Solo te quiero para mí [1]

Capítulo 3

No podía concentrarme, por más que lo estaba intentando, cualquier mínimo movimiento hecho por otra persona llamaba mi atención por completo. ¿Cómo pretendía pasar el extraordinario de fisicoquímica si ni siquiera era capaz de prestarle atención al libro por más de cinco minutos? No sé que es lo que me pasa. Incluso he decidido salir de casa para poder obligarme a concentrarme en vez de ver un capítulo más de Gossip Girl y esta la terraza de este Starbucks se ha convertido en mi lugar favorito para estudiar.

Pero hoy estudiar simplemente no me da. Así que, me rendí por completo y volví a tomar mi celular. Me paseé entre Facebook e Instagram, nada nuevo por ver, Ingrid como siempre bombardeó mi inicio con memes y no había mucho que mirar en las historias de mis amigos. Cambié de aplicación, comencé a deslizar mi time-line en Twitter, dándole favorito a unos cuantos tweets, RT a otros que hablaban de desgracias universitarias… Uh-Oh, ¿qué es esto?

 

@_iTristan: Me cayó bien la novia. ¿Es eso posible?

 

¿La novia? ¿Acaso habla de…? ¡No! ¿Cómo era posible? Él mismo me confirmó que no apoyaba esa relación, no después de saber cómo fue que inicio. ¿Acaso no ha pensado en mí? ¿En lo mal que lo pasé cuándo me contó cómo fue que Carla se llevó a Matías? Y si… ¿Y si ella logró cautivarlo a él también? ¿Y si lo hace reír más que yo? Mi mente comenzó a mal viajarse con mil preguntas, pensando en mil escenarios posibles con los que pudiera relacionar ese tweet. Mi imaginación volaba demasiado rápido y me estaba autolacerando con mis propios pensamientos, ¿en verdad habla de ella?  

 

—¿Hablará de Carla? Sí, ¿de quién más? ¡Pero cómo es posible!

—¿Hablando sola?

 

Hice una mueca al escuchar esa voz masculina, un chico de complexión delgada y cabellos negros está parado frente a mí, sonriente. Ha puesto un macchiato que ni siquiera he ordenado sobre la mesa, ¿qué le ocurría? ¿Qué no se ha dado cuenta de que está ocupada? Y en realidad, no busco compañía.

 

—Ahmm la mesa está ocupada y lo estará por lo menos unos cuarenta minutos más. —Le digo, empujando un poco el vaso de café.

—Sí yo… Te lo traje porque siempre te veo estudiando aquí.

—¿Disculpa?

—Sí, yo… Liz. ¿Conoces a Liz? La barista de lentes. —Lo miré directamente a esos ojos oscuros, el chico estaba completamente nervioso—. Es mi amiga, y me he dado cuenta de que siempre que vengo a recogerla para irnos a casa estás aquí. Con el mismo libro de Principios de Fisicoquímica en la misma mesa, creo yo que estás estudiando ¿cierto? Pues, yo te recomendaría usar el Chang, explica mejor.

—¿Así que eres mi stalker? Que creepy.

 

Logré sacarle una sonrisa con ese comentario, pero yo hablaba en serio. Me daba un poco de miedo saber que estoy siendo vigilada por el amigo de la barista. Encima, ¿cómo se atreve a decirme de qué libro debo estudiar?

 

—Como sea, creo que te asusté. Pero puedes quedarte con el café, no tiene nada raro te lo juro. Sé lo difícil que es confiar en un extraño hoy en día en esta ciudad, más siendo mujer. Lo cual es lamentable, ¿no? —Asentí con la cabeza, confirmándolo—. Bueno, cualquier cosa… Liz es mi amiga.

—Gracias ¿ahmm…?

—Daniel Morán.

—Okey, yo… Gracias Daniel, por el café.

 

Él simplemente se giró sobre sus talones y yo lo miré caminar hacia adentro. Se sentó en una de las sillas altas de la barra y la barista se acercó a platicar con él, ¿estará preguntándole cómo le fue conmigo? Me negué con la cabeza ligeramente, esta es la primera vez que me pasa algo así, ¿cuánto tiempo le habrá costado armarse de valor para venir hasta aquí y obsequiarme este café? Además, él ya sabía mi nombre o por lo menos Liz se lo ha grabado de tantas veces que me ha visto aquí, porque ya estaba escrito en el vaso.

Tomé el vaso y comencé a olisquearlo, a mover el interior con el popote verde, dudando un poco si debía tomarlo. Después, simplemente regresé la mirada hacia el interior del Starbucks, agradeciendo que la puerta me dejara verlo todo. Él está mirando su celular en lo que Liz termina de preparar un frappé. ¿En verdad tan rutinaria y aburrida me veo? Siempre con el mismo libro, en la misma mesa. ¿Y si me comporté grosera?

 

Regresé la vista a mi libro por un instante, intenté continuar leyendo pero algo no me dejaba concentrar. Miré el vaso y decidí tomar un sorbo, demasiado dulce… Volví a voltear, apenas esbozando una sonrisa, la camisa blanca de Daniel era algo curiosa, estaba llena de cactus de color azul marino, ¿qué rayos, Anette? Deberías enfocar tu atención en el libro.

 

Anette Ibarra: Necesito que seas mi mejor amigo y que seas sincero. ¿Piensas que soy aburrida?

Oliver Ramírez: ¿Ahora qué te traes?

Anette Ibarra: Un extraño, bueno un chico que se llama Daniel me regaló un macchiato porque dice que siempre me ve en la misma mesa estudiando. En la misma mesa… ¡Aghh siempre soy esclava de la rutina!



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En el texto hay: romance, jovenadulto, exnovio

Editado: 30.12.2023

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