en la cabeza? —se acerca más a la pantalla que solo logro ver su ojo y nariz, segundo después trata de reprimir una carcajada —¿Acaso no te peinas? Niña, debes peinarte, así no vas a encontrar al amor de tu vida en la universidad, ni el perro se fijaría en ti.



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En el texto hay: primeramor, drama, hijaperdida

Editado: 27.03.2019

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