Vi a Daniel sentado en una de las mesas de la pizzería esperando por mí. ¿Le molestará la impuntualidad? ¿Llevará mucho tiempo ahí? ¡Y es que yo odio la impuntualidad con todo mi ser! En otra vida debí haber sido inglesa, porque no hay otra cosa que odie más que llegar y que lleguen tarde. Pero yo no contaba con que me iba a encontrar precisamente hoy con Tristán y que justo media hora antes de este encuentro íbamos a tener la conversación que tanto había estado esperando.
Él sostenía en la mano su teléfono y parecía estar impaciente, al nivel de que ha recurrido al celular para mantenerse entretenido, cosa que —según él— odia hacer. Pero no lo culpo, he llegado veinte minutos más tarde a la cita, ¿qué más podía hacer mientras esperaba por mí?
—Hola, lo lamento. ¡Te hice esperar demasiado!
—No, no, está bien. ¿Cómo estás? —Pregunta cortésmente, poniéndose de pie para saludarme con un beso y un abrazo corto—. ¿Todo bien? ¿Había mucho tráfico?
—Sí todo bien, y ¡sííí! Nunca conté con que el tráfico iba a estar horrible. —Miento, sentándome en la silla frente a él—. En esta ciudad es imposible llegar en veinte minutos a cualquier lugar.
Solo esperaba que Dan haya creído mi mentira, soné convincente, quiero creer. Él se ha acomodado en la silla y me ha pasado la carta para que decida qué es lo que quiero pedir, realmente no tenemos muchas opciones. Así que por votación nos decidimos por una pizza ranchera y dos cervezas, sí, esto no lucía como una cita, más bien lo sentía como una salida con un amigo. En una primera cita no vienes a una pizzería a tomar cerveza y comer pizza con chorizo y aguacate, regularmente vas a algún otro lugar, como a la bonita cafetería que está en el noveno piso de la Torre Latino o esa terraza en la Cineteca para pasar conversando un buen rato.
Aún no entendía por qué me empecinaba en dudar sobre si esto era una cita o no, realmente no tenía pinta de una, yo me he vestido casual y él también, además todo esto se siente tan natural. Ya hemos comenzado a platicar de lo que dejamos pendiente anoche, de un par de memes que me enseñó respecto a su carrera —los cuales no entendí tan bien—, nuestras manos no han rozado para nada y no hay intenciones de un solo beso. Sí, no era una cita.
—¿Qué tipo de música te gusta? —Cuestiono, después de un último sorbo a mi cerveza.
—De todo un poco, no tengo un género en especial que diga ¡este es mi favorito! Me gusta conocer a nuevas bandas y propuestas musicales. Creo que todos deberíamos hacer lo mismo, no encerrarnos en un solo género. ¿A ti?
—Hmm Amy Winehouse es mi cantante favorita.
—Amy es bastante, digo, fue bastante buena. Es una lástima que su vida haya acabado tan pronto, tenía potencial.
Recargué mi barbilla en mi mano para observarlo hablar ahora de música, al parecer tambbién era un tema que le gustaba bastante. Dan empezó a contarme entonces del último festival al que fue y de cómo lo vivió junto a su roommate Héctor, un músico que toca en una banda de garaje en varios bares de la ciudad. Me dediqué a observarlo a fondo, Daniel era un chico delgado, no muy alto, le calculo 1.70-1.72 metros dado que nuestra diferencia de estaturas no es mucha, cabello negro abundante, labios voluminosos, ojos cafés, cada que hablaba mostraba mucho los dientes, hacía demasiados ademanes y era difícil mantenerlo callado. Me parecía increíble lo sencillo que era para él hilar temas de conversación.
—Entonces, ¿conoces a Liz, de la universidad?
—Sí, nos conocimos en el segundo semestre, es tan genial esa chica. Es la chica más buena onda que hay en la facultad, te lo juro.
—¿Y Héctor es tu rommie? ¿Él sí es foráneo?
—No, él viene de Naucalpan, al igual que a mí le daba flojera levantarse temprano. —Comenta, entre risas, tomando otra rebanada de pizza—. Los dos metimos clase a las siete y digamos que no somos personas de mañana. Así que... Rentar en Copilco fue lo mejor que se nos ocurrió, la vida es más sencilla y divertida. Héctor, es lo equivalente a un mejor amigo para mí.
—Todo suena tan genial, me recuerda a que mi mejor amiga y yo soñábamos con vivir juntas.
—¿Y luego?
—Se mudó a Estados Unidos para ir a la universidad.
Rápidamente le conté de Ingrid, le resumí mi historia con ella, hemos sido inseparables desde la secundaria. Solíamos hacer casi todo las dos, clases, cursos de inglés, el coro, cursos de certificación, curso de teatro, todo lo que se atravesara lo hacíamos juntas. Después, la preparatoria nos separó físicamente pero no impidió que nuestra amistad llegara a su fin después de la secundaria como sucede con muchas personas. Después de tantos años nos dimos cuenta de que quizás vamos a llegar a ser cuarentonas y vamos a seguir igual de amigas como lo somos ahora.
—Yo ya no le hablo a nadie de la secundaria. —Me dice, limpiándose con una servilleta—. Después de la secundaria te das cuenta de que eras amigo de ciertas personas sólo porque las veías cinco veces a la semana, lo mismo pasa con la prepa y estoy seguro que lo mismo va a pasar con la universidad. Claro, cabe aclarar que cada etapa tienes sus excepciones, me alegra que Ingrid y tú hayan sido la excepción.
Nos quedamos platicando de más cosas, la secundaria pasó a segundo plano y la universidad fue la protagonista de la conversación. Nunca me había sentido tan intimidada con alguien hasta que abrió la boca y empezó a hablarme de su carrera. Siempre había alardeado sobre lo lista que soy y sobre mi excelencia académica, pero apenas Dan comenzó a cuestionarme cosas que se suponía debía saber me quedé helada, negándome con la cabeza, excusándome diciendo que eso todavía no lo veía. ¡Dios mío! Sabe demasiado, la ciencia también es una de sus pasiones y se nota cada que me habla de proyectos y papers.
Creo que quizás por eso es un hombre que se lleva mi atención por completo, porque me parecía realmente interesante escucharlo hablar de cualquier tema, por lo mucho que sabe de cada uno de ellos. No importa si se trata de ciencia o de música, de series de televisión o libros, parecía saberlo todo y eso además de asustarme, me gustaba. Y me gustaba bastante. Tanto que le entregué el protagonismo y me volví espectadora, solo escuchando.