Ni siquiera entendía porque me sentía tan nerviosa, aún no había podido bajar de mi auto. Estaba justo afuera de la casa de Sebastián, mirándome por última vez en el espejo de vanidad, ¿por qué me sentía así si ya he venido a este lugar antes? Era un plan de amigos, sólo eso. Él recién terminó con Ilse después de un año y medio de relación, yo sé lo mucho que le dolió esa ruptura. Sí, seguramente esta tarde se va a basar en hablar de eso, de lo mucho que nos dolió terminar con Ilse y Matías.
—¡Hola, Ann! ¿Por qué tardaste tanto en el carro?
—Estaba esperando una llamada de Frida, perdón.
Me paré de puntillas para besarle la mejilla, Sebastián estaba usando esa fragancia que tanto me gustaba en la prepa. Ya tenía varios meses sin verlo y realmente es la primera vez que lo veo sin Román merodeando por ahí, quizás por eso me siento tan nerviosa.
—Ya mandé pedir la pizza.
Él cerró la puerta detrás de mí, me cedió el paso y entré a la casa. Me senté en el sofá, el silencio que dominaba en el lugar comenzaba a abrumarme, miré una vez más a Sebastián, se ha ajustado los lentes y ha decidido sentarse junto a mí.
—¿Y cómo sigues?
—Considero que bien, sólo… Me he sentido algo triste. Tristán ya no me habla.
—¿Y eso?
—No tengo la menor idea. —Respondo—. Nos vimos, me contó de la relación de Matías con la tipa esa y después no me buscó más. No lo entiendo, realmente no…
—Hey, tranquila. Ven.
Sebastián me recibió en sus brazos, lo abracé suavemente y sentí sus caricias sobre mi cabello. El que haya perdido la comunicación con Tristán me está haciendo sentir fatal y me está afectando aún más de lo que pensé. ¿Y cómo no si me he acostumbrado a estar hablando con él 24/7? De solo pensar en que ya no está más en mi vida, los ojos se me llenan de lágrimas y lo que menos quería era que pasara en frente de Sebastián. Por lo tanto, en cuanto tocaron el timbre, agradecí bastante que la pizza haya llegado, así iba a tener unos minutos para poder limpiarme las lágrimas.
—Ya vengo.
Asentí ligeramente con la cabeza viéndolo caminar, rogando con todo mi ser que mi delineado permaneciera intacto. ¡Dios mío! No he venido aquí a llorar por Tristán, vine a comer pizza y a ver películas. Y por lo que noto, por el silencio principalmente, al parecer hoy nos encontrábamos solos en la casa.
—Elige una película, iré por platos. —Dice Sebastián, cargando la caja de pizza, caminando con dirección hacia el comedor—. ¿Ya tienes algo en mente?
—¿Y tu mamá?
—Trabajando.
—¿Y tu hermano?
—En la universidad. —Responde, caminando hacia la cocina.
Tomé el control remoto, encendí el televisor y comencé a recorrer el catálogo de Netflix, en realidad no tenía muchas ganas de ver una película. Quería continuar hablando de mi situación con Tristán, porque es algo que me ha tenido con el corazón roto todas estas semanas, incluso siento que estoy sufriendo más por él que por el mismo Matías. Y es que, ¿cómo no sentir tu ausencia? Si durante los últimos años ha sido él quien no me ha dejado caer, si ha sido él el que se queda hasta la media noche escuchándome por teléfono, si es él quien siempre ha estado ahí.
Pero no podía permitirme vulnerarme de esta manera frente a Sebastián. Así que volví a tomar el control y le di play a Love, Rosie, sin importar que apenas hace dos semanas la vi con Frida. Esperé paciente a que él regresara para tomar el primer trozo de pizza. Sí, esta sería nuestra tarde, pizza y películas, por supuesto que no iba a pasar nada más como Oliver juraba que pasaría.
—Anda, pon la música que tú quieras.
Sonreí al escuchar eso, creo que Sebastián se ha dado cuenta de que necesito entrar en confianza al estar con él en su habitación. Me acerqué a su teléfono para poner algo de The Weeknd, ni siquiera batallé mucho para elegir una canción, porque he escuchado esa canción todo el fin de semana. House of balloons sonaba mientras yo me dedicaba a explorar después su escritorio, su proyecto del semestre pasado estaba ahí y él brevemente me explicó cómo funcionaba aquel circuito, posteriormente me enseñó más trabajos que tenía por ahí guardados.
—¿Y qué es eso? —Señalé al interior de su clóset, una pequeña caja.
—Es la caja.
—¿Lo que pienso que es?
Él asiente con la cabeza, confirmando mis sospechas, entregándome la caja segundos después. Por supuesto que conservaba esto, él es igual que yo, es la famosa caja de la que yo apenas me deshice. Y así como soy, curiosa, no pude evitar abrirla para descubrir su contenido, dentro de ella estaba su historia con Ilse, algunas fotos, los boletos del concierto de Muse al que fueron, cartas, boletos de cine, una corcholata de una botella de cerveza, una pulsera. La relación de Sebastián con Ilse estaba ahí, guardada en recuerdos.