Solo te quiero para mí [1]

Capítulo 34

—Tristán se va a volver loco cuando se entere lo que pasó entre nosotros.

Me negué sutilmente con la cabeza mientras mantenía las manos en el volante, no había pensado en Tristán hasta ahora que Matías lo ha mencionado. De hecho lo único que he tenido en mente desde que salimos de aquel lugar es que mi cabello ha quedado desordenado y que mi maquillaje se arruinó, ¿cómo iba a llegar a casa sin levantar sospechas? Estaba pensando justo en qué decir si me encuentro a mis papás o a Frida al entrar, pensaba en las excusas, no en Tristán. ¿Se volverá loco cuando se entere? En realidad no lo sé.

Probablemente se lo espera, él sabe que Matías y yo siempre nos hemos atraído como magnetos, que a pesar de todo, siempre encontramos la forma de volver. O quizás me iba a sermonear, por haber accedido a tener sexo con mi ex el que me dejó por mensajes de texto unas horas después del famoso perdón que fue protagonista de mi verano, no lo sé. Con Tristán nunca se sabe.

—No creo que sea buena idea decirle, aún. —Le digo—. Creo que, lo que pasó fue demasiado íntimo como para ir a contárselo ahora, ¿no?

—Sí, probablemente tienes razón. Que se quede entre nosotros.

—Sí, perfecto.

Me sentía tan rara ahora, conduciendo con él a mi lado, ambos tan tranquilos después de lo que sucedió. Incluso me costaba mirarlo, cada que lo hacía recordaba el fuego en su mirada al verme moverme encima de él y sentía de nuevo sus manos sobre mi piel. Recuerdos de hace unos instantes que me provocaban un hormigueo en el estómago.

—Así que... Lo que pasó.

—Estás roja.

—Sí ahmm, es algo raro ¿sabes? Nunca creí que —oh no, aquí vamos con la velocidad al hablar, estoy nerviosa—. Para empezar no esperaba verte pronto y mucho menos esperaba que, ya sabes, tú y yo... Yo solo pensaba verte para que me pidieras perdón, pero de alguna u otra forma siempre tú y yo...

—Lo sé. —Replica—. Siempre tú y yo encontramos la forma de estar juntos. Porque nos pertenecemos Anette, no hay nada más que decir, dejamos que todo fluyera como debía fluir. Fue increíble, ¿hace cuánto que no teníamos sexo de esa manera?

—¡Basta! Me voy a poner mucho más roja.

Seguí conduciendo, con la vista hacia el frente, sonriendo sutilmente. Me sentía tan relajada, creo que en verdad necesitaba liberar todas las endorfinas que liberé hace un rato. Sin embargo, creo que lo más sano emocionalmente para mí es cortar la fuente de dopamina aquí, cortarla en cuanto él baje del automóvil.

 

68747470733a2f2f73332e616d617a6f6e6177732e636f6d2f776174747061642d6d656469612d736572766963652f53746f7279496d6167652f39794439354650485f476e3951773d3d2d3831343438353832302e313761383438626539376139656139303137373739303137343437372e706e67

 

Matías Licea: ¿Ya llegaste? Yo ya estoy en casa.

Anette Ibarra: Yo también, justo acabo de llegar.

Matías Licea: Me siento bastante cansado, ¿tú no?

Anette Ibarra: Ni que lo digas...

Matías Licea: Bien, me iré a dormir o no podré levantarme temprano mañana. Gracias por hoy, estuvo increíble. Que tengas dulces sueños Ann.

Bloqueé el teléfono y me llevé ambas manos a la cabeza al recostarme en la cama, aún tenía su aroma sobre mi ropa, sobre mi piel... Sonreía al cerrar los ojos y recordar todo lo que había pasado este día, ¿en verdad era buena idea cortar mi fuente de dopamina así?

—Anette, ten.

—¿Qué? —Le cuestiono a Frida, quien me ha sacado de mis pensamientos, ni siquiera supe en qué momento entró a mi habitación.

—El dinero que te debía, los trescientos pesos que me prestaste hace un mes.

—Ah sí, ya se me había olvidado, gracias.

—¿Te sientes bien?

Mi hermana inspeccionaba mi rostro, interrogante, intentando quizás adivinar a qué se debía la tranquilidad con la que la he recibido en mi habitación.

—Sí, ¿por qué?

—Yo ahmm... —Frida alza rápidamente la delgada ceja derecha—. ¿Crees que me puedas prestar otra vez tu chamarra verde olivo?

—Claro, ¿para cuándo la quieres?

—Para mañana... Vaya, estás bastante feliz. ¿Qué rayos hiciste hoy?

—Anda, tómala y vete. Necesito dormir.

Frida recorrió la compuerta del clóset y buscó la chamarra que quería. La tomó y me miró una última vez, frunciendo el ceño. Con una seña le pedí que saliera de mi habitación y una vez que lo hizo, volví a recostarme, llevándome ambas manos la cabeza de nuevo. ¡Vaya locura lo que ha sucedido hoy! Además, me siento tan agotada, en verdad no le mentí a mi hermana, sí necesitaba dormir.

[...]

Ingrid Vivanco: Gabriel me bloqueó, no lo entiendo...

El sonido de mi teléfono logró despertarme, eran las 5:30 de la mañana e Ingrid me ha despertado en búsqueda de mi opinión acerca de lo que pasó con Gabriel. Me tallé los ojos para leer una vez más el mensaje, bostezando entre líneas.

Ingrid Vivanco: Gabriel me bloqueó, no lo entiendo. Sé que tuvimos una discusión bastante boba pero no era para tanto. Además en un mes regreso a México, me voy a quedar esta vez, es nuestra oportunidad para intentarlo bien, ¿no? Dime que así será.

Anette Ibarra: En verdad deseo que así sea. Pero creo que se deben una conversación y debe ser en persona. Yo no soy adivina y no te puedo decir qué va a pasar, pero en verdad deseo lo mejor.

Ingrid Vivanco: No puedo dormir, la ansiedad me está consumiendo.



#9405 en Joven Adulto
#37378 en Novela romántica

En el texto hay: romance, jovenadulto, exnovio

Editado: 30.12.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.