Solo soy Bruno

D O C E - III

III

Aún no era mi turno, de hecho, era uno de los últimos y sin embargo a este paso, no pasaría ni una hora para que me toque. Los chicos entraban de a cinco y salían en menos de quince minutos.

A mi costado Rafael daba pequeños saltitos. Hace un rato nos habíamos puesto de pie para caminar. Ya no aguantaba estar sentado, mover la pierna no estaba ayudando. No éramos los únicos, todos iban y venían en el pasillo, escuchando las voces (muy buenas, por cierto) de los que estaban dentro de la sala.

            -Dame una cachetada

Me voltee estupefacto.

            -Dale hermano, dame una cachetada. Estoy listo, hazlo.

Lo pensé por un segundo, luego solo me encogí de brazos y acaté la orden de Rafael.

            -Uf, ¡bien! - dijo dando una vuelta y llevándose la mano a la mejilla. Luego me miro con una gran sonrisa. – Ayuda con la ansiedad, sabes. ¿Quieres que te de una cachetada?

            - ¿Qué? No, no gracias.

            -Venga, enserio me lo vas a agradecer.

            -No lo creo, gracias

            -Venga Bruno. – levanto la mano por lo que empecé a alejarme. El me seguía el paso, insistiendo en pegarme.

Tal vez debería reconsiderar lo de tenerlo de mi lado.

Igual debo admitir que, aunque fue bochornoso casi empezar a correr para escapar de él, ayudo a distraerme. Tanto que nos tomó por sorpresa cuando llego nuestro turno.

Hice pequeños estiramientos en mi sitio, me concentré. Era el tercero en la fila. Había dos jurados. Ambos con rostros malhumorados. Tenían dos sellos cada uno.

            -Bruno Vera, adelante. - dijo el más joven

Di un paso adelante en la fila.

Y canté.

Entone a capela un fragmento de “Sign of the Times” de Harry Styles.

No hubo una reacción, ni una mueca.

Cada uno puso un sello en su hoja. Luego el de la derecha, levanto una mano en señal de que pare. -Rafael Estrada.

Retrocedí, aliviado de haberlo hecho. Hice un repaso mental para asegurarme de no haber desentonado en lo más mínimo. Luego mire con atención las caras de ambos hombres, tratando de leer entre líneas sus expresiones. Estire mi cuello, intentando distinguir los sellos.

Nada.

Cuando el quinto chico cantó, la habitación se quedó en silencio

Ambos jurados nos miraron susurrando entre sí, señalaron sus hojas, luego volvieron a hablar bajito entre ellos. Asintieron con la cabeza, todo en cuestión de menos de un minuto.

            -Les entregaremos sus fichas, quien tenga el sello rojo, espere en recepción, quién no, ha sido un honor tenerlo aquí. Todos han estado increíbles chicos, no es nada personal.

Llamaron a cada uno por apellido, como tomando asistencia, con la diferencia de la entrega de la dichosa ficha. Cuando llego mi turno no me anime a abrir la mía. Particularmente ninguno de nosotros lo hizo. Salimos al pasillo, donde solo quedaba un último grupo de cinco chicos. Y mientras ellos entraban los demás empezábamos a abrir nuestras fichas. Lo hice de una vez, sin darle tantas vueltas. Al final lo que importaba era finalmente haberme decidido a arriesgarme. Total, y absolutamente. Apostar por lo que me gusta.

Apostar por mí.

 




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