Solo te quiero para mí [1]

Capítulo 49

No me di cuenta en qué momento me quedé dormida. La pantalla de la computadora ya está en negro, debí quedarme dormida mientras escribía el reporte de laboratorio, cuyo archivo llevaba abierto desde que llegué a sentarme frente a la computadora sin un verdadero avance. Me tallé los ojos y miré mi celular, pasaron cuarenta minutos desde que me quedé dormida e Ingrid me ha enviado varios mensajes. Apenas entré a la conversación me di cuenta de que me mandó varias fotos con diferentes atuendos, pidiendo mi opinión, sin embargo al notar que me he tardado bastante en responder, se decidió por el segundo. Una falda preciosa azul cielo con una blusa blanca que recién está estrenando y aquel suéter que tiene peluche en el cuello.

Ingrid Vivanco: Estoy a punto de verlo. Estoy súper nerviosa, dime que me veo bien.

Ingrid se ve preciosa. A simple vista se ve que le ha puesto demasiado empeño a cómo se ve hoy, ha gastado demasiado tiempo pensando en cómo verse para él y realmente se ve muy bonita.

Anette Ibarra: Te ves hermosa, ¿ya lo vas a ver?

Ingrid Vivanco: Sí, nos quedamos de ver en la Alameda del Sur. Me estoy muriendo de nervios.

Anette Ibarra: Todo va a salir bien, me llamas cuando termines ¿vale? Quiero saberlo todo.

Ingrid Vivanco: Obvio mensa, te voy a contar todo. Bueno, no te interrumpo más, sigue con tu tarea que yo ya me voy a ir saliendo de mi casa, hablamos más tarde.

Anette Ibarra: ¡Suerte!

Bloqueé el teléfono y regresé a lo mío, ¿cómo podía escribir el reporte de laboratorio si yo casi no participé en la práctica? ¿Cómo podía interpretar los datos de la bitácora si no tuve ni puta idea de lo que hicimos en el laboratorio? ¡Ay Dios mío! Tendré que escribirle a Julieta, en verdad que no tengo ni idea por dónde empezar.

[...]

Ingrid Vivanco: Ya valió todo con Gabriel.

Bajé la tapa de mi computadora y tomé mi celular para llamar a Ingrid. Apenas escuché su voz poco audible supe que estaba llorando, no entendía nada lo que intentaba decirme, estaba inconsolable, llorando con demasiada fuerza.

—A ver, tranquila, no te entiendo nada. ¿Qué pasó?

—Le dije todo, le pedí perdón por mi comportamiento y le pedí que me diera otra oportunidad para demostrarle que puede tener una relación adulta conmigo. Me dijo que no está interesado, que no me quiere más y que él ya me superó. No aguanté y me solté a llorar... Me dejó llorando en una banca en la Alameda, ¿puedes creerlo?

—¿En serio te dejó así?

—Sí... Ahorita estoy en el Starbucks que está en frente, sigo llorando, siento que no puedo parar. Cuando llegue a mi casa mi mamá me va a hacer mil preguntas y no quiero, no quiero volver a mi casa ahora Anette.

Alejé el celular de mi oreja para mirar la hora, eran las 6:34 p.m., suspiré y fue entonces que le dije:

—¿Quieres que me vaya a quedar contigo hoy?

—¿No tienes clases mañana?

—Sí pero puedo llevarme mis cosas e irme temprano a la universidad mañana.

—Por favor, si puedes hacerlo...

—Vale, intenta calmarte ¿sí? Voy a preparar mis cosas y voy por ti.

Terminé la llamada telefónica y comencé a guardar mis cosas en la mochila. Me acerqué de inmediato a mi closet para sacar otra mochila, la abrí y comencé a jalar cajones y mover ganchos para guardar ropa, mi pijama, mis toallas, cepillo para el cabello, la bata blanca. Procuré que no me faltara nada y si faltaba, seguro Ingrid me lo prestará. Me colgué ambas mochilas en cada uno de mis hombros y salí de mi habitación con dirección hacia el baño por mi cepillo de dientes.

—¿A dónde vas? —Cuestiona mamá.

—A casa de Ingrid. Se siente muy mal, le acaban de romper el corazón, me voy a quedar con ella a dormir.

—¿Y las clases mañana?

—Me llevo mis cosas, no puedo dejarla sola.

—Hmm... Me llamas cuando estés allá.

Asentí con la cabeza, un poco sorprendida por la actitud de mi mamá. Tal vez no se opuso a que me fuera porque se trata de Ingrid, porque sabe lo que es ella para mí, no es mi mejor amiga, es mi hermana de otra madre.

 

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Para hacer la tarde de Ingrid aún más nostálgica, ha comenzado a llover. Y no es cualquier lluvia, el cielo está tronando, el agua apenas si deja ver de lo fuerte que choca contra el parabrisas, la temperatura bajó considerablemente y encima el tráfico está infernal, aún más de lo común. Logré estacionarme provisionalmente, mirando los limpiaparabrisas moverse con velocidad y poniendo las intermitentes al mismo tiempo que me fijaba por los espejos si veía a la mujercita de falda azul cielo que tiene el corazón roto.

Ahí viene, corriendo, cubriendo su cabeza con su bolso blanco. Apenas se acercó apreté el botón para abrirle la puerta y ella subió completamente empapada, con el maquillaje corrido y los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. La abracé y sentí como mojó mi blusa, no sabía si fue con su cabello o con sus lágrimas, pero se ha soltado a llorar de nuevo, tan fuerte como la lluvia que caía del cielo.

Sin embargo, aunque quisiera abrazarla eternamente, no podía quedarme más tiempo aquí. Tenía que avanzar o los autos que tenía detrás iban a continuar presionando el claxon con desesperación.



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Editado: 30.12.2023

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