Junio, 2018
Julieta ha encontrado una nueva obsesión: las telenovelas turcas y Çağatay Ulusoy. Ha aprovechado que terminamos de rendir los finales para ponerse al día con sus capítulos favoritos y también ha aprovechado la oportunidad de llevarme a comer comida turca para ponerme contexto con la cultura que últimamente la ha atrapado tanto.
Y, a pesar de que Julieta quería que quedara tan fascinada como ella con la comida turca, no logró atraparme por completo. Sabe todo muy concentrado, con demasiadas especias y apenas he terminado mi plato siento ya que me arde el estómago.
—Probablemente me voy a inscribir a crossfit. —Me dice, bebiendo un poco de su café—. Quizás lo haga cuando regrese de Puerto Vallarta.
—Cool, ¿te vas con tu familia?
—No, me voy con Eric. Estuvimos ahorrando y juntamos lo suficiente para irnos de viaje juntos, estoy súper nerviosa por eso.
—Que bien, sólo... Cuídense.
Mi amiga intentó escudarse en su café, pero las mejillas se le han puesto rojas como un jitomate.
—¿Qué? Digo, se van de viaje, es obvio que va a pasar algo.
—Ay sí pero, no sé, se me hace algo incómodo de hablar incluso contigo.
—Okey, no hablaremos de eso ahora. No sé porque te da tanta pena. —Le digo—. Es normal platicar entre amigas este tipo de cosas, si supieras lo que me cuento con Ingrid.
—Sí, pero yo no soy Ingrid, espero que lo entiendas.
Tomé un poco de café y después miré momentáneamente mi teléfono. Me llamó un poco la atención lo que vi en mi Instagram: «a @MattLicea le ha gustado tu publicación», ¿una vez más? Lleva un par de días haciendo lo mismo, me deja «me gusta» en mis fotos, ve mis historias, creí que con lo de Carla me había dejado de seguir pero al parecer no fue mutuo.
—¿Tú piensas salir de vacaciones?
—No lo sé, mi papá tiene demasiado trabajo en el despacho. Probablemente voy a aprovechar el tiempo para trabajar con él en el verano, necesito dinero propio.
—Buena idea, el dinero nunca sobra.
Tomé finalmente un lokum de color rojo, vaya que de esto si era fan, puesto que me concentré más en continuar comiendo aquellos cubitos gelatinosos que en escuchar lo que me contaba Julieta sobre sus planes con Eric para Puerto Vallarta.
No había podido elegir peor plan para el verano que pasar días enteros ayudando en el despacho contable de mi padre. Le dije a Ingrid que quería un descanso para mí y esto no era lo que pensaba que haría para ese break que tanto necesitaba. Yo necesitaba un escape a la playa y desaparecer un rato, necesitaba sentarme a la orilla del mar y que mi única preocupación sea saber qué bebida voy a beber después, si una piña colada o un mojito.
Pero aquí estoy, en la ciudad trabajando en algunas cosas aburridas, como checar folios de facturas y pasar información a su base de datos en Excel, con una dona del Krispy Kreme y una naranjada. Sin playa, sin bikini y sin mojitos. Solo una computadora y facturas. Y unas ganas impresionantes de botar todo, pero quería un poco de dinero extra y lamentablemente, todavía no podía aplicar para ningún programa de becarios que sí tuvieran algo que ver con mi carrera.
Me tallé los ojos, comenzaban a arderme después de haber pasado ya tanto tiempo frente a la computadora. Tomé mi teléfono, por lo menos si me iban a arder los ojos quería que fuera viendo algo que realmente quiero ver, mis redes sociales. Y entonces entré a Facebook solo para darme cuenta de que Ingrid maratónicamente ha compartido un montón de memes e indirectas muy directas para Gabriel. Entré a Instagram y entonces vi las mil selfies que Frida ha compartido en sus Instastories con música de Bruno Mars y Harry Styles. Entré a Twitter y comencé a leer un par de tweets como si fuera el periódico hasta que me cansé. Solo quería quejarme en un tweet de lo aburrido que es el verano desde el despacho de mi papá y comenzar de nuevo ese ciclo vicioso de interacciones en mis redes sociales.
Tristán Ayala: ¿Estás en el despacho todavía?
Anette Ibarra: Sí, ¿por qué?
Tristán Ayala: Ando por Delta, ¿y si nos vemos ahí? Ya tiene mucho que no te veo.
Anette Ibarra: De acuerdo, dame una hora y nos vemos en el Starbucks que está en el área de comida rápida.
—Pa... —Grité desde el cubículo, llamando su atención.
—¿Qué pasó?
—Tristán me invitó a salir, ¿puedo continuar con esto en casa? Prometo que te voy a traer hasta el mes abril ya todo ordenado por folio, gasto y lo que me estás haciendo señalar en azul, ¿sí?
—Quedamos en que te iba a hacer sentir como en un trabajo real. —Me dice, mirándome a los ojos—. No vas y le pides eso a tu jefe en un trabajo real, ya te hubieran corrido.
—Okey, entonces ahorita le cancelo.
Tomé mi teléfono para desbloquearlo y entré a la conversación de WhatsApp con Tristán, ¿en verdad en qué momento creí que pasar mi verano aquí era buena idea? En verdad que comenzaba a arrepentirme. Volteé a la puerta, ahí estaba mi papá, el cual llegó antes de que le diera enviar al mensaje y me dijo un:
—Está bien, ve y disfruta tu tarde. Aplicaremos home office entonces.
—Te prometo que mañana en la tarde te tengo esto, ¿sí?