La función terminó poco después de la seis de la tarde y marcó un antes y un después en este día tan peculiar. Aún estaba sorprendida con lo natural que es para nosotros estar juntos, con lo bien que puede hacerme sentir incluso estando juntos dos horas en completo silencio. Durante la película no pude evitar recargarme en su hombro, mantenerme abrazada a él, buscaba tenerlo lo más cerca posible. Por un momento, parecía que no había pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, nos comportábamos como los mismos que éramos a los dieciséis, no podíamos soltarnos.
Una vez que abandonamos el cine supe que ya era momento de partir. Matías me ha dicho que me va a acompañar hasta mi auto, yo volveré a casa y él irá al gimnasio, se acabó. Todo el asunto del perdón ha culminado en esto. Nuestro encuentro definitivamente no tuvo lugar en ninguno de los dos escenarios que imaginé en mi cabeza durante tanto tiempo, sin embargo, creo que estaba satisfecha. Caminaba junto a él tomando su brazo, a su paso, bromeando un poco con el mismo tema del que hablé con Sebastián hace unas semanas.
—Con eso de que está de moda volver con tu ex... Probablemente tú termines volviendo con Carla y yo con Dan.
—Ay que graciosa eres eh. Yo no quiero volver con ella.
—Es una broma, yo tampoco pienso volver con Daniel.
No pude evitar sonreír, me aferré por un segundo a su brazo y sentí su aroma penetrar mi nariz, no sabía que tanto había echado de menos aquel olor hasta que volví a sentirlo.
—¿Me extrañaste? —Cuestiono, sin titubear.
—Bastante.
—Entonces no te vayas, puedes ir otro día al gimnasio, ¿no? —Pregunto, parándome frente a él—. Quédate conmigo otro rato.
—¿Qué quieres hacer?
—No lo sé, simplemente no me dejes. —Le supliqué—. Quédate conmigo, solo quédate.
Caminamos juntos, hacia el lugar de estacionamiento en dónde dejé el auto. Una vez que llegamos y subimos a mi auto, nos quedamos en silencio. Aún no tenemos claro a dónde podemos ir para pasar un rato más juntos, es más, yo ni siquiera sabía por qué decidí pedirle que se quedara conmigo. Fui impulsiva y dejé que mis emociones me dominaran, esa esa la realidad. Y ahora estamos aquí, buscando lugares que nos queden cerca en Maps, sin tener claro nada más que pasar un poquito más de tiempo juntos. Solo sé que no quería cortar esa fuente de dopamina tan pronto.
—¿Entonces? —Pregunta.
—No lo sé...
Nos miramos a los ojos en silencio por un segundo. Ahora que estamos solos, encerrados en mi auto, la tensión sexual ha aumentado considerablemente y no creía soportarlo más tiempo. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a él para besar sus labios. Un beso que deseaba darle desde que lo tuve tan cerca durante la película en el cine, el sabor de sus labios... Era como regresar a casa. Mis manos se paseaban por su rostro, recordando cómo era acariciarlo con delicadeza y a medida que los segundos pasaban, comenzaba a desearlo cada vez más. Deseaba pasarme a su asiento para írmele encima, necesitaba que me tocara como la última vez que estuvimos juntos.
—¿Por qué no vamos a algún lugar en donde podamos estar solos?
Sabía a dónde me iba a llevar esa propuesta mía, pero realmente no estaba pensando con la cabeza fría. Por primera vez en mucho tiempo estaba haciendo lo que Oliver siempre me pedía que hiciera, me estaba dejando llevar y el sentimiento era increíble. No podía ponerle un nombre a la emoción que estaba sintiendo, porque eran muchas al mismo tiempo: deseo, satisfacción, nervios, miedo...
—Dame un segundo, ya vengo.
Caminé rápidamente hasta el baño, me encerré ahí y posteriormente me acerqué al lavabo con intención de mirarme al espejo. No podía con lo nerviosa que me estaba sintiendo, incluso sentía que las manos me temblaban y me daba miedo echarme para atrás. Ya estamos aquí, él está allá afuera esperando por mí y a mí el tiempo aquí encerrada parecía que se me escurría entre los dedos como el agua que está saliendo del grifo. Vaya, no podía dejar de mirarlo todo. Es mi primera vez en un motel, es la primera vez que no es mi cama ni la suya, es un lugar en el que no esperaba terminar hoy, ni mañana, ni algún día pronto.
Me eché agua fría en la cara y me sequé con la toalla blanca que estaba a mi lado, mirando una vez más el logo del motel bordada en ella. Mire mis dientes, limpié mi nariz, husmeé rápidamente en mi ropa para saber cuál brassiere me había puesto en la mañana... Ni siquiera eso recordaba de los nervios. Ni siquiera combina con mis bragas pero creo que eso es lo de menos, Matías está afuera esperando por mí para tener un encuentro sexual más y ahora la duda y el miedo se han apoderado de mí.
¿En dónde quedó esa Anette empoderada que hizo la propuesta hace media hora? ¿Y si me sucede lo mismo que me sucedió con Sebastián? ¿Y si al final no puedo hacerlo? ¿Y si lo imagino en medio del acto con Carla? ¿En verdad es una buena idea? ¡Maldición! ¿Por qué eres así, Anette Ibarra?
—Bien...
Abrí los ojos y dejé escapar un suspiro, uno largo. Me armé de valor y abrí la puerta, dejé mi pequeño bolso cruzado negro encima de la cómoda y fue entonces que lo miré. Matías esperaba por mí en la cama, la poca iluminación de la habitación ha creado el ambiente perfecto para esta noche tan inesperada, no había nada más que pensar. En el momento en el que lo vi de esa manera el miedo y las dudas se desvanecieron, entendí entonces por qué la propuesta salió de mi boca. Verlo así solo me hizo saber lo mucho que lo deseaba.