Solo te quiero para mí [1]

Capítulo 40

Había estado mucho más tranquila desde el domingo que vi a Matías. La ansiedad por saber en dónde está o qué está haciendo todo el tiempo se ha esfumado y mi tranquilidad ha regresado. Ya no más stalkeo, no más revisar su última conexión, claro, debía tener confianza en él si en verdad quiero que esto funcione. Además, fue mi última semana de vacaciones, el lunes regreso a la universidad y seguro que ya no tendré tiempo para pensar en más tonterías como las historias que me armé en la cabeza durante las últimas dos semanas.

Mi último viernes pintaba para ser interesante. Fabiola nos ha invitado a salir por la noche y por alguna razón me sentía emocionada por ello, sentía que esa salida podría ser un buen break para mí de todo el drama de Matías.

Anette Ibarra: ¿Vas a ir a lo de Fabiola?

Oliver Ramírez: Si salgo temprano del trabajo puede que sí. Te dije que el proyecto está pesado y el lunes me cambiaron el horario.

Anette Ibarra: Por favor ve, quiero verte.

Oliver Ramírez: Pero va Valeria, seguro llego después, tú tranquila. Yo te aviso.

Dejé mi celular a un lado y regresé la vista a la pantalla de mi computadora, visualizando una vez más mi horario, Química Analítica I y Farmacología I eran las dos materias que a mi parecer eran las más interesantes, Estadística... Había escuchado de un terrible doctor que da Estadística con el que la gran mayoría reprueba, pero seguro que podía lidiar con eso. Mi celular vibró de nuevo, lo tomé y me di cuenta de que Liz me ha mandado un mensaje, hace meses que no lo hacía.

Liz Martínez: Hola Anette, ¿cómo estás?

Dudé un poco en responder el mensaje. ¿Qué quería? ¿Acaso lo de la semana pasada no fue algo incómodo? ¿Por qué me está buscando de nuevo?

Liz Martínez: Okey, no me importa si no me contestas, solo quiero que veas esto. Necesito darte algo, si quieres saber qué es, sabes en dónde encontrarme. Sigo trabajando en el mismo Starbucks.

Intenté regresar la vista a la pantalla de mi computadora para seguir revisando mi horario, pero la curiosidad pudo más conmigo. ¿De qué se trataba eso que debía entregarme? Seguro que tenía algo que ver con Daniel pero, ¿qué es, qué es?

—Mamááá. —Grité desde mi habitación—. ¿No me necesitas hoy?

—No realmente, Frida no va a salir.

—Bien, yo sí. Voy rápido a Gale y regreso.

Tomé mi cartera y salí de mi habitación, bajé casi corriendo las escaleras y tomé las llaves de mi auto del portallaves que se encontraba en la pared de la cocina. Ni siquiera me tomé la molestia de responder los mensajes de Liz, solamente me dediqué a poner en marcha el auto y conducir hacia la plaza, mi respuesta era mi presencia en dónde trabaja.

[...]

Todo lo hice demasiado rápido, tanto que ni siquiera me detuve a pensar si en verdad había sido una buena idea haber venido. Vi a Liz tomar la orden de una pareja, una pareja muy indecisa al parecer, no se decidían por el tamaño de la bebida y le han cambiado dos veces a Liz las especificaciones de la misma, encima ella seguía tenía que seguir con una sonrisa en el rostro como si tales acciones no fueran molestas y atenderlos sin importar que ellos no hayan sido capaces de soltar —mínimo— un «gracias».

Liz le puso la tapa al plumón e inmediatamente la sonrisa se borró de su rostro, poniendo la mano en su cintura, intentando estirarse un poco. ¿Cuántas horas llevará de pie allá atrás de la barra? Oh, ya me vio. Le ha pedido a un compañero que la cubriera en la caja y con un ademán me pidió que me moviera hacia uno de los bancos vacíos de la barra.

—Espérame aquí, ya vengo.

Asentí con la cabeza y la miré alejarse. Golpeteé con los dedos la madera de la barra y esperé paciente a que ella regresara con «eso» que debía darme.

—No esperaba que vinieras honestamente.

—Lamento no haber respondido. —Me disculpo, sin realmente mirarla, en realidad tenía la vista puesta en su pequeño letrero con su nombre encima de su mandil verde—. No sabía que... Bueno sé que tiene que ver con Daniel, de otra forma sé que no me hubieras buscado, ¿entonces...? ¿Qué es eso que tienes que darme con tanta urgencia?

—Tu cumpleaños está cerca y Dan... Él me pidió que te de esto.

Liz dejó sobre la barra un vinilo de Amy Winehouse que tenía un moño rosado, ha comprado para mí el Lioness: Hidden Treasures, ese mismo que vimos en RetroRecords y que decidí no comprar. Además, encima del vinilo había un boleto para el concierto al que quería que lo acompañara, ese del que habló en uno de los correos que me mandó. No podía aceptar nada de esto, por más tentador que parecía el vinilo de Amy. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué Daniel no se rendía conmigo? ¿Acaso no ha escuchado ya bastantes «no» de mi parte? ¿Acaso no se ha cansado de mí?

—Lo siento, pero no puedo aceptarlo.

—Anda, tómalo como un regalo de cumpleaños. Aunque sea el vinilo, entiendo si no quieres acompañarlo al concierto.

—No Liz, no puedo. ¿Por qué continúa haciéndose esto? —La cuestiono—. Yo ya estoy saliendo con alguien y creo que es momento que Dan supere lo nuestro. Lo nuestro se rompió cuando él cogió con Andrea, se terminó desde ese momento.

—Entiendo tu postura, yo solamente cumplí con lo que él me pidió. Tampoco te voy a rogar para que te lleves esto. —Dice, con un tono de voz bastante glacial—. Pero si tanto te gusta Amy, mínimo deberías tomar el disco, es un regalo de cumpleaños no un anillo de compromiso o algo así.

Volví a mirar el disco. Lo tomé, haciendo que el boleto se deslizara por el mismo hasta llegar a la orilla de la barra, se hubiera caído si Liz no lo hubiese detenido.

—Está bien, gracias. Lamento quitarte el tiempo, sé que tienes trabajo, por el happy hour.



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Editado: 30.12.2023

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