Casi no pude dormir al recordar el amargo momento que pasé ayer con Sebastián, pero creo que este «break» entre nosotros era más que necesario, por el bien emocional de ambos. En especial el suyo, que es el que más me preocupa, en verdad que me siento terrible por haberle roto el corazón de esa manera, dos veces en la misma semana.
Y, a pesar de que quería quedarme más tiempo en mi cama, era hora de levantarme para ir a ducharme. Había acordado una salida con Daniel hoy y antes de verlo en Viveros quería dedicarme a estudiar un poco, así que tenía el tiempo contado.
El mayor problema, además de mi pereza por la mañana, lo encontré al estar frente al armario. Estuve durante diez minutos ahí, pasando mi mano por la ropa que colgaba en los ganchos, armando outfits en mi mente, espera... ¿Acaso era una cita? Hmm... ¿Estoy de regreso a eso de lucir bien como cuando tuve una primera cita oficial con Sebastián? No, no es para tanto, a Dan apenas lo conozco. Creo que no debía lucir tan «me he arreglado para ti porque considero esto una cita», no, ni siquiera hemos establecido alguna etiqueta. No es mi amigo pero tampoco es algo más, así que algo casual es lo apropiado. La blusa que se ha llevado Frida hubiera sido perfecta, ¿por qué siempre me pide ropa prestada cuando yo la necesito?
—Ya me voy.
—¿Crees que puedas pasar por Frida a su clase?
—No, ma, lo siento. No cuentes conmigo —Le respondo a mamá—. Un amigo me invitó a comer pizza, lo veré a las cuatro.
Me despedí de ella con un beso en la mejilla prometiendo llamar en cuanto estuviera con Daniel y salí de la casa, realmente sin expectativas de lo que pudiese pasar en un rato.
Antes de nuestro encuentro, fui a una cafetería cerca de Viveros para seguir estudiando. El extraordinario es la próxima semana y aunque me sentía relativamente lista para presentarlo no quería confiarme. He hecho de todo para poder aprobar fisicoquímica, he leído demasiado, he hecho tantos ejercicios y apuntes...
Los chicos que se pusieron de pie en la mesa contigua me distrajeron por completo, hicieron demasiado ruido al retirarse de ahí. Me negué con la cabeza y tomé un sorbo de mi café, entonces miré hacia una de las mesas que tenía cerca, Tristán estaba ahí sentado trabajando con su laptop. ¡No puedo creerlo! De todos los lugares en los que me lo pude encontrar, ¿por qué precisamente ha decidido venir aquí también hoy? Encima, su presencia aquí me hacía sentir nerviosa y molesta al mismo tiempo, ¿por qué no me ha llamado? ¿Acaso le importa una mierda cómo he estado después de ese último día que estuvimos juntos? ¿No le importan todos esos años de amistad? ¿En verdad se ha puesto del lado de Matías a pesar de que es un idiota?
Guardé de inmediato mis cosas en la mochila lila que llevaba conmigo, me puse de pie y tomé el café para caminar hasta la mesa en dónde estaba Tristán. Dejé mi mochila en el piso y mi café sobre la mesa, me senté sin invitación llamando su atención por completo, su mirada lo dijo todo, mi presencia le cayó como un balde de agua helada, no esperaba verme, quizás no esperaba hacerlo en un largo tiempo.
—Anette, ¿qué haces aquí?
—Busco respuestas... ¿Qué nos pasó? En todos estos años, por más problemas que tuviera con el imbécil de tu mejor amigo, tú y yo siempre permanecíamos juntos. Ahora me has dejado a un lado. —Mi voz comenzaba a quebrase, el saber perdida mi amistad con Tristán me hacía sentir realmente triste—. Te has olvidado de mí, de esa amistad inquebrantable que se suponía teníamos. Te necesitaba más que nunca y me dejaste sola.
—Ann, escúchame, no es lo que piensas.
Él bajó la tapa de su computadora personal, dejando a un lado lo que estaba haciendo, dispuesto a aclarar la situación en la que lo había metido.
—Es que yo no te hablé porque sabía que... Ese día que nos vimos en Delta, me di cuenta de que lo de Matías y Carla te dejó mal aunque no lo aceptaras y, asumí que necesitabas tiempo. Te conozco y sabía que lo necesitabas, lo necesitabas para sacarte todo ese odio que seguro sientes por Matías y de alguna u otra forma yo te lo recuerdo. —Él se queda en silencio un par de segundos, intentando armar la siguiente oración—. Yo no me he olvidado de ti ni te he dejado a un lado, al contrario, había pensado bastante en hablarte y que quede claro algo...
Tristán toma mi mano, mirándome directamente a los ojos para asegurar que lo que decía iba en serio.
—Nunca te voy a dejar sola, eres mi amiga, y te lo dije ese día. Somos amigos porque nos caemos bien y nos queremos, más allá de la relación que tenemos con Matías.
Comenzaba a sentirme más tranquila, toda la molestia empezó a disminuir paulatinamente a medida que él continuaba hablando.
—Aparte sentía que tú estabas enojada conmigo.
—¿Yo?