—Realmente no lo entiendo. —Le decía a Julieta, bloqueando mi teléfono una vez más—. Siempre me desea los buenos días, ya sea con un meme o con una canción. Lleva cinco días sin hablarme. ¿Habrá sido porque no le dije que lo quiero también cuando fuimos a Coyoacán?
—No creo que se haya enojado por eso, ¿o sí?
—¡No lo sé!
Me recargué sobre la mesa, ni siquiera ha abierto el «hola» que le mandé hace tres días y por mi cabeza han pasado todo tipo de escenarios posibles. Hoy es viernes y no tenemos plan para al rato. Ni siquiera estaba segura si quería verme.
—Quizás sólo exageras. —Comenta Julieta—. Son cinco días.
—Es la mala costumbre que me dejó Matías. Cuando se desaparecía sin decir nada regularmente era porque algo estaba mal.
Julieta intentó hacerme sentir mejor regalándome un chocolate mientras terminábamos de comer en la cafetería. Realmente estaba ansiosa, ¿habrá sido por ese «te quiero» que no respondí de la misma manera? ¿Se habrá hartado de mí? ¿Qué he hecho mal? No me iba a sacar esa inquietud de la cabeza hasta que lo tuviera en frente.
—¿Te veo después?
—Claro, me dices en qué termina todo con Dan.
Asentí con la cabeza y besé su mejilla antes de irme. Caminé con una prisa impresionante hacia el estacionamiento, luchando con mi mochila para que no se resbalara por completo de mi hombro y jugando con las llaves del auto esperando pronto apretar el botón para abrir la puerta. Una vez que llegué a mi cajón de estacionamiento, me metí rápido al auto, aventando la mochila al asiento trasero y poniéndolo en marcha para salir de la universidad con dirección a Copilco.
Si corro con suerte, puede que Dan todavía esté ahí a esta hora.
[...]
Pero no fue así. Nadie abrió la puerta del apartamento 1212, ni Héctor, ni Melisa y mucho menos Daniel. Me quedé sentada junto a la puerta con mi celular en la mano, paseando entre Twitter, Instagram y Facebook para perder el tiempo y que la espera no fuera mucho más larga. Después de media hora de estar ahí sentada en el piso decidí ponerme de pie, no está, es inútil continuar esperando. Ni siquiera sé si está en la facultad o si va a volver pronto. Caminé hasta el viejo ascensor y apreté el botón para pedirlo, me he rendido. Sin embargo, cuando las compuertas se abrieron mi día se iluminó por completo, Daniel estaba ahí.
—¿Anette? ¿Qué haces aquí?
Mi respuesta fue simple, lo abracé fuertemente. Daniel por supuesto que no se esperaba mi visita y mucho menos ese abrazo, pero terminó cediendo.
—Hey, ¿qué ocurre?
—¿Estás enojado conmigo?
—No, ¿cómo puedes pensar en eso? —Dan caminó hasta la puerta, sacando las llaves de su bolsillo del pantalón—. Platiquemos adentro.
Me cedió el paso y una vez adentro, cerró la puerta detrás de él. Dejó la mochila sobre el sofá, esperando a que fuera yo quien retomara la conversación que inició en el corredor.
—No me has hablado, ni respondido mis mensajes.
—Necesitaba tiempo. —Responde, mirándome a los ojos—. Siento que me estoy clavando demasiado contigo, necesitaba un poco de espacio por esa razón. Vi lo incómoda que te pusiste el otro día en Coyoacán y... No lo sé, quería ir un poco más despacio por eso, por así decirlo.
—¿En verdad me quieres?
—Como no tienes una idea, Anette. No puedo estar enojado contigo, no sé de dónde sacaste eso. Al contrario, he estado pensando bastante en ti...
—¿Por qué?
Sin decir una palabra más, Dan me tomó de la mano y me llevó a su habitación. No entiendo qué está sucediendo. Solo me senté en la cama y lo miré tomar su laptop, abrió la tapa y una vez que ésta encendió comenzó a teclear, buscando algo. ¿Qué está haciendo? ¿Qué va a enseñarme? ¿Ya me va a decir por qué ha pensado bastante en mí?
—Se supone que todavía no te lo iba a enseñar porque no está terminado. —Comunica, poniendo la computadora sobre la cama—. Pero creo que el momento lo amerita. He estado trabajando en un vídeo para ti, así que adelante, dale play.
Seguí sus indicaciones, le di play y el vídeo comenzó a correr, un fondo negro y el instrumental de cincuenta segundos de una canción empezó a sonar, entonces apareció la letra: blanco en español, amarillo la letra original en inglés.
Wind and water, Bergen town...
Él bajó la mirada y yo me concentré en mirar la letra, sabía que era de Kakkmaddafakka, los he escuchado tanto últimamente que me es imposible no reconocer la voz de Axel. No entendía, ¿qué significaba todo esto?
—¿Qué es esto?
—Tú sólo escucha y continúa leyendo.
I just met you, but you're more than a friend to me...
Definitivamente el coro se ha robado mi corazón y Dan lo ha visto en mi reacción, seguro que por eso fue que una pequeña sonrisa ha aparecido en su rostro, mirándome por fin a los ojos. ¿Acaso esta canción era para mí? ¡Oh por Dios! ¡Lo era! Definitivamente lo era, su mirada lo ha delatado y yo ahora no he podido controlar todo lo que me estaba haciendo sentir, esa bomba de sentimientos estaba a punto de estallar.
Era una combinación de felicidad y llanto, ¿qué he hecho bien para que la vida me de la oportunidad de estar con alguien como él?
—¿Es para... mí?
—Sí. Cada que la escucho no puedo evitar pensar en ti y quería que lo supieras. —Me dice, apenas esbozando una sonrisa—. Claro que quería que fuera diferente, en vez de un fondo negro esperaba poner fotos tuyas, o nuestras o vídeos nuestros pero creo que no he recolectado suficiente material.
Daniel se acercó a mí, limpiando con su pulgar la lágrima que ha logrado escapar y correr por mi mejilla.
—Por favor no llores, ¿por qué lloras?
—No lo sé, simplemente... ¡Es bellísima! Y lo que querías hacer... Dan yo... Yo también te quiero. —Respondí finalmente, con varios días de atraso—. También lo hago. No sé porque no pude decirlo el otro día en Coyoacán pero ahora, aquí en tu cara te lo digo, yo también te quiero Daniel Morán.