No tenía el corazón roto, me sentía humillada y creo que eso es peor que tener el corazón roto. Me dolía el ego, me dolía el ir por ahí presumiendo una «relación perfecta» que sólo lo fue en mi cabeza. ¡Qué vergüenza! El presumir que mi relación con Daniel iba bien cuando todos sus amigos sabían que no era así y luego... ¿por qué con Andrea? ¿Por qué con la fastidiosa Andrea? ¿No era la misma que estaba berreando por su ex aquella noche? Sí, quizás tiene sentido, se estaba quejando con Fernando de que su ex la engañó y seguramente quiso pagarle con la misma monera, ¿pero por qué con Daniel? ¿Por qué con él habiendo tantos hombres?
—No ha dejado de buscarme. Ya perdí la cuenta de todos los mensajes de perdón que me ha enviado. —Le cuento a Julieta—. Lo bloqueé de WhatsApp y Facebook, pero me ha mandado tantos e-mails, demasiado largos explicando porque no me quiere perder. Eso debió pensarlo cuando se metió con Andrea ¿no?
—Sí, tienes razón. Te fue desleal, no creo que lo perdones pronto ¿o sí?
—No, no... Ya ni siquiera quiero hablar de Daniel.
Continuamos caminando por las áreas verdes de la universidad. Hablar del tema me ponía de malas y bastante de malas ya estoy desde la mañana por todo el tránsito que encontré camino a la universidad como para agregar aún más coraje. Ni siquiera estaba pensando claro, solo recordaba todo lo que me dijo Andrea y volví a encenderme de nuevo, ¿por qué con ella? Ni siquiera se llevaban tan bien, a Dan también le parecía fastidiosa, pero me ha quedado claro ahora que para coger no importa que tan fastidiosa te parezca una persona.
—¡Cuidado!
Venía tan perdida en mis propios pensamientos que ni siquiera me di cuenta en qué momento choqué contra el chico que venía caminando en dirección contraria a la nuestra. Me agaché de inmediato para recoger los documentos que cargaba y el portaplanos azul marino que hice que tirara. En cuanto cruzamos las miradas me paralicé por completo, ¡no puede ser! No puedo creer que estoy mirando de nuevo esos ojos color miel que en un momento de mi vida lograron enloquecerme, con esos labios que en el pasado me dieron uno de los besos más perfectos que he tenido, con ese cabello castaño en el que enredé mis dedos muchas veces... ¡Era él!
—¿Anette?
«Mierda» pensé, ¿ahora qué se supone que tengo que hacer? Julieta ya me ha mirado, seguro que va a interrogarme quién es él y ahora André se ha acercado a mí.
—¡Hola!
Nos acercamos para darnos un beso en la mejilla y un corto abrazo, por supuesto que había cambiado. Está un poco más alto y ahora se peina diferente, encima su voz es mucho más gruesa y se ha dejado crecer un poco de vello facial. A pesar de ello, aún poseía esa sonrisa traviesa que lo caracterizaba en el pasado y el mismo brillo en los ojos, ¡wow! ¿Él aquí? En verdad que no lo creo.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto finalmente.
—Aquí estudio.
—¿En serio? ¿Arquitectura?
—Así es. —Confirma, con una sonrisa—. Como siempre quise.
—Wow, sí, sí, lo recuerdo. Nunca te había visto aquí, bueno es obvio que no, estos son los edificios de biológicas y ustedes están ubicados al otro extremo de la universidad ¿no?
André asintió con la cabeza, confirmando algo que parecía más que obvio. Maldición, ¿por qué me estoy comportando así?
—Sí, justo. Pero ando por acá porque vine a recoger a mi novia, ¿tú estás en química farmacobiología, no? Algo así vi hace tiempo en Instagram.
—Sí, sí. Justo ahí estoy.
—Mi novia también.
¿Ah sí? ¿Acaso la conozco?
—Alejandra Valle, ¿la ubicas?
Parecía que André me había leído la mente, me ha dado la respuesta... Alejandra Valle, ¿era en serio? ¿La chica más mamona de mi generación es su novia?
—Sí, tomamos estadística con ella. Por cierto, ella es Julieta. Julieta, él es André, un viejo amigo de la secundaria.
Ambos se saludaron por cortesía, mientras yo pensaba en cómo seguir la conversación. Tenía cinco años sin saber de él, ¿qué había sido de André Fajardo en todos esos años? ¿Seguirá jugando básquetbol? ¿Seguirá siendo un aficionado a jugar videojuegos? Sin embargo, mis preguntas iban a tener que esperar, Alejandra ha llegado con nosotros. Llevaba el lacio cabello negro recogido en una coleta alta, con un bonito vestido floral de color beige, con esa sonrisa soberbia que la caracteriza tan bien, mostrando sus brackets.
—Hola amor, ¿cómo estás?
—Bien, gracias. —Alejadra le da un beso de pico a su novio—. ¿Se conocen?
—Sí, Anette y yo fuimos juntos al Instituto Ballester en la secundaria.
Eso si que fue un momento algo incómodo, Julieta seguía en modo planta a mi lado, yo ya no sabía que decir y las sonrisas por cortesía entre Alejandra y yo comenzaban a parecerme algo hipócritas. Lo mejor que pudimos hacer Julieta y yo fue despedirnos, quizás el caminar lejos de ellos era lo que necesitaba para calmarme un poco, ¿por qué me puse tan nerviosa con André? ¡Dios mío! Me sentí como la puberta que era en la secundaria y odiaba sentirme de esta manera.
—Te pusiste súper roja cuando lo viste.
—No, seguro estoy roja por el sol.
—Sí claro, ya dime, ¿quién es André en realidad?
—Ya te dije, íbamos juntos en la secundaria y éramos buenos amigos. En fin, pasemos a cosas importantes, ¿qué vamos a hacer con Eduardo? No aporta nada a los trabajos en equipo.